Cuélgate la mochila y vete a dar “el rol” con tus amigos por uno de estos tres rincones de México.
MÉXICO, DF.- Llegaron las vacaciones. Saca los ahorros y la casa de campaña para disfrutar de la Isla Espíritu Santo, la costera michoacana o de Ixtapa Zihuatanejo.
Espíritus aventureros
La lancha se aleja del muelle. Los pescadores han vuelto de su jornada laboral. Para La Paz la rutina cotidiana ha comenzado; para nosotros, la aventura. Vamos acompañados de nuestras mochilas, casa de campaña y Miguel, el más abusado, de su kayak.
En la calle Ocampo (entre Revolución y Aquiles Serdán) tramitamos en la SEMARNAT nuestro permiso para una estadía dentro de la reserva ecológica de la Isla Espíritu Santo. Por 50 pesos obtenemos el brazalete que nos permite el acceso. Tenemos una sonrisa, el trámite no es engorroso y sólo nos pidieron nuestra IFE.
En el muelle negociamos con un lanchero para que nos lleve a nuestro destino. Somos un grupo de cinco personas, así que nos toca cooperar con 100 pesos para pagar el transporte acuático. En una hora hemos llegado.
Una muralla de piedra volcánica nos protege del viento procedente del oeste. Diez metros separan nuestras casas de campaña de la orilla del Mar de Cortés. El color turquesa del mar contrasta con lo rojizo de sus enormes riscos.
El lanchero nos comenta que, durante el día, personal de la SEMARNAT patrulla la zona por si surge algún contratiempo. Estamos en territorio seguro.
Tras tender nuestro hogar provisional, empezamos a preparar la comida. Los víveres los hemos comprado en un supermercado de La Paz. Las fogatas están prohibidas, así que sólo nos alimentamos de comida enlatada, barras de granola y jugos.
El primer día lo agotamos tumbados bajo los rayos del sol y esnorqueleando cerca de la orilla para ver rayas, una que otra tortuga y corales. El equipo de esnórquel lo rentamos en el muelle por 50 pesos, incluye chaleco salvavidas.
Explorando
Es momento de utilizar el kayak para darle la vuelta al islote El Gallo. Aquí los saguaros parecen ser los guardianes de la zona. Derechos, como soldaditos de plomo, se levantan a una altura de casi siete metros, proporcionando espacios de sombra que agradecemos bajo una temperatura de 37° C.
El paso de la primavera aún se puede ver en sus flores amarillas, rojas y rosas que brotan de sus brazos espinosos. Las gaviotas y las iguanas también se pasean por aquí. En nuestro andar hemos encontrado otro grupo de amigos acampando. Unimos nuestras aventuras y el presupuesto alcanza para contratar el tradicional tour que te lleva a nadar con lobos marinos.
El catamarán ha pasado por nosotros a las nueve de la mañana. Los Islotes, en donde está la lobera, se encuentra a 30 minutos del islote El Gallo.
A bordo llevamos música y alimentos. El lujo nos cuesta 700 pesos por persona, pero nos incluye equipo de esnórquel y buzos certificados.
A cinco metros de distancia se detiene el motor de la embarcación. Nosotros ya estamos listos.
Los lobos marinos están ahí. Las hembras llaman a las crías, los machos defienden su harem. Los jóvenes se postran en las rocas para tomar el sol y el guía sólo nos dice que disfrutemos.
Nos lanzamos al mar. Introducimos la cabeza y comienza el espectáculo submarino. Los vemos pasar de un lado a otro persiguiendo cardúmenes de sardinas y jugueteando a nuestro alrededor, como siempre los jóvenes son los más inquietos. Nuestras aletas llaman la atención. Aunque se nos acerquen tanto, hasta sentir sus bigotes en las piernas, no podemos tocarlos.
Interactuamos por 40 minutos. La partida al campamento es inevitable, así como levantarlo y no dejar rastros de basura. Nuestra aventura nos lleva de nuevo a La Paz, ahí en su malecón, donde se rentan bicicletas por 100 pesos o donde también se organizan competencias improvisadas de clavados mientras llega el atardecer, degustando un taco de camarón (15 pesos) del Bismarkcito. El astro rey no decepciona, se duerme pintando el cielo de tonos rosas hasta llegar al rojo.