En la crisis en Yemen, Egipto, Libia, Jordania, Túnez y otros países del Medio Oriente, la encrespada ciudadanía exige democracia, libertad, derecho al voto, la creación de partidos políticos, instauración del parlamento, convocar a la elección de una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución, basada en el principio de la soberanía, libertad de expresión, transición democrática.
Mientras en esas latitudes se debaten en una lucha fratricida por conquistas revolucionarias, en nuestra patria gozamos de eso y mucho más, pero nuestros partidos políticos se han encargado de dilapidar el bono democrático con el que en 2000 llegamos con éxito a nuestra transición.
En los últimos 36 años, cíclicamente hemos vivido en crisis; de una crisis económica tras otra, pasamos a una crisis política, ahora se une a la crisis del desempleo y de la pobreza extrema, la de la inseguridad.
A nivel federal iniciaron una "guerra contra el narcotráfico" sin tener los recursos, la estrategia, la profesionalización, la capacitación, la especialización y la evaluación de las policías estatales y municipales, mucho menos contar con el apoyo de los legisladores norteamericanos para frenar la venta de armas. Lo único que hicieron fue mover el avispero y dejárnoslo a los inermes ciudadanos, que "ya no queremos queso... sino salir de la tronadera de granadas y ametralladoras en las calles".
Pareciese que el único alivio que tenemos es la alegría de nuestros niños que inocentes, ríen ante cualquier cosa, acallando el flagelo que cargamos a cuestas por los secuestros, fuegos cruzados, extorsiones, por la inusual violencia en nuestra región, en bares, gasolineras, calles, ejidos, carreteras, que a todos nos traen con "el Jesús en la boca".
Bueno sería que aprendiéramos de Albert Einstein lo que decía sobre la crisis: "No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progreso. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis, se supera a sí mismo sin quedar superado.
"Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia... Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla".
Para concluir, permítame contarle un viejo chiste que me encanta (cualquier parecido con algunos funcionarios federales... es pura coincidencia) y que parafraseo para usted: "Hace varios ayeres en Güémez, después de tomar protesta el presidente municipal, con acuerdo del cabildo designó a Calcáneo como tesorero municipal, quien venía precedido de una buena fama ganada por su doctorado en finanzas que recién había concluido en el extranjero.
El joven doctor llegaba a su tierra natal determinado a transformar la Tesorería Municipal en la más productiva de Tamaulipas. El primer día, acompañado de dos de sus asesores, realizó una visita de inspección al personal.
En la oficina, todos trabajaban en la recaudación del predial mientras un muchacho tranquilamente reposaba en una silla recargada a la pared con las manos en los bolsillos. Considerando que era una excelente oportunidad para demostrar su filosofía de productividad laboral, el tesorero preguntó al joven:
"Oye ¿cuánto ganas por mes"
"¡2,500 pesos, señor! Respondió el joven sin saber el porqué de la pregunta. El doctor en finanzas y tesorero municipal de Güémez, sacó de su bolsillo, los 2,500 pesos y, tratando de que la lección fuese asimilada por todos, se los dio al muchacho diciéndole:
"Aquí tienes tu salario del mes y... ¡vete de aquí inmediatamente! No te quiero ver en esta Tesorería ¡jamás!"
El joven inmediatamente se echó el dinero a la bolsa y conforme las órdenes recibidas, presuroso salió del edificio. El doctor y tesorero municipal, hinchado de orgullo, pregunta a las secretarias que tan apurada como eficientemente continuaban cobrando y laborando:
"¿Alguna de ustedes sabe lo que este muchacho hacía aquí?"
"¡Sí señor! -respondió Doña Jovita, la más antigua empleada del municipio? ¡Viene a vender pizza!"