Convicción. Sus ceremonias son cada domingo.
En el altar hay un vitral que está hecho con la imagen de Jesús no crucificado, y a su alrededor un arcoíris. Es el símbolo del orgullo gay-lésbico, y también la denominada bandera de la libertad.
A la derecha del altar, la bandera de México. Los vidrios de colores también tienen callejones, aparentes salidas para la diversidad sexual.
En esta iglesia no hay cruces. El reverendo que la dirige dice en entrevista que fue durante muchos años pareja de su fundador, el sacerdote Jorge Sosa.
El principio que rige este lugar es "Dios te ama como eres": eso está escrito con letras doradas en la puerta del lugar. Aquí no hay desánimo. Los que van llegando, hombres y mujeres, con y sin pareja se saludan todos con un beso. También asisten familias heterosexuales que encuentran aquí un lugar para su oración.
Esta mañana una sensación de victoria circunda el ambiente. La comunidad se abraza. A veces las palabras no dicen todo lo que es preciso.
El reverendo de la "Iglesia de la Reconciliación" -que prefiere el anonimato- asegura haber asumido su orientación sexual hace tiempo y defiende que el ejercicio de la sexualidad debe regirse exclusivamente por la decisión de cada persona y su formación.
Es la primera iglesia de la diversidad sexual en América Latina. Surge en la ciudad de México en octubre de 1981. En sus instalaciones comenzaron a darse los primeros talleres sobre sexo seguro, o sexo protegido, con el uso del condón, cuando al VIH/Sida se le conocía como el cáncer rosa. Fue conocida como la Iglesia de la Comunidad Metropolitana.
Su fundador, y ahora los que lo preceden, han defendido públicamente el derecho de los homosexuales a existir. Trabajan contra el estigma y la discriminación hacia este sector de la población. Cada año el grupo que acude a esta iglesia asiste también a la marcha del Orgullo LGBT que se realiza en la ciudad de México.
"Aquí los sacerdotes no deben ser heterosexuales para ser religiosos. En la iglesia ecuménica los religiosos pueden estar casados, o tener la orientación sexual que decidan, según su naturaleza", asegura.
UNA MISA INCLUYENTE Es domingo, la oración en la "Iglesia de la Reconciliación" inicia a las 12:30 horas; Mario Porras es uno de los primeros en llegar, y en seguida se dirige a un cuarto para cambiarse de ropa. Busca acercarse a una espiritualidad alternativa no excluyente, que no lo juzgue; y es con este afán que cada domingo se acerca a este iglesia, primera y única agrupación religiosa en América Latina en apoyar a toda persona en la Lucha contra el VIH/Sida.
El reverendo que la dirige es de los pocos que dan la extremaunción a las personas que fallecen por VIH/Sida. Según él, las personas que fallecen por esta enfermedad, generalmente mueren con muchos cargos de culpa y conciencia.
"Nuestra misión es que se despidan en paz, sin remordimientos, con el amor incondicional de Dios. Muchos de ellos fallecen (yo escucho sus últimas palabras al morir) aún con el temor a ser homosexual o lesbiana; temor a no haber tenido el desempeño sexual "adecuado", y el temor, en general a no haber sido "normales", comenta el religioso que cursó la carrera de filosofía en la Universidad De la Salle, y está formado como religioso en la Fraternidad Universal de Iglesias de la Comunidad Metropolitana.
"Esta iglesia trabaja a favor de los derechos humanos del colectivo lésbico, gay, bisexual, travesti, transgénero, transexual e intersexual", agrega un reverendo que prefiere el anonimato para evitar problemas en su otro trabajo.
En su vida cotidiana Mario Porras es heterosexual, está casado y tiene hijos, pero los domingos prefiere asistir a misa como mujer, con un ministerio ecuménico e incluyente.
En la misa, Marcos César, que asiste con su pareja gay, pasa al frente para encender la vela de la solidaridad que tiene como objetivo ayudarse mutuamente entre los miembros y no miembros de la comunidad gay, para fortalecer una vida con dignidad. Durante toda la misa permanecen abrazados.
Varios hombres están sentados juntos. Las mujeres a la derecha; y la liturgia se lleva a cabo con canciones populares que acompañan a la homilía o el sermón. El religioso que oficia la misa trabaja en temas relacionados con justicia, equidad y vivencia de la espiritualidad, con el fin de reconciliar ecuménicamente a las comunidades de la diversidad sexual "para que logremos convivir en un espacio religioso, y entender que Dios está con todas las personas. El problema de ciertas iglesias es que dicen que aceptan a los gays y las lesbianas, siempre y cuando no ejerzan sus sexualidad, y esto es una contradicción".
Aquí lo que les interesa es que las personas recuperen la vivencia de lo religioso, que se sienta respetada, además de recibir la información de los textos bíblicos", dice Marcos César, uno de los asistentes a esta misa.
Durante varios años la "Iglesia de la Reconciliación" estuvo afiliada a la Iglesia Comunitaria Metropolitana, ICM. "Hoy celebramos más de 29 años, como iglesia emancipada ciento por ciento mexicana", según afirma el reverendo.
En los preceptos de esta iglesia se suscribe que con un ministerio ecuménico e incluyente, este templo celebra con puertas abiertas para toda persona que requiera renovar su versión sobre Dios, la espiritualidad y la sexualidad humanas para lograr y enriquecer su plenitud. "La intención es que podamos convivir todos los credos religiosos, sin que predomine ninguno. Durante la consagración el fiel puede permanecer de pie o sentado, según su corazón se lo indique".
Lo importante es que sientan que se están comunicando con un Dios amoroso, que está con todas las personas, que nos ha creado a imagen y semejanza.
Conscientes de que durante la misa hay personas en proceso de recuperación de alcoholismo, en este sitio no se consagra el vino para que nadie sea excluido de la comunión, refieren autoridades del lugar. Los sacramentos que se llevan a cabo son: bautismo, santa cena, y santa unión; durante esta última se han casado a cientos de personas del mismo sexo.
Al terminar sus oraciones, Mario Porras vuelve a vestirse como hombre, se despinta los labios, las sombras y el rimel para dirigirse de nuevo a su casa. En su familia todos saben que los domingos, y desde hace más de una década, va a misa. Nunca permite que lo acompañen.
"Este es mi espacio, un lugar donde puedo sentir que estoy cerca de la espiritualidad. No me siento excluido como lo hace la Iglesia católica. Hoy sé que Dios nos ama a todos, y no tiene preferencias. Aquí encuentro refugio", dice otro asistente.
"En esta iglesia ninguno de sus sacerdotes se esconde bajo una túnica para hacer cosas indebidas; como lo hacen los sacerdotes pederastas. Ellos dan la cara por su comunidad", dice Juan Manuel Alcántara.
Los reverendos que la conforman acompañan a los enfermos de VIH/Sida, a las personas en su diversidad, y en sus caídas frente y con sus familias. "Encontramos aquí el apoyo moral que la comunidad LGBT no tiene con otras iglesias", agrega Juan Manuel.
En otro momento del servicio, que tiene una duración de casi dos horas, se dan folletos, se reparten preservativos e información de cursos relacionados con la sexualidad humana; entre otros: el destinado al grupo de madres y padres por la diversidad sexual, que trabajan para mantener la unidad familiar, "y luchan por la seguridad y bienestar de sus miembros gays, lesbianas, bisexuales y transgénero", refiere la convocatoria.
En los cantos y textos de la "Iglesia de la Reconciliación" aparece con frecuencia la @. "Con este signo queremos reafirmar el espíritu inclusivo de nuestro ministerio, espíritu en el que nadie debe quedar sobreentendid@, sino debe ser explícitamente mencionad@, por lo que la @ da la oportunidad de leer los textos y cantar los himnos en masculino o en femenino como tu corazón te lo indique", agrega un religioso.