¿Accidente debido a las condiciones atmosféricas que imperaban en el momento en que ocurrió? Lo cierto es que hubo un sabotaje, así y así. Frenético, ya encarrilado, adopta una actitud de sabelotodo, que sí, que cambió la ruta, que lo mismo pasó a Ramón Martín Huerta que se desvió inopinadamente de rumbo y su nave también habría caído. La taza de café permanece intacta mientras emite su tesis. Ya tiene la atención del círculo de que se compone la mesa, en cualquier momento una vez que ha dejado volar, se trata de vuelos, su imaginación se encontrará con la atención de sus oyentes. Estamos acostumbrados a dudar de la veracidad de informes provengan de donde provengan. Si, por ejemplo, se dice que en un tiroteo hubo sólo un cadáver oiremos a un "experto" decir que fueron decenas lo que pasa es que se los llevaron en alguna ambulancia preparada exprofeso. En el asunto de la aeronave siniestrada, un comando, al igual que en las películas de Steven Seagal, colocaron a uno de los suyos, "Alerta Máxima" que obligó a la tripulación del helicóptero a desviarse, produciéndose un tiroteo a resultas del cual se desplomó el aparato. Todos pierden la vida, excepto, el que narra la tragedia, (sin haber estado ahí).
La versión que se robustece día con día, según Dionisio Pérez Jácome, secretario de Comunicaciones y Transportes, encargado de la investigación, es que el percance se debió a una densa nubosidad. La nave cambia la ruta y no parece que haya grabaciones, ni en cabina ni en el helicóptero ni en las torres de control. Que dos aparatos se hayan desplomado viajando, cada vez, un secretario de Gobernación es una mera coincidencia. Uno fue Camilo Mouriño y el otro Francisco Blake. Las personas en las calles apenas se enteraron y dictaminaron: fue derribado, sin contar con prueba alguna y es que la gente desde tiempo atrás está recelando de todo y de todos. Y no podemos culparlos, están escamados; sufren de una psicopatía llamada desconfianza. De los mexicanos se ha apoderado el reconcomio, impacientándose por que están atravesando por un episodio al que no se le ve final, así como intensamente descontentos, sin poder mostrarlo por temor. Y no solamente murieron en un accidente similar los secretarios mencionados si no en un incidente más que parecido falleció Ramón Martín Huerta responsable de la Seguridad Nacional en tiempos de Vicente Fox, viajando (sí, lo adivinó usted) en helicóptero. Se le vio por el piloto de una nave aérea que le pisaba los talones, salirse de la ruta marcada.
Así con, los datos anteriores, podemos concluir: ¿hubo una confabulación para tumbar la nave? No, a menos que se demuestre lo contrario. Los interesados en que este país entre en un remolino de pasiones, ya lo lograron desde tiempo atrás. A ellos les convendría, supongo, hacer la alharaca de que ellos son los autores. Sería una manera de demostrar que están listos para entrar en las grandes ligas del crimen. Esto parece decir, en principio de cuentas, que no hubo una conspiración del crimen organizado o que cualquiera otro grupo haya planeado el trágico evento. Hace bien el gobierno federal en acumular pruebas contundentes para dejar en claro que todo lo ocasionó la niebla. Aunque ni aun así les quite de la cabeza, a los convencidos de que hubo una mano traviesa, la que provocó el desplome; tuvo que haberla, dicen. Ellos creen que saben la verdad, alimentada por la obscuridad que nubla las mentes de quienes quieren creer sus fantasías, a lo que en buen cristiano se le llama morbo, que es un interés malsano por atraerse acontecimientos desagradables, llegando a constituirse en casos patológicos.
Que la investigación sea transparente, que se haga un esfuerzo inaudito, pues sí, pero no. Habrá quienes de buena fe creen que los malosos hicieron de las suyas, pero otros, nomás porque sí, están superconvencidos en que hay una "mano pachona" dispuesta a crear los más graves males a la nación. Nada los podrá persuadir de lo contrario. Está el gobierno en la mayor disposición por demostrar lo que aconteció. Aunque se topen con un muro de indiferencia, en que esta escrito: ¡vaya, si no somos tarados! "A otro perro con ese hueso", dice conocido refrán. Bien, yo estoy dispuesto a tragarme todo lo hasta aquí dicho, palabra por palabra, si me demuestran lo contrario. Si creemos en la fatalidad no habría que preguntarnos más. Ahora que recordando al poeta español Ramón de Campoamor, quien refiriéndose a la verdad, dijo: en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. Nicolás Maquiavelo, señalaba: Así ha sido y será siempre. El bien sigue al mal y viceversa, el uno es la causa del otro. Se engañan quienes creen escapar a tales vicisitudes por la fuerza de la oración y del ayuno.