"Todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura".
Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa, uno de los escritores más reconocidos y entrañables de la literatura contemporánea, recibió este 24 de noviembre el premio Una Vida por la Libertad de Caminos de la Libertad, un proyecto de Grupo Salinas.
Vargas Llosa empezó su trabajo narrativo con Los jefes, La ciudad y los perros, La casa verde y Conversaciones en la catedral. Fue uno de los principales representantes del boom latinoamericano. Como tantos autores e intelectuales de este grupo, era originalmente simpatizante de la izquierda y admirador del régimen de Fidel Castro en Cuba.
Los abusos del gobierno de Castro lo convirtieron en crítico. Vargas Llosa cuestionó el trato a los disidentes y a las minorías, por ejemplo, a los homosexuales. Su posición frente al gobierno castrista se volvió particularmente dura con el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla en 1971.
El desencanto ante el "socialismo real" lo llevó de manera gradual a un rechazo también de otros dogmas de la izquierda. Quizá porque era liberal en lo político y en lo social, no tardó mucho en aceptar también una filosofía liberal en lo económico. En los años ochenta se involucró en la política ante los intentos del presidente Alan García --entonces populista, aunque en un gobierno posterior también liberal-- de estatizar la banca nacional.
Vargas Llosa se postuló como candidato a la presidencia del Perú en 1990, pero fue derrotado por Alberto Fujimori. Su fracaso político terminó beneficiando a la literatura y al debate de las ideas. Como intelectual público ha sido mucho más importante para la vida del Perú y del mundo de lo que podría haber sido como político o incluso como presidente de la república. Novelas indispensables como Elogio de la madrastra, La fiesta del chivo, Travesuras de la niña mala y El sueño del celta quizá nunca se habrían escrito si el autor hubiera tenido que dedicar su tiempo a gobernar Perú.
Una vez que Vargas Llosa abandonó los dogmas de la izquierda, se hizo común que los intelectuales de izquierda lo descalificaran llamándolo derechista o incluso conservador. La verdad es que Vargas Llosa ha mantenido siempre una posición liberal, o sea, de defensa de la libertad. Ha cuestionado no sólo a regímenes autoritarios de izquierda, como el de Hugo Chávez en Venezuela y el de Castro en Cuba, sino también a las dictaduras de derecha, como la del chileno Augusto Pinochet o la del argentino Jorge Rafael Videla. En las elecciones por la presidencia del Perú de 2011 respaldó al izquierdista Ollanta Humala, que ganó los comicios, y no a la derechista Keiko Fujimori. Su argumento es que Keiko retornaría a las políticas autoritarias de su padre, Alberto.
La inclinación liberal de Vargas Llosa se refleja también, me parece, en la capacidad que ha tenido para transformarse como escritor. Conversaciones en la catedral es una obra compleja, exigente en el estilo y la inteligencia, muy al estilo de la literatura del boom de los sesenta. Otras narraciones posteriores, como Elogio de la madrastra y Travesuras de una niña mala, son lúdicas y deliciosamente eróticas. El sentido del humor es notable en éstas y otras novelas, como Pantaleón y las visitadoras y La tía Julia y el escribidor. Ahí radica, me parece, una de las grandes fortalezas del autor. Un liberal debe tener no sólo la capacidad de cambiar y de abandonar dogmas, sino también de reírse del mundo y, por supuesto, de sí mismo.
DAÑO MORAL
La Primera Sala de la Suprema Corte desechó el amparo promovido por La Jornada contra Letras Libres por daño moral. El periódico se considera calumniado por un artículo en el que se afirmaba que respaldaba a organizaciones terroristas como ETA. En un editorial contra el fallo La Jornada afirmó ayer que la Corte "incurre en el absurdo jurídico de establecer un derecho prácticamente absoluto, el de la libre expresión, en detrimento de otros". Es un fallo, sin embargo, con el que coincido.
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