Actor. El reconocido escritor personificó al rey Sahrigar en la obra teatral La Mil Noches y Una Noche.
MÉXICO, D.F.- Mario Vargas Llosa volvió a los escenarios convertido en el rey Sahrigar y también en Premio Nobel de Literatura. La noche del sábado el escritor, acompañado de la actriz peruana Vanessa Saba, estrenó en el Palacio de Bellas Artes la puesta en escena de Las Mil Noches y Una Noche, una versión de su autoría inspirada en el clásico universal.
El estreno en México de la obra y de Vargas Llosa como actor era más que esperado, por ello era extraño que la gente no llegara en la cantidad que se preveía, quizá porque la primera lluvia del año la había retrasado o quizá porque la organización del evento privado había invitado a muchas personas indiferentes al teatro.
"Otra vez en un escenario juntos, querida Vanessa", dijo Vargas Llosa al iniciar la función en un teatro que no alcanzó a llenarse. Este fue un estreno para invitados especiales organizado por Viva Perú, una oficina promotora de la cultura del país sudamericano dirigida por la modelo y ex miss Perú Ingrid Yrivarren.
A la obra asistieron el presidente Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, e intelectuales mexicanos como Juan Villoro, Enrique Krauze, el premio Nobel de Química Mario Molina, entre otros, así como empresarios, periodistas, estudiantes universitarios y miembros de la comunidad peruana afincada en México.
La noche, que quizá estuvo pensada para ser una gala fulgurante, nunca lo llegó a ser. Los numerosos asientos vacíos a lo largo de los tres pisos del teatro, el retraso de la obra, las fallas en el audio y una pieza con mucho diálogo y pobre propuesta escénica se sumaron para hacer que la noche organizada por Viva Perú fuera más bien deslucida.
LECTURA Y ESCENA Las Mil Noches y Una Noche es una reposición de la puesta en escena estrenada en España y representada en varias ciudades de ese país en 2008. En ella, el rey Sahrigar (Vargas Llosa) es seducido paulatinamente por la gracia verbal de Sherezada (Saba), quien impide que el rey la ejecute al amanecer, como a otras doncellas, dejándolo intrigado con los finales de sus cuentos.
El montaje minimalista y un texto que fue escrito más bien para leerse que para escenificarse, al final resultaron fatigosos. El escritor Mario Vargas Llosa incurrió en las mismas fallas de los autores de narrativa que incursionan en la dramaturgia: él escribió una obra poco escenificable, no porque fuera imposible llevar Las Mil Noches y Una Noche a un teatro, sino porque al hacerlo el resultado es una puesta en escena plana, monótona y, al final, un tanto aburrida.
En este sentido, la verdadera sorpresa fue ver a Vargas Llosa como actor.
Vestido con ropa blanca, el peruano cumplió ante el público como un arrojado actor amateur, aceptablemente dirigido por Luis Llosa.
El escritor-actor se desenvolvió con soltura por el renovado escenario de Bellas Artes y se mantuvo concentrado incluso en los repetidos momentos en que falló el audio del teatro. Su actuación, si bien no es para darle un premio, es una curiosidad apreciable e incluso sorprendente si, ya entrados en gastos, alguien se pregunta: ¿y de dónde saca energías y tiempo Mario Vargas Llosa para ensayar una obra de teatro si se le va la vida en escribir libros y artículos periodísticos, en dar clases y conferencias, en recibir premios y en devorar libros...?
Al concluir la obra, el público aplaudió agradecido pero sin el brío suficiente para que Vargas Llosa y Vanessa Saba reaparecieran en el escenario. La curiosidad ya había sido satisfecha: todos habían visto al nuevo Premio Nobel actuar, y éste lo había hecho más que decorosamente.