'El Pana' cortó una oreja ayer en la Plaza de Toros México. (Notimex)
México, DF.- El puro en mano. Arrastre de zapatillas. Poca velocidad, pero sobra de personalidad taurina. Rodolfo Rodríguez "El Pana" le bastó un trasteo de mucha cadencia y temple para cortar una oreja. Arturo Saldívar también lo acompañó con otro apéndice para ser los triunfadores de la decimosegunda corrida de la Temporada Grande.
Esta vez llegó en limusina. Una anécdota más del diestro de Apizaco que, a sus 58 años, demostró que su arte taurino se catea diferente. Le arrancó una oreja a Galán, de la dehesa de San Isidro. Un cárdeno bragado meano que fue indulgente y cooperador al trasteo de El Pana.
Rodolfo Rodríguez partió plaza envuelto en un sarape de Saltillo en lugar del capote de paseo. Colocó su montera con los machos hacia arriba en lugar de dirigirlos hacia el cielo. Vivió la corrida desde la fase de matador, en lugar de los tendidos. Siempre en contra de los cánones taurinos, siempre bohemio a la fiesta brava.
El diestro tlaxcalteca inició su trasteo con pases cambiados. Llegaron las vitolinas y los engarzó con sentidos derechazos. Tandas de gran temple, cadencia añeja. Por momento pasó apuros con el viento, pero logró sobreponerse para confeccionar una faena importante.
Aventó su muleta en un desplante de valentía al hilar su mejor tanda. Conocido también como el Brujo de Apizaco, le bastó media estocada para darle muerte al primero de su lote. Los tendidos hicieron valer sus peticiones. Oreja otorgada por el respetable.
Como hace cuatro años, cuando anunciaba su retiro, "El Pana" dio vuelta al ruedo ante un público que lo quiere. Del numerado recibió un bolillo. Éste lo agarró y le dio una mordida. Besó el ruedo. Se sabía vencedor.
Para su segundo, falto de fuerza. Abrevió ante el poco juego mostrado. De nuevo, a saborear del puro desde el callejón. A su trayectoria, no hay nada que falte por demostrar.
Cuando la gente se llenaba de elogios por el siempre taurina faena confeccionada por el diestro español Alejandro Talavante, Arturo Saldívar volvió a forzar la atención de los presentes ante el señorial trasteo del sexto de la tarde.
El aguascalentense inició con bellas gaoneras y una atersada revolina. Con la muleta, agregó muletazos macizos que levantaron a los presentes. Aguilar ofreció colecciones lúcidas de tandas templadas.
Los alaridos de susto retumbaron. La fatalidad rondó el coso. Inclán, un cornidelantero respetable, levantó a Aguilar con una asta. El matador se levantó maltrecho. Regresó para realizar la muerte suprema y, pese a llegar al descabello, mereció una oreja por la tremenda faena.
En tanto que el diestro de Badajoz, con tres ejemplares, logró interesantes trasteos, malogrados por la espada.