Ampliando nuestro comentario hecho ayer sobre la conducta de Felipe Baloy en las canchas, vistiendo la camiseta de Santos Laguna, el ingeniero Manuel Melédez, compañero de tribuna en el Corona, nos decía: "La directiva santista debería llamarle la atención al panameño".
Es que antes de que llegara a la Comarca, en esta columna señalamos las virtudes y defectos del jugador del Gran Canal: Bueno en la marcación, ya un poco lento pero siempre efectivo, con el señalamiento de su carácter fuerte e inoportuno al final de los partidos.
Si se revisan las estadísticas se encontrará que casi al terminar los encuentros, el carácter de Baloy sube de tono, como que no soporta la presión de los partidos y es cuando explota con el primero que le hace upa, pues tiene las pulgas cerca.
Esto lo conocen muchos técnicos y saben utilizarlo a su favor. Pero el más dañado es el equipo del Santos, que ahora se encamina a otra calificación, no podrá contar con él y así seguirá por los siglos de los siglos hasta que la directiva le ponga un alto.
Aquí es cuando hace falta la mano dura de los señores de pantalón largo, y esta semana Jorge Vergara les pone el ejemplo de lo que hay que hacer cuando sus muchachitos se salen del huacal, como ocurrió con Marco Fabián y Alberto Medina, a los que acaba de regañar fuerte.
Porque su festejo alentando la violencia, en estos difíciles momentos, no tiene perdón y tendrán que sufrir las consecuencias para que sepan que el espectáculo se cuida, algo que deben hacer también otros directivos que todo lo pasan y todo lo perdonan.
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