El próximo sábado 7 de enero arrancará aquí el Clausura 2012, y será oportuno volver a analizar cuáles son las causas que han influido para impedir conquistar esa cuarta corona, que está atorada desde hace tres torneos, de forma diferente e inolvidable.
Aunque ya en otras ocasiones había estado en finales, estas tres últimas veces parecían las apropiadas por la calidad del material humano que se posee en la cancha, pero algo faltó en el cerebro de los pensantes, especialmente cuando estuvo al frente Rubén Omar Romano.
La primera vez, en el Torneo Bicentenario 2010, fue, según asientan las crónicas de la fecha, por los famosos penales. En el Apertura 2010 se dijo que fue el sistema utilizado por Romano el que volvió a dejar en la hielera las botellas de champán y las camisetas alusivas.
Y en la última ocasión, ¿a quién podríamos culpar? Fueron varios factores los que influyeron, sobre todo el que Benjamín Galindo no pudo cerrar con su equipo titular de costumbre y tuvo que improvisar aquí y allá. Luego aparecieron las expulsiones en el de ida y de vuelta.
O sea, los imponderables para el que no siempre se está preparado del todo, y a ello hay que agregarle la forma tan especial de manejar un partido tan importante de los señores del silbato. Habrá que analizar ya con frialdad lo que ocurrió y sentarse a platicar con los de la Femexfut.
Así se habló apenas terminó el partido de vuelta en Monterrey, pero ha pasado el tiempo y al tema se le ha echado tierra, frío y más frío hasta quedar congelado el enojo. Pero aparecerían otras circunstancias parecidas y será tarde para reclamar.
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