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Una izquierda, dos caminos

DIEGO PETERSEN

Contrario a la telenovela de los años noventa, Dos mujeres, un camino, la izquierda mexicana está en un encrucijada donde lo que se bifurca son los destinos. El punto de encuentro se aleja cada vez más, pero la certeza de que la separación es lo más costoso para todos ha hecho que el discurso de unidad prevalezca sobre lo que ya a todas luces parece un divorcio inevitable.

El problema está sobre diagnosticado. A riesgo de simplificar a grandes pinceladas son tres grandes temas a resolver. 1) Andrés Manuel tiene hoy el movimiento más amplio en términos territoriales (el Movimiento de Renovación Nacional, Morena) y el voto duro más firme, pero tiene también el voto en contra más amplio e inamovible. 2) Los intereses de los partidos llamados pequeños o rémoras, PT y Convergencia (con lo que sea en este momento) se está imponiendo sobre el movimiento de Andrés Manuel López Obrador, y 3) La división interna del PRD ha llegado a niveles casi de doble dirigencia o, dicho de manera más sencilla, una forma de dirección donde unos mandan y otros hacen lo que quieren.

Hoy por hoy no hay manera de que Andrés Manuel gane la elección, pero tampoco de asegurar una candidatura muy competitiva de Marcelo Ebrard. Marcelo puede ser un gran candidato e incluso puede ser el que realmente le dispute a Peña Nieto la presidencia de la república, si y sólo si es candidato único de la izquierda y hace una alianza formal o de facto con los grupos empresariales que ven con reservas el regreso del PRI. Esto es, el espacio de crecimiento de Ebrard pasa por pactar con muchos de los enemigos, reales o supuestos, del movimiento lopezobradorista y conquistar el voto útil que en las últimas dos elecciones ha sido azul.

¿Qué le puede ofrecer Marcelo a Andrés Manuel y su Morena que sea mejor que competir por su cuenta y quedase con diez por ciento de la Cámara, varios municipios y un nivel de votación que les permita tener prerrogativas suficientes para seguir trabajando en su proyecto y mantener contentos a los dueños de los partidos?, ¿Cómo satisfacer las demandas de los pejistas, que seguramente pedirán las perlas de la Virgen de San Juan, con los grupos empresariales que rodean a Marcelo? Al matrimonio entre López Obrador y Ebrard ya no le queda más que la promesa de fidelidad. Marcelo confía en que el acuerdo que se tomó hace unos años de resolver la candidatura a través de encuestas nacionales se va a respetar y eso permitirá que el matrimonio, que cada día tiene menos en común, continúe.

Lo único que puede hacer que los dos caminos de la izquierda se vuelvan a encontrar es que Marcelo construya una gran alianza que abra al menos la esperanza de ganar la elección presidencial para la izquierda, como de hecho sucedió con Andrés Manuel. De otra forma los caminos serán irreconciliables y la telenovela de la izquierda más predecible que las de Televisa (las de Televisa todas terminan en boda y en la izquierda todas en separación).

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