Veneno que cura y embellece
Desde siempre, el deseo de prolongar la juventud, al menos en lo que al aspecto físico se refiere, el ser humano, y de forma muy especial la mujer, ha tratado a toda costa de encontrar la fórmula que les permita lucir radiantes por más tiempo, evitando así que las líneas de expresión, llamadas comúnmente arrugas, hagan su aparición.
Ante ello, la ciencia y la tecnología han estado presentes, con la finalidad de buscar y encontrar las fórmulas que permitan hacer frente a este mercado cada vez más demandante, integrado por millones de seres humanos que a toda costa buscan la llamada “Fuente de la Eterna Juventud’’.
Uno de los descubrimientos que ha surgido y se ha apoderado del mercado de la belleza, se refiere a la toxina botulínica, comercialmente conocida como “Botox’’, una de las más venenosas conocidas por la humanidad y que irónicamente se ha convertido en una de las más demandadas con fines cosméticos, aunque también suele ser un excelente fármaco, utilizado para el tratamiento de diversos padecimientos.
En la actualidad, el Botox es una de las opciones más recurrentes para lograr mejorar el aspecto facial de los pacientes que buscan reducir las líneas de expresión (arrugas), mismo que ha demostrado su efectividad, sin que ello signifique que sea ciento por ciento seguro, ya que su mal uso, puede desatar serios problemas para el paciente, de ahí la importancia de que este sea aplicado por personal altamente preparado en la materia y bajo un estricto control.
El Botox se inyecta en forma directa en los músculos que generan las arrugas, los paraliza y provoca con ello que la piel se vuelva a estirar. Con esta sustancia inyectada, se evita que el músculo se contraiga y su efecto dura por espacio de cuatro a seis meses, siendo hasta entonces cuando se puede volver a recibir una nueva dosis.
En este proceso con fines de cosméticos, es determinante respetar los plazos establecidos para recibir una dosis de botox, ya que bajo ninguna circunstancia se podrá aplicar una doble dosis en una misma sesión, ni dentro del lapso de seis meses, caso contrario, los riesgos para la salud del paciente serán muy altos.
En su deseo de erradicar o de retardar el regreso de las arrugas, hay quienes suelen caer en el uso excesivo de esta sustancia y desarrollan cierta adicción por ella, al considerarla como la gran solución a su problema. Esta práctica sin el debido control, provoca la pérdida de expresividad en su rostro, además de serios problemas de salud, donde figuran trastornos de deglución y problemas al hablar, respirar y un debilitamiento muscular, que al paso del tiempo agrandará el problema y provocará que el rostro quede aún más dañado que como originalmente se encontraba.
La botulínica o botulina, es una neurotoxina elaborada por la bacteria Clostridium botulinum y es un agente de intoxicación o envenenamiento que puede ser mortal, aunque también se usa como eficaz medicamento y cosmético.
Como arma química o biológica es considerada extremadamente peligrosa y de destrucción masiva, prohibida por las Convenciones de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas.
La toxicidad del Botox es tal que la ingestión de mínimas cantidades pueden provocar la muerte. El ingerir alimentos contaminados por toxina botulínica preformada genera en el organismo botulismo, una enfermedad que se caracteriza por provocar diversas alteraciones, como sequedad de boca, náuseas y vómitos, además de una parálisis muscular progresiva, capaz de paralizar los músculos respiratorios con consecuencias fatales.
Existen siete distintas formas neurotoxina botulínica, las cuales van de la TbA hasta la TbG. Los subtipos más usados para aplicación médica o estética, son la toxina botulínica tipo A (TbA) y la toxina botulínica tipo B (TbB).
Aplicaciones médicas del botox
De acuerdo a datos históricos, fue en 1977 cuando el oftalmólogo norteamericano utilizó el Botox para la corrección de estrabismo, caracterizado por la hiperactividad que registran los músculos destinados a movilizar el globo ocular y a partir de ahí las investigaciones científicas sobre el Botox, han permitido encontrar mayores beneficios para el ser humano.
Su aplicación se ha extendido a diversos tratamientos médicos, que permiten controlar diferentes padecimientos, entre los que se encuentran la incontinencia urinaria, la sudoración excesiva o la producción excesiva de saliva, padecimientos en los cuales suele tenerse resultados excelentes.
También el área de neurología es una especialidad donde la toxina botulínica aporta sus beneficios, principalmente en padecimientos donde los pacientes presentan movimientos musculares involuntarios, además se utiliza para tratamiento de migraña y los estudios siguen abiertos, en busca de que sea la solución para otros padecimientos.
Cuidados al administrarse
El uso de Botox está prohibido en el caso de mujeres embarazadas y aún durante la lactancia materna. Para su uso, los pacientes deberán informar a su médico anticipadamente si están tomando antibióticos o si presentan problemas de tipo nervioso o muscular, a fin de evitar reacciones negativas.
El personal médico que aplique esta sustancia, deberá necesariamente explicar al paciente sobre los riesgos que ello representa y dar todas las recomendaciones necesarias sobre qué hacer en caso de que se presenten algunas reacciones al mismo.
Su uso en guerras
Por ser un agente altamente venenoso y por tanto dañino, la toxina botulínica ha sido en muchas ocasiones utilizada como arma biológica en diversos conflictos bélicos, lo que ha provocado que haya sido prohibida a nivel mundial, luego de varias lamentables experiencias.
En las guerras, ha quedado registrado su uso, siempre con lamentables resultados en contra de la sociedad civil y las tropas participantes. Así, se habla del conflicto a inicios del Siglo XX entre Japón y China, la Segunda Guerra Mundial con las armas bioquímicas que desarrollo el régimen de Adolfo Hitler o las que preparaban Canadá y Estados Unidos en esta misma etapa de la historia.
Más reciente se habló mucho de las producidas la desaparecida URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) o por Irak, durante el mandato de Saddam Hussein, además de existir otras naciones que están en el ojo del huracán, según sospechas de organismos internacionales que están en contra de este tipo de armas. Por ello, la producción o uso de las mismas ha sido prohibido por la Convención de Ginebra y la Convención de Armas Químicas.