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Un obstáculo para la voz

Hablemos sobre tartamudez, conoce sus causas, tipos y tratamientos

Un obstáculo para la voz

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Beatriz Mejía

Erróneamente se cree que nacen con baja capacidad intelectual, pero algunos tartamudos de la historia son, incluso, grandes genios.

Marilyn Monroe (una de las actrices más famosas de Hollywood de todos los tiempos), Lewis Carrol (autor de “Alicia en el País de las Maravillas”), Charles Darwin (padre de Teoría de la Evolución), Napoleón Bonaparte (considerado como uno de los mayores genios militares de la historia), así como Jorge Luis Borges (uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX), por mencionar algunos, son figuras del espectáculo, la política y las bellas artes, cuya tartamudez no significó una barrera para triunfar en el escenario mundial.

En términos estrictos la tartamudez es un trastorno de la realización lingüística, es decir, de la comunicación (no del lenguaje), afectándose primordialmente el habla (sin lesión motora de los órganos de la fonación, ni de la inervación de los mismos) y con un fondo psicológico muy importante, al grado que incluso, no ha podido demostrarse organicidad en su etiología.

“Se ha visto que se da un cambio de funcionalidad en la corteza cerebral de los tartamudos, pero no neurológico ni de órganos”, dice Alicia Aragón San Emeterio, especialista en Audiología y Foniatría.

Tipos

Dicho en otras palabras, “la tartamudez es una alteración en la fluidez o ritmo de emisión de la palabra hablada y puede manifestarse en forma de repetición de una sílaba al inicio del discurso, tenga o no que ver con la palabra dicha (tartamudeo ‘clónico’); o en forma de ‘espasmos’ o bloqueos en la espiración o inspiración, al iniciar una palabra que luego se dispara (tartamudeo ‘tónico’), muchas veces acompañados de movimientos y tensión muscular de la cara, cuello, lengua, hombros, etc. Y también pueden existir combinaciones de ambas formas”.

Aparece entre las edades de dos y cuatro años, con una incidencia máxima a los tres. Es más común en hombres que en mujeres y en ‘muchas ocasiones’ desaparece durante la etapa de la adolescencia si la alteración en la fluidez se ha manejado correctamente.

“No hay que confundirse con la etapa de desarrollo del lenguaje, alrededor de los dos años y medio, en la que los niños repiten la última sílaba o palabra de lo que se les dice ‘ecolalia’, ni tampoco con el ‘tartajeo’ (emisión de frases imperfectas, sin sintaxis correcta y repetición de la frase)”, comenta la doctora.

También es importante no pensar que la tartamudez es ese ‘farfulleo’ con el que hablan algunas personas (hablar con excesiva rapidez y en ocasiones no articular o vocalizar bien las palabras); o confundirse con la ‘palilalia’, que consiste en una repetición ya no silábica sino de frases; la parte repetida se hace cada vez más monótona y más corta a medida que aumentan las repeticiones: “ayer recibí la visita de mi hijo… la visita de mi hijo… de mi hijo… mi hijo… hijo… hijo”, pues según la experta, este síntoma se observa en personas con deterioro intelectual progresivo.

Causas

Aún no se ha encontrado una causa específica para este desorden, sin embargo, se ha dicho que en las personas de cualquier edad con tartamudez existe una lateralización auditiva anormal y falta de lateralización en las áreas encargadas del lenguaje, en comparación con personas sin tartamudez; pero además, que existe una base genética.

“Hay quienes describen que existe cierta tendencia genética o hereditaria, pero que se necesitan determinados factores del ambiente para que se desarrolle plenamente”.

Asegura la especialista, que todos somos tartamudos, que muchas veces en nuestra vida hemos llegado a tartamudear, por sentirnos inseguros, o por una situación de presión, de susto, o conflicto, pero se necesitan estas bases genéticas para desarrollar el trastorno como tal.

Otra de las causas posibles de la tartamudez tiene que ver con el ambiente lingüístico en el que se desarrolla el niño; si no es favorable en la etapa en la que está aprendiendo a hablar, tartamudea o repite sílabas, puede quedarse centrado en esa etapa.

“Hay periodos en que el niño va a mostrar cierta tartamudez, alrededor de los tres años, pero es importante diferenciarla de un ‘tartajeo’ fisiológico normal en la etapa de desarrollo del habla”.

Problemas del lenguaje

El bienestar del ser humano depende de un equilibrio bio-psico-social. Un niño presenta problemas en el desarrollo del lenguaje por alteraciones en alguno de estos tres ejes; biológico (paladar hendido, secuelas de parálisis cerebral, o con trastornos en la audición, etc.); y desde el punto de vista psicológico, un niño con retardo mental o deficiencia intelectual. Aunque en muchas ocasiones, lo psicológico y lo social van de la mano; cuando la familia del niño no crea las suficientes condiciones verbales o comunicativas, se puede presentar cierta deficiencia en su lenguaje.

“Me he topado con niños que son tratados como niños más pequeños de lo que son, que duermen con papá y mamá incluso, hasta los 12 años de edad, lo cual limita su desarrollo emocional y afectivo”, dice la especialista egresada de la UNAM.

En contraparte, están los niños que son ‘ignorados’, que no son retroalimentados cuando están en la fase de aprendizaje y desarrollo de habilidades lingüísticas, que va de los cero a los cinco años, que es cuando más florece el lenguaje y el pensamiento.

“Los niños que no son alimentados mentalmente o psicológicamente con palabras, imágenes o con pensamientos que fomenten la producción del lenguaje, tienden a desarrollar un lenguaje pobre o poco vocabulario, así como malas estructuras”.

Recomendaciones y tratamiento

Según Aragón San Emeterio, están siendo probados fármacos antidopaminérgicos en el tratamiento de la tartamudez, pero aún no se ha demostrado que exista un beneficio estadísticamente significativo.

“La terapia del lenguaje cuanto más temprano se inicie (antes de los 6 años de edad) reportará mejores resultados, sobre todo cuando se incluye a los padres y la escuela para informarles sobre cómo manejar la comunicación con el niño”.

Puesto que un niño tartamudo llega a ser relegado, incluso se convierte en el centro de burlas por parte de sus compañeros de escuela, es importante brindar información a padres y maestros; “no es un niño extraño, por el contrario, es muchas veces un niño inteligente y muy capaz y que no hay que exponerlo y forzar el tratamiento”.

Incluso, que tome clases de música, canto, pintura, entre otras artes puede ser bueno para su desarrollo, “muchas veces en la tartamudez, si tú pones a un niño a cantar, o a repetir rimas, o series secuenciales de palabras que no tienen mucho que pensarse, como los días de la semana, el niño no tartamudea”.

Es cuando tiene algo emotivo que expresar, cuando el menor tartamudea, pues la persona con el trastorno tiende a fijarse demasiado en cómo habla, a estarse escuchando constantemente.

“Se ha visto que personas con tartamudez, que dicen un discurso con audífonos y escuchando música, hablan sin tartamudear”.

Aunque en ocasiones no se requiere de una terapia formal, pero sí de ciertas modificaciones del entrono, sobre todo cuando se trata de un niño de menos de cuatro años, cuya labor principal es de los padres; una modificación de actitudes ante la comunicación que está teniendo el pequeño con ellos.

Asegura la doctora, que la tartamudez no es un síntoma de una enfermedad grave cuando ha sido evolutiva. Lo importante es distinguir que hay otras formas de deterioro del lenguaje en donde se repiten frases como la ‘palilalia’.

“Personas que han tenido algún trauma craneoencefálico, por ejemplo, habría que ver si tiene algún trastorno mayor en alguna área del lenguaje que haya sido dañado, por lo general y por naturaleza la tartamudez no es síntoma de algo más grave. Los tartamudos son personas con una capacidad intelectual, social, laboral, igual o mejor que cualquiera.

RECOMENDACIONES

Alabe al niño por conductas o desempeños que no tengan que ver con el habla, esto con el propósito de mejorar su autoestima.

Deben favorecerse situaciones para conversar y hablar en un ambiente relajado y tranquilo, sin prestar demasiada atención a los fallos. Evite mencionar la palabra ‘tartamudez’. No lo interrumpa o no le diga la palabra que buscaba, justo cuando él está tratando de decir algo.

Sea ‘buen escucha’. Es bueno conservar el contacto visual natural cuando se esté hablando, reforzando la conversación con el lenguaje gestual, movimientos de cabeza, sonrisas, etc.

Préstele más atención a los sentimientos que el niño expresa; lo que se dice debe ser más importante que la forma de decirlo.

Bríndele al niño un entorno estructurado y coherente, dentro de lo posible; que las relaciones familiares y los horarios sean compatibles.

Evite forzar al niño a hablar o a desempeñarse verbalmente, burlarse, recurrir a ‘trucos’ para ayudarlo a hablar con fluidez, recurrir a amenazas o a promesas.

No diga cosas como: ‘habla lentamente’, ‘respira profundamente’, ‘dilo de nuevo’, ‘para’, o ‘tu cabeza va más rápido que tu boca’; estas expresiones no sólo no ayudan, sino que perjudican la fluidez.

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