Todas las mañanas, millones de propietarios de vehículos particulares en todo el país encienden motores. Es el momento del día en que inicia el ascenso paulatino en el consumo promedio diario de 773 mil barriles de gasolina.
Casi 123 millones de litros de este combustible se queman cada 24 horas en el país, que cuenta con uno de los parques vehiculares más viejos de entre los 31 países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
El Consejo Internacional de Transporte Limpio observó recién que, de las naciones que integran este organismo, sólo cinco carecen de políticas que impulsen la eficiencia en el transporte, entre ellas México.
Un total de 24 millones de automotores (66% son autos particulares) representan hoy día para México cientos de millones de kilogramos de dióxido de carbono (C02) arrojados en la atmósfera, en su mayoría por coches que sobrepasan la edad de diez años de antigüedad.
"Dado que el transporte es la segunda actividad más contaminante en México, al ser la segunda fuente de gases de efecto invernadero (causantes del cambio climático), debe ser uno de los sectores prioritarios para el desarrollo de políticas públicas", observa un reporte de Poder del Consumidor.
La información disponible en entidades como la Secretaría de Energía (Sener), Comunicaciones y Transportes (SCT), Economía (SE), de las asociaciones mexicanas de la Industria Automotriz (AMIA) y de Distribuidores de Automotores (AMDA), da cuenta de que en México no existe una estrategia para abatir el problema de contaminación derivado del transporte público y privado.
Lo que sí existe en abundancia son los análisis prospectivos, por parte de la Sener, de cuánto se consumirá de gasolinas y diesel entre 2010 y 2025, así como el de la posible venta de vehículos a gasolina.
Se habla de proyectos que desde hace varios años se han pospuesto, entre ellos el de producir también biocombustibles.
También existe un reporte respecto a la producción de combustibles amigables al ambiente para los próximos 15 años. Se supone que Pemex Refinación realizará inversiones para producir combustibles de ultra bajo azufre (UBA).
Para ello construiría ocho plantas de postratamiento catalítico de gasolinas y cinco plantas hidrodesulfuradoras de diesel, así como la instalación de complejos complementarios y la modernización de 18 factorías de destilados intermedios. Todo está en el análisis, pero no existe un plan que explique cómo y cuándo se harán esas inversiones.
Y de lo que no hay siquiera un plan es sobre el futuro de los más de 5 millones de autos viejos que ya se importaron desde Estados Unidos, y cómo se evitará su circulación para disminuir la emisión de contaminantes.
Menos aún de los autos que se importan cada día y los que entrarán en los años por venir al amparo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Cada año, 250 mil vehículos entran a la circulación tan sólo en la Ciudad de México. "Eso sucede sin que los consumidores tengan información sobre la eficiencia de los automotores, en un escenario de aumento constante del precio del combustible", lamenta el informe de Poder del Consumidor. Por ahora, no hay estrategia entre Gobierno y empresas. ¿Cuánto habrá que esperar?