Jalar el gatillo era lo más lejos que podía llegar. Al menos para mí. Su desilusión creciente lo tatuó topado. Pedirle otra cosa era pedir peras al olmo y me costó la vida. Esto no lo escribo muerto. No pude, no tuve dedos. Más bien lo pienso ahora, justo encañonado, ahora que la bala viene a perforarme la frente, hacerme mierda. Cuando detrás de una treinta y ocho magnum de procedencia extranjera se oculta una cara que hasta creo sonríe.
Despacharme era lo más lejos que podía llegar. Al menos para mí. A ese chico lo supe desde siempre sin futuro en la colonia. Aquí donde se aniquilan progresos y destierran sueños. Donde se encalla en estatismos. Donde después de ir tierra abajo giras en redondo y regresas donde mismo gastando el doble consiguiendo nada. Se fragua entre despropósitos una necesidad inatendida. Incluso el sindicato tiene tomada la escuela. El vecino de trenzas despotrica por la crisis. Su madre desapareció hace años y hubo golpes. Algunos le golpearon la cabeza con una cruceta cuando niño. Otros lo balearon de cerca y escurrió su sangre como hilo de agua debajo de un puente. O lo orillaron a delinquir. El camión repleto que desapareció sin notificación mal hecha. Los antecedentes que le indagaron sin pedirle perdón, no sin antes vejarlo. Lo exhibieron desnudo en el espejo del cuarto. Comió una mierda podrida y casi se muere a vómitos. Conoció la celda y lo aleccionó un chota. Lo persiguió un tamarindo. Lo dejó ir un azul. Defraudó de nuevo en la calle sin pensarlo. Y me lamió las amígdalas esta noche, sin que yo estuviera listo: apareció de frente con la treinta y ocho engatillada para bajarme el dinero.
Lo mire con el rabillo del ojo pensando Ya valió m.., porque lo vi sin cordura. Tal vez por tanto thinner no me reconoció del barrio, su nariz chata a dos palmos exigiéndome la cartera. La Magnum revoloteaba ansiosa. La sensación de prever tu cráneo roto astillado alrededor del orificio. Sin que sirva estar quieto desistir, sucumbir. La hora que te toca toca. Las 9:03 post meridiano y nadie en la calle vacía, podría haber sido minuto antes o después pero fue tu hora. Como en los trenes las citas llegan sin contratiempos. Se abalanzó esquina abajo sacando la fusca, me entonó el patriótico himno del Hijo de p... dame todo lo que traigas o te vuelo la cabeza, y, entre nosotros, la Magnum era una vistosa pieza de metal, bonita para sentirle el peso.
Tranquilo -le dije, soy tu vecino... te conozco desde chavo.
Pero con el thinner, las macanas en el c... que le insertaron los chotas y tanto abandono era lo más lejos que podía llegar. Al menos en lo que a mí respecta.
Mi futuro se reflejó nítido en el temblor del cañón humeante. Me recordé desde la ventana, el mediodía que a cinturonazos expulsaron a su madre, o ese charquillo mugroso de la alcantarilla, donde creció divagando con sus monos hasta que las greñas comenzaron a despabilarse. Hasta que se dio cuenta de la mierda podrida. Hasta que su otro hermano se marchó no sé dónde, su padre abandonado. Desde esa ventana estuve viendo mi propio futuro de cañón humeante. Ya entonces encallábamos en estatismos, en callejones cerrados, tragar mierda y hágale como quiera.
Hágale como quiera, compadre, aquí se ch... -- me pareció escuchar.
Al fin de cuentas: ¿qué más podías esperar de él?
Salvo ponerle fin a nuestra historia.
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