Sin temor a equivocarme, puedo decir que no hay sonido más hermoso que la risa de un niño; escuchar sus gritos y emoción, o ver en sus ojos el rayito de alegría que aparece cuando descubren algo nuevo, es una de esas experiencias que te quitan el aliento.
Aprender a sonreír, encontrar la belleza en los pequeños detalles y conocer el mundo a través de los demás sentidos es algo que los niños de Ver Contigo aprenden día a día; y con cada acto nos demuestran que la alegría de vivir consiste en poder ver con el corazón.
Los niños ciegos y de visión baja que nos regalan un poquito de su amor en la asociación, nos enseñan que los retos son sólo una manera de alcanzar los objetivos, nos enseñan que los sueños pueden hacerse realidad, que nada es imposible y que con voluntad, amor y comprensión, el mundo puede cambiar.
Si no me creen, pregúntenle a Manolo de 10 años, con visión baja profunda en el ojo derecho y visión baja moderada en el ojo izquierdo. Ávido de información, siempre preguntando sobre lo que está a su alrededor, con una sed infinita de conocimiento.
Pregúntenle a Edson de 15 años y con visión baja profunda. Un joven maduro, inteligente y comprometido, con unas ganas de salir adelante que cualquiera admiraría y con todas las herramientas necesarias para convertirse en el gran psicólogo que anhela ser.
Conozcan a Roberto de 11 años con visión baja profunda o a Axel de 9 años con ceguera total; ambos con una actitud maravillosa ante la vida, siempre jugando y disfrutando cada detalle que les brinda el mundo, ejemplos de orientación y movilidad, del manejo del sistema braille y con total inclusión social y escolar.
Conozcan a Gustavo, Silvana, Valentina o Alexa, conozcan a cada uno de nuestros niños, conozcan sus habilidades y destrezas, observen cómo se incluyen en la vida diaria, cómo juegan, aprenden y sonríen tal como cualquier otro niño de su edad.
Te doy de nuevo la bienvenida a este espacio, donde te presentaré a angelitos llenos de características especiales y maravillosas que los hacen tan inteligentes, atentos y capaces como cualquier otro. A partir de hoy y cada semana, te invito a conocer a nuestros niños, pero sobre todo, a aprender de ellos; para que mediante sus historias podamos comprender que aún en la más profunda oscuridad es posible caminar, siempre y cuando un rayito de amor ilumine tu vida.
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