¿Va a llover?
En los últimos años, revisar el pronóstico del tiempo se ha convertido en un hábito para muchos. Algunos opinan que éste es cada vez más acertado, otros que los diversos medios nunca le atinan... Pero ¿se ha preguntado de dónde surge esa información y por qué a veces es más exacta?
Seguramente más de una vez antes de irse a dormir ha prendido la televisión para escuchar el pronóstico del tiempo, porque desea estar seguro de que su excursión programada para el día siguiente no se verá arruinada por un mal clima, o que la ropa que ha seleccionado es la adecuada. Y tal vez le han dicho que será un domingo soleado, con una temperatura de 26 grados y viento ligero. Sin embargo al despertar descubre que hay apenas 15 grados y llueve muy fuerte. Ante una situación así resulta normal quejarse de la poca eficacia de la predicción... Pero, ¿cuántas veces la información que consulta ha resultado atinada? Si llevara un registro es probable que notara que los casos de acierto suman más que los de error.
Para comprender cómo se elabora el pronóstico meteorológico es importante definir primero qué es el clima. El diccionario nos dice que se trata de un conjunto de condiciones atmosféricas que caracterizan a una región; no obstante la mayoría piensa que tales condiciones son temporales, que abarcan sólo la forma en que se comportará la capa de aire que rodea la Tierra en un día en particular. Pero va mucho más allá.
El estudio de los cambios climatológicos tiene orígenes muy antiguos, data de hace aproximadamente 23 siglos; los pioneros en este campo -como en otras tantas áreas- fueron los chinos. Antes y ahora, una forma cotidiana de prever la temperatura es la observación de fenómenos que nos rodean, y la experiencia con la observación previa. Por ejemplo si en una región semidesértica un día ha sido muy caluroso y súbitamente comienza a sentirse viento intenso, se puede inferir que al día siguiente descenderá el termómetro.
TECNOLOGÍA ESENCIAL
Desde hace décadas la tecnología es el principal aliado para la dictaminación del clima. A mediados del siglo XIX se desarrollaron los instrumentos más primitivos de medición como el barómetro, que calcula la presión atmosférica, esencial en el pronóstico meteorológico. Con la aparición del telégrafo en 1837 fue posible saber cómo estaba el ambiente en una localidad lejana de manera inmediata. Así se comenzaron a generar redes de monitoreo y colecta de datos, y se pudo ver que los patrones del clima no eran aleatorios sino que un fenómeno precede a otro: por ejemplo cuando la presión atmosférica baja y la humedad sube, se sabe que va a llover.
Hoy en día una estación meteorológica cuenta con al menos un barómetro, sensores de velocidad de viento (anemómetro) y dirección (veleta), de cantidad de precipitación (pluviómetro) y humedad relativa (higrómetro), de radiación solar (piranómetro) y por supuesto un termómetro.
Cada país posee sus propios centros climáticos dedicados a recabar información de una gran red de centrales repartidas por todo su territorio, además de mantener comunicación bilateral con instituciones de otros puntos del planeta. En México contamos con el Servicio Meteorológico Nacional. Esta institución fue inaugurada el 6 de marzo de 1877 durante el gobierno de Porfirio Díaz y se instaló en la azotea del Palacio Nacional. Actualmente este servicio depende de la Comisión Nacional del Agua, y lo usual es que los medios de comunicación mexicanos consulten a dicho organismo para ofrecer las predicciones a su auditorio.
Pero la evolución tecnológica ha hecho también posible que la gente no tenga que esperar a la transmisión de cierto programa para enterarse de las expectativas diarias o semanales del clima. Existen sitios especializados como The Weather Channel, que surgió a partir de un canal de televisión homónimo y a través de Internet informa en todo momento, minuto a minuto, las condiciones ambientales imperantes en prácticamente cualquier parte del mundo. Al ser una empresa dedicada 100 por ciento al estudio e información de la meteorología, cuenta con lo más avanzado en esta ciencia y personal altamente calificado, por lo cual incluso tiene la capacidad de elaborar pronósticos a plazos más largos, si bien hay que tomar en cuenta que al estar actualizando su información constantemente las estimaciones pueden cambiar, por ello lo más recomendable es vigilar los cálculos para periodos cortos.
EL CLIMA PARA HOY
Mientras más estaciones meteorológicas se tengan como apoyo y referencia, podrá lograrse una mejor comprensión del comportamiento del clima, y en consecuencia una predicción más fiel del mismo.
Aparte de las centrales terrestres existen instalaciones en el océano donde hay dispositivos que miden la temperatura del agua. Además, en esta era tecnológica los satélites de observación climática juegan un papel trascendental ya que nos permiten ver todo el planeta y medir con precisión grandes extensiones territoriales. Si a los datos generados en tierra y mar se suma la imagen de satélite, para el meteorólogo es menos complejo calcular por ejemplo si existen las condiciones para que se presente un huracán.
El pronóstico de eventos climáticos que van de lluvias a huracanes se apoya asimismo en un factor más: el archivo histórico; es decir, el registro que se tiene de cómo se ha comportado el clima en un lugar, en determinada época del año y con condiciones térmicas similares. Mientras más variables se agreguen a la ecuación, más compleja se volverá pero el vaticinio será de mayor exactitud.
Cabe mencionar que fenómenos cambiantes como El Niño y La Niña, el calentamiento global, el deterioro de la capa de ozono y otros tantos elementos que cada vez escuchamos mencionar más, son variables climáticas que han ido modificando los patrones históricos y regulares con los que la ciencia meteorológica estaba familiarizada: los huracanes de cierta magnitud ahora son más fuertes, las sequías más prolongadas... Ello sin duda contribuye a que en ocasiones las estimaciones que consultamos por televisión, radio o Internet no lleguen a concretarse.
Mantenernos informados sobre el clima, sus predicciones a corto plazo y sus cambios más notorios, nos permite no sólo prepararnos para pasar un grato fin de semana al aire libre, sino también que asumamos la responsabilidad de tomar medidas en lo que se refiere a la emisión de gases invernadero o bien al uso de energías alternativas.
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