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Un pasito pa'delante, no... Sábanas azules

DIEGO PETERSEN FARAH

De todas las definiciones de familia, la que me sigue gustando más es la de Jaume Perich: "un grupo humano unido por sangre y dividido por dinero". Si lleváramos esta definición, cínica, pero práctica, al Código Civil no ahorraríamos muchos problemas. Pero la lucha por la definición de familia y su supuesta defensa de los ataques inmorales de la modernidad ha llevado a los grupos conservadores a extremos impensables. Conservadores hay en todo el país y más allá del PAN; de la mano de Beatriz Paredes 11 congresos estatales de mayoría priista pasaron "leyes de protección a la familia", o antioaborto que no fueron otra cosa que hacer una manifestación de fuerza ante las leyes de corte liberal que aprobó la Asamblea del Distrito Federal. Pero, aunque los hay en todos lados, los más radicales están en el centro-occidente y de manera particular en Guanajuato y Jalisco cuyos gobiernos compiten, además de por la precandidatura presidencial, por el flanco derecho de la extrema derecha.

Para ganar esa absurda batalla por inmiscuirse en las sábanas ajenas, el gobierno de Jalisco propuso una modificación a los códigos civil y penal para que cualquier persona casada tenga obligatoriamente que contar con el consentimiento escrito de su pareja antes de practicarse una operación de esterilización.

Esto es, para que una mujer pueda ligarse necesitaría el permiso de su marido y viceversa, para que un hombre se haga la vasectomía necesita el permiso de su mujer. La propuesta además de machista es absurda. La relación entre mujeres que se operan y hombres que se practican la vasectomía es siete a uno, por lo que está claro quienes serían las perjudicadas y destinatarias de la ley. Pero lo absurdo estriba en pensar que la decisión de no tener hijo es de pareja y no personal.

Tener un hijo es, o debe ser, una decisión de pareja. Aunque sabemos que muchas veces no es así y que existen formas de presión y violencia en este tema, tener hijo requiere la voluntad de dos personas. Por lo mismo no tenerlo es decisión de uno solo; bastaría con que uno de los dos no quiera tener un hijo para que eso sea así. Nadie tiene por qué dar explicaciones de por qué no quiere tener hijos, y menos al Estado. La decisión de hombres y mujeres de practicarse una operación de esterilización es, pues, personalísima.

El tema es estrictamente ideológico y tiene que ver con una forma religiosa, católica en este caso, de ver el mundo. Para estos grupos católicos radicales la gente se casa y tiene relaciones sexuales para tener hijos, cuando en realidad son decisiones totalmente independientes. Aunque la mayoría de las parejas heterosexuales que optan por el matrimonio tiene hijos, no hay, ni puede haber, obligatoriedad alguna en la ley civil.

El tema es tan absurdo que difícilmente pasará por el Congreso, de mayoría priista, pero en este país ya no se puede confiar ni en el diablo. Al paso que vamos van a querer legislar hasta el color de las sábanas (y sospecho que las pedirán azules).

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