"Murió pleno, esperando conocer el otro lado", dijo de su amigo, el cantante Alberto Cortez. No es una frase para armar una canción, es quizá sólo la verdad. Él estaba convencido de que había algo, más allá de esta vida. Platón, Sócrates, Santo Tomás de Aquino, Newton, Einstein, para nombrar sólo algunos han creído en la posibilidad de la existencia de un alma que perdura más allá de la muerte de una persona. Muchos amigos me han planteado el dilema de considerar como verdadero algo que no se ha comprobado científicamente. De ello ha tenido la culpa infinidad de mercachifles que se dedican a desplumar incautos. Mediums, espiritistas, ocultistas se han encargado de ponerle al asunto un velo que no permite observar con claridad, ni mucho menos con dignidad, estos fenómenos que pertenecen al mundo de la parasicología. A nuestro alrededor tenemos el ejemplo de una persona que escribió un libro practicando la escritura automática o psicografía en que bajo ciertas condiciones su mano guiada por entidades espirituales, con una pluma entre los dedos, daba respuestas a sus cuestionamientos. Fue Presidente de México.
¿Ustedes recuerdan cuando se dijo que el alma, al abandonar el cuerpo en el que estaba alojada, dejaba una disminución en el peso corporal? Esto es, se trataba de averiguar si había una pérdida significativa en gramos que pudiera reflejarse en una balanza, inclinando uno de sus platillos. No hubo un resultado revelador. Luego vendrían las psicofonías, voces de ultratumba o bien voces de los muertos, que se escuchan en una grabación. El registro realizado por el cineasta Friedrich Jürgenson, fue el fruto de una mera casualidad, el 18 de junio de 1959, decidido a grabar en un bosque, alejado del mundanal ruido, quería obtener los sonidos de la naturaleza, para ser usados en una película que en esos días estaba filmando. Al regresar a su casa se dispuso a escuchar, con delicadeza puso a caminar la cinta sorprendiéndose al escuchar un sonido totalmente nítido de voces humanas que no estaban en el lugar que quedaron impresas en la cinta o sea en ese bosque alejado de cualquier sitio poblado.
En el caso de Juana de Arco. Santa y heroína francesa, a los trece años confesó haber visto a San Miguel (o sea, al Príncipe de los ejércitos celestiales, guerrero victorioso en las luchas cósmicas contra el espíritu rebelde, el dragón de las tinieblas) además a Santa Catalina y a Santa Margarita, cuyas voces la exhortaban a llevar una vida devota y piadosa. Unos años más tarde se sintió llamada por Dios a una misión que no parecía al alcance de una campesina analfabeta, dirigir al ejército francés, coronar como rey al delfín en Reims y expulsar a los ingleses del país. El príncipe Carlos le confió el mando de un ejército de cinco mil hombres; derrotó a los ingleses y logró levantar el cerco de Orleans, realizando a continuación después de una serie de campañas victoriosas que franquearon al delfín el camino hacia Reims, permitiendo su coronación como Carlos VII de Francia, lo que ocurrió el 17 de julio de 1429. Dejó de oír sus voces interiores, no obstante que pidió permiso para volver a casa, ante la insistencia se quedó para, luego de dos batallas ser capturada entregándola los ingleses. Un tribunal eclesiástico la declaró culpable de herejía y hechicería. Luego fue llevada a la hoguera.
Hay una cantidad inmensa de relatos de personas que de una u otra manera han tenido una o más experiencias extrasensoriales. Al parecer, si fueran ocurrencias cerebrales fuera del ámbito de lo paranormal, involucra su percepción a personajes de una seriedad fuera de toda duda.
Hubo aquí en nuestra ciudad el caso de una señora adulta que me platicaba que su abuela antes de morir en sus brazos, viendo su tristeza y lágrimas en sus ojos, le decía que no se preocupara que ella regresaría. La anciana era una mujer devota, consagrada a hacer el bien a los demás, dedicada con fervor a obras piadosas. Señaló una fecha para su retorno que fue prodigioso pues ese día su cuarto se llenó de un olor a rosas, que eran sus preferidas. Huelga decir que la nieta ni ninguno de sus familiares llevó flores ese día. Así, hay un número incalculable de narraciones que escuchamos a través de los años. Hemos presenciado a familiares que a punto de morir cuando agonizan en su lecho, abren los ojos dirigiendo su mirada hacia arriba, musitando un nombre de un ser querido que desde tiempo atrás está muerto. En fin, son fenómenos paranormales de los que la ciencia no cuenta con una explicación. Si como dice el cantautor Alberto Cortez, estaba preparado para cuando cayera el telón finalizando su vida, de seguro en donde esté su alma debe estar filosofando mientras toca su guitarra. Descanse en paz Facundo Cabral.