Tercera final perdida del Santos Laguna en poco tiempo, pero ésta diferente a las anteriores, porque cuando menos se luchó más, hubo más entrega, aunque al final sucumbió goleado por Tigres, un rival que no sabe perder el balón, que sabe luchar y que está muy bien dirigido.
Y es que ya en la recta final, el equipo de la Comarca fue perdiendo valiosos elementos, como si un cuerpo humano fuera perdiendo piernas, brazos y cabeza, simple y sencillamente porque no se fue preparando para la adversidad, como lo hacen los grandes equipos.
Las esperanzas volvieron a batir sus alas fuerte cuando después de la expulsión de Oswaldo, dejando Chiquimarco de nuevo a Santos Laguna con nueve hombres, Becerra, quien ni siquiera calentó, en una noche fría y con lluvia entró para parar el penal de Lucas Lobos.
Y eso metió presión en el Volcán que se convirtió en un refrigerador con sus tribunas calladas, porque después vendría el gol de Oribe que metía las angustias en los regios. Así se fueron al descanso, con cartones igualados. Santos tardó en regresar al terreno, pero diferente al de ida.
Porque permitieron que Tigres se volcara frente a la cabaña de Becerra hasta que fueron cayendo los goles felinos que terminarían con los sueños, y obligarán a la directiva santista a reordenar el trabajo de técnico y jugadores porque así no podremos nunca ganar otro título.
Insistimos, en Santos Laguna sobra gente que ya está cansada y otra que vino sólo en plan turístico. Ya restablecidos los mismos directivos, que comentaban ayer los medios también se pusieron mal de salud con tanta presión, habrá que trabajar en pos de devolver los mejores tiempos.
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