Una ciudad hecha arte: Bienal de Vancouver
La Bienal de Vancouver es uno de los eventos artísticos más espectaculares a nivel mundial. Su sello característico es su vinculación con la gente, rompiendo los esquemas tradicionalmente elitistas del arte.
La distancia que existe entre el artista y el público puede ser corta o parecer un abismo. Las ferias y bienales de arte suelen convocar a una audiencia de especialistas o a individuos atraídos por el glamour cultural. En ese girar continuo del arte en los eventos, destaca la Bienal de Vancouver (Vancouver Biennale) cuyo objetivo es llevar creaciones contemporáneas a lugares públicos, tales como estaciones de metro, playas y plazas, con la intención de convertir la metrópoli en un museo al aire libre al que todos tengan acceso.
Las metas trazadas en su sitio web tienen tintes de manifiesto: Esta exposición promete una mezcla diversa de importantes e interesantes trabajos de arte contemporáneo, de lo espectacular a lo curioso, de lo reflexivo a lo juguetón, totalmente gratis para el disfrute de la comunidad. Tales palabras describen un proyecto evidentemente centrado en la gente, orientado al acercamiento con el arte en un entorno urbano. Llama la atención el uso de los adjetivos ‘espectacular’ y ‘curioso’. Para una persona con una visión tradicionalista, semejantes términos resultarían peligrosamente afines a los de una campaña publicitaria cualquiera. Pero en un mundo avasallado por los productos comerciales, se requieren estrategias agresivas si se desea abrir paso al arte. Para muchos es una barrera difícil de franquear. A diferencia de la industria del entretenimiento, el arte obliga al espectador a pensar: una obra no presenta un contenido unívoco ni una lógica lineal, es más bien un sendero ambiguo. Cuando el arte se vuelve accesible (como ocurre en Vancouver) no se abarata: entra de lleno en un diálogo donde el público, el área ocupada por la pieza y la propia ciudad contribuyen al vuelo transformador del arte.
EL PRINCIPIO
Una ojeada al directorio de organizadores de la muestra arroja un nombre importante: Barry Mowatt, ‘fundador, galerista, filántropo, director de la fundación y galería Buschlen Mowatt’. Justamente de ahí surgió la iniciativa de la Bienal de Vancouver. En 1998 y acorde a una vocación social, la galería propuso la creación de la Bienal con el fin de llevar los grandes nombres de la escultura a Vancouver.
En la primera edición, denominada Espacios abiertos, se exhibieron obras de artistas como Fernando Botero y la fantástica Niki de Saint Phalle; alrededor de siete millones de espectadores disfrutaron la exposición. Para el año 2000 se expandió el número de participantes y de patrocinadores. En el periodo 2005-2007 se posicionaron 22 efigies en sitios públicos diversos y se vinculó el evento con programas escolares, concursos, conferencias y actividades populares.
LOS INVITADOS MÁS RECIENTES
Hoy son 26 escultores de 12 países los que intervienen en el más reciente ciclo, 2009-2011, para el cual se trabajó sobre el tema in-TRANSIT-ion ubicando esculturas en paradas de autobuses y trenes, caminos ciclistas y el aeropuerto. Bajo ese concepto se buscó subrayar el movimiento de la gente en las urbes modernas, planteando las rutas de tránsito como espacios estéticos.
Resulta significativo mencionar que entre los invitados estuvieron los mexicanos Yvonne Domenge, con la pieza Olas de viento, y Javier Marín, que llevó un tríptico de cabezas monumentales con el aura de misterio del barroco mexicano que lo caracteriza, causando un impacto muy positivo.
Adoptada por el público como una de las obras más populares, A-maze-ing laughter de Yue Minjun ostenta personajes de escala mayor a la natural con una risa exagerada como respuesta al mundo absurdo de la represión comunista. En Nosotros de Jaume Plensa encontramos una figura humana trazada con caracteres en varios idiomas, apelando a la composición multirracial y pluricultural de la urbe canadiense. Reunión de Wang Shugang se compone de ocho inquietantes figuras de tamaño natural en cuclillas, tal vez en meditación o listas para saltar.
217.5 Arcos X13 de Bernar Venet es un elegante ejercicio que descubre la belleza del hierro crudo; dos aspectos pueden ser subrayados: la interacción real del público (con niños jugando entre sus curvaturas del metal), y el hecho de que fue adquirida por la Fundación Legado de la Bienal como prueba de que entre la creación y la gestión oficial, las esculturas eventualmente perduran para el disfrute público actual y futuro.
MÁS QUE ESCULTURAS
El eje central de la presente edición de la Bienal de Vancouver se complementa con otras exposiciones y eventos entre los que destaca In transition, autoría de artistas contemporáneos de la India que analizan el impacto cultural del cambio económico por el que pasa dicho país; y el proyecto del colectivo AES+F, The Last Riot, pieza de videoarte que anteriormente fue aclamada en la Bienal de Venecia y ahora en Vancouver, presenta una visión del futuro distópico que da cuerpo a los miedos de nuestros días; así se hace evidente que en Vancouver no todo es agradar, también hay lugar para fuertes cuestionamientos visuales.
Asimismo, retomando la característica central de la Bienal, su perfil democrático, es importante comentar programas como BIG IDEAS en el cual el vínculo con las escuelas va más allá de simples visitas guiadas y deriva en una interacción activa, donde a los niños y adolescentes se les invita a reflexionar sobre los temas que mueven a los creadores: pobreza, violencia, identidad cultural, medio ambiente.
UNA PROPUESTA REDONDA
Queda claro que la Bienal de Vancouver es un genuino conglomerado de opciones, y nos habla de dos cosas: la impecable organización y planeación de la muestra, y la fuerte inversión que en ella se hace. Es una mezcla entre apoyo gubernamental y una pujante iniciativa privada que genera recursos a través de subastas, instituye convenios de préstamo, publica catálogos y libros, etcétera. Los escultores invitados aumentan su prestigio, acceden a un público sumamente numeroso y la ciudad gana con la visión innovadora de los artistas.
Aun así los organizadores, que ya planean la siguiente edición, buscan apelar al público para que el evento sea realizado en su totalidad con recursos privados. Ello representaría la culminación de una Bienal hecha para la gente y que en dado momento sería financiada por el público que ve los resultados de albergar un trabajo creativo en sus calles. Barry Mowatt ha comentado: “La idea es que no te puedas perder la escultura y tengas que participar de ella”. Estamos hablando pues de originar la necesidad por el arte. Es una visión clara de lo que significa el ejercicio creativo como calidad de vida.
Correo-e: cronicadelojo@hotmail.com
LA BIENAL EN LA RED
Sitio oficial
www.vancouverbiennale.com
Galería Mowatt
www.buschlenmowatt.com