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Un trabajo 'cerca' de la muerte

Desde hace cuatro años, don Rubén se desempeña en los servicios funerarios

En calma. Rubén asegura sentirse tranquilo y feliz en un trabajo donde no recibe reclamos o gritos de parte de sus 'clientes'.

En calma. Rubén asegura sentirse tranquilo y feliz en un trabajo donde no recibe reclamos o gritos de parte de sus 'clientes'.

ROBERTO ITURRIAGA

Rubén Saucedo toma un momento para descansar del calor que se siente dentro del vehículo que usualmente maneja, no se trata de cualquier coche sino de una carroza fúnebre que hace no mucho entregó un cuerpo más.

Desde hace cuatro años la necesidad de un empleo lo llevó a buscar empleo como albañil, sin embargo las condiciones laborales y los pocos ingresos lo orillaron de forma inusual a pedir empleo en una funeraria.

"Uno pensaría que es mal trabajo pero de veras que es tranquilo y sin mucho problema, los muertos no reclaman ni te insultan como los vivos", dice el funerario.

A sus 46 años nunca había experimentado tocar un cuerpo sin vida, sin embargo ahora tendría que ayudar en labores como el traslado de los cadáveres e inclusive a maquillar los rostros sin vida.

Irónicamente la situación económica y familiar de Rubén comenzó a mejorar desde que inició contacto diario con los muertos, había descubierto una nueva vocación en la que se desempeñaba bien.

"Me empezó a ir mejor...al principio mis hijos tenían miedo de lo que hacía pero les expliqué, ellos mismos se dieron cuenta que era un trabajo cualquiera", mencionó sonriente.

 NO EXISTE NADA RARO

Al comenzar su trabajó Rubén escuchó diversas historias de parte de sus compañeros y amigos sobre situaciones "extrañas" o "paranormales" que podrían suceder a menudo.

Sin embargo aseguró que con el paso del tiempo fue desechando cada uno de los mitos pues la realidad era mucho más amable.

"Todo mundo me decía que se movían los cadáveres y que se escuchaban ruidos en las noches...todo eso es mentira, hay que cuidarnos de los que están vivos, esos sí nos pueden hacer daño".

Luego de cerrar un ataúd con firmeza comienza a recordar sobre sus primeras experiencias al embalsamar un cuerpo, contrario a lo que la creencia popular exige lo externa de una forma natural y hasta alegre.

"Al principio eso de plano no me gustaba, luego me explicaron que era algo muy profesional y me fui enseñando poco a poco hasta que le perdí el asco...ahorita hasta los maquillo".

Rubén no sabe si se quedará por muchos años en el negocio de "los muertos", sin embargo reconoce la necesidad de buscar cada vez una mejor calidad de vida para sus hijos y un giro en su profesión.

"No estoy seguro de regresar a ser albañil, aquí estoy muy a gusto y por el momento ni me quiero mover...todo depende de cómo se venga la vida".

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