EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Una vida

FEDERICO REYES HEROLES

Nacidos en Coahuila, Federico González Garza y su hermano Roque acompañaron a Madero en la aventura democrática. Eran sin embargo de personalidades muy diferentes, Federico se hizo abogado y Roque general revolucionario. Hay fotos que plasman el cariño entre los hermanos y sus posturas ante la vida: Roque de botas chaqueta y pistola al cinto y el abogado, Federico, con terno, reloj de cadena y algún expediente bajo el brazo. Los dos aparecen en la famosa fotografía de la "Casa Verde" entre Madero, Orozco, Carranza, Pino Suárez, Vázquez Gómez, Sánchez Azcona y otros. Pero su participación activa con Madero tendría costos. Apresado y perseguido durante el golpe, Federico tuvo que salir al exilio. Viviría varios años en Nueva York. Sin patrimonio alguno, su esposa y él tendrían que dedicarse a todo tipo de actividades para conseguir un sustento mínimo.

González Garza logró acreditarse en la Barra de Abogados de aquel país y pudo así litigar allá y mejorar su condición. Nueva York sería sin embargo, un punto de inflexión en la vida del abogado. Decepcionado relegaría la política y la pasaría a un segundo plano. El jurídico del Banco de México sería un buen hogar laboral. Se dedicaría a escribir y litigar. González Garza y su esposa perderían varios hijos pequeños, lo cual era muy común en la época. Se registran dos Mireyas, la primera viviría apenas unos meses y la segunda que moriría de tifoidea a los doce años. Sólo después se "lograría" Gloria a la que seguirían una hermana y un hermano. Pero el abogado, quien por edad hubiera podido ser el abuelo de sus hijos, no perdería su troquel original. Se había pagado su carrera como telegrafista. Entendía que la transmisión de las palabras tenía un costo en pesos y centavos. El principio lo aplicó al teléfono, de ahí su forma lacónica de expresarse por esa vía: "Decir señora espérola pórtico Cine Chapultepec cuatro PM" y colgaba para desesperación de su interlocutor que gritaba papi, papi, espera.

Gloria decidiría estudiar Relaciones Internacionales, pero como eso de que las mujeres estudiaran no estaba de moda y menos esas carreras nuevas, terminaría inscribiéndose en la Universidad Femenina de muy reciente creación. Al estar en el trámite la encargada pidió a la solicitante inscribir su nombre en un reluciente gran libro. Al abrir sus páginas e ir a la primera la encontró totalmente vacía, pero no hay nadie aquí, preguntó con sorpresa, para recibir la respuesta, usted es la primera alumna. Ya licenciada ingresaría el Servicio Exterior y a principios de los años cuarenta trabajaría en el Consulado de Nueva York. Mujer, profesionista, sola en el exterior, fue un bicho raro para esa época. Al regresar a México toparía en las vitrinas de una librería con un texto cuyo título, "La Carta de La Habana", le pareció tan aburrido, como raro el nombre del autor. Lo que nunca sospechó es que terminaría casada con el autor del nombre raro: Jesús Reyes Heroles.

Soy un truhán veracruzano, le lanzó él como explicación para pedirle que le auxiliara a servirse de un inmenso platón en una cena formal. Esa sinceridad llamó la atención de la licenciada. Vendría después un bombardeo de rosas que comenzó en una que se volvieron dos y tres y cuatro, aumentando día con día. Cayó.

Ya casada desarrollaría otra vocación, la de restaurar casas antiguas en zonas poco valuadas de la ciudad. En ello invertiría los dineritos que le dejaron sus padres. Chimalixtac y Tizapán fueron sus territorios. El gusto se convertiría en una pasión que la llevó a movilizar vecinos en defensa de sus barriadas y casonas. Hoy nos parecen de lo más natural, pero en esa época -principios de los sesenta- no era común. Enfrascados en la defensa de bienes inmuebles antiguos -poco valorados en esos tiempos de modernidad destructora- salvarían auténticas joyas como "La Casa Posadas", hoy sede de Conaculta.

De la rama materna heredaría la responsabilidad de conducir una fundación para la atención de lo que hoy denominamos "adultos mayores". El llamado tercer sector en México sigue siendo hoy todavía muy débil en cualquier comparación internacional. Hace más de medio siglo se hablaba de "caridad" que por fortuna evolucionó en asistencia privada. A esa fundación dedicaría cinco décadas de su vida. Harían de todo, desde atender a indigentes hasta establecer una maternidad. En esos momentos la atención médica para los pobres y la seguridad social del estado, llegaban a grupos muy pequeños. La asistencia privada suplía y todavía suple muchas de las necesidades de los más pobres.

La historia de Gloria hoy sólo tiene un sentido: recordar cuánto puede cambiar un país en el transcurso de una vida. Desde sus instituciones, la mortalidad infantil, el porcentaje de mujeres profesionistas, la movilidad social, hasta la forma como enfrentamos los retos humanitarios que tenemos enfrente. En momentos de tormenta y desesperanza las biografías concretas son una bocanada de esperanza. Descanse en paz.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 658031

elsiglo.mx