Hace dos semanas, en su visita a Torreón, el Presidente Felipe Calderón anunció que daría instrucciones al secretario de Gobernación, Francisco Blake, para que se diera una vuelta por estas tierras a revisar el problema de la inseguridad y atender la petición de empresarios de mayor presencia de fuerzas federales. Quizá anticipando que nadie le iba a creer al “preciso”, porque cuando estuvo aquí don Francisco hace mes y medio no arregló nada, miembros del círculo presidencial quisieron embellecer la promesa y dijeron a nuestros subagentes que era cosa de días para que el jefazo de Gobernación diera un anuncio importante. “Inminente”, dijeron, pero fue puro cuento, pues de eso hace ya quince días y no ha pasado absolutamente nada.
Por el contrario, el gremio “ipeco” que estaba presente en la comida con don Felipe, se vio sacudido, junto con la comunidad lagunera, por el asesinato del empresario Carlos Valdés Berlanga el fin de semana pasado. Fieles a la costumbre de tapar el pozo después de ahogado el niño, autoridades federales y estatales tuvieron ayer una reunión para “reforzar” las estrategias de combate al crimen mientras la sociedad lagunera clama un “ya basta”. Fue necesario un crimen de alto impacto para que las autoridades se dieran cuenta de lo mal que están las cosas en la región, aunque las estadísticas (que el mismo presidente minimizó) muestran desde hace rato que este año pinta más violento que el año pasado y hasta ahora no ha sucedido nada. Por cierto, resulta curioso que el gober Jorge Torres, muy presto para condenar y lamentar hechos violentos en Saltillo, no ha dicho una palabra sobre lo ocurrido en Torreón. ¿Por qué será? ¿Le habrán comido la lengua los ratones?
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En medio de esta ola de violencia, en una noticia que pasó medio desapercibida por las vacaciones, el gobierno de Estados Unidos renovó su alerta de viajes en México y refrendó el peligro que se vive en la Comarca Lagunera, tanto de Coahuila como de Durango. Como era de esperarse, las autoridades nomás reaccionaron rasgándose las vestiduras por la paranoia gringa, sin reparar en que el documento del Departamento de Estado indica aumentos “dramáticos” de hechos violentos en la región. Es la tercera vez que se lanza esta advertencia sobre La Laguna, con el consabido impacto que eso tiene en la llegada de inversión extranjera. Lo curioso es que la alerta incluyó por primera vez a la peronera capital, que fue calificada como una ciudad donde hay que tomar precauciones ante una reciente cadena de hechos violentos. Conociendo la debilidad que en el “Gobierno de la Gente” tienen por Saltillo, esta vez ya les picaron donde les duele y probablemente se pondrán las pilas. El problema es que, como suele suceder, las autoridades se aplicarán nomás del lado de Saltillo y La Laguna seguirá en las mismas. Ya se sabe que, al menos en Twitter, la Fiscalía General de Coahuila parece más la Fiscalía General de Saltillo.
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No sólo en Estados Unidos se advirtió sobre la inseguridad en Coahuila y Durango, también el gobierno de España lanzó una alerta de viaje que incluyó a la región, pero esto pasó desapercibido para el Embajador de México, Jorge Zermeño, quien por las mismas fechas apareció en un reportaje de Televisión Española que muestra a su esposa, Astrid Casale, faroleándose en su residencia de Madrid. En el programa difundido hace unos días la pareja lagunera describe su vida en la misión diplomática, mientras doña Astrid enseña los rincones de la casa ubicada en el exclusivo barrio de Salamanca y que es calificada como un “palacete” por la periodista que hizo la entrevista. La esposa del embajador incluso dice que tiene parecido con la princesa Letizia porque ella “también era periodista y conoció a su príncipe”. Viendo la situación del país, la frivolidad del reportaje provocó comentarios duros y burlones en varios sectores de la prensa nacional, que se están dando vuelo. A lo mejor don Jorge no sabía que eso de exhibir cómo viven los diplomáticos mexicanos no es bien visto en la Cancillería, donde el año pasado regañaron la Embajador en Estados Unidos, Arturo Sarukhán, por prestarse a una sesión de fotos en una revista del corazón mostrando su residencia en Washington. A ver si a don Jorge no le llega el mismo regaño, aunque es de suponerse que a él le ordenaron que se peinara e hiciera el papelito ante la amenaza de tenerse que ir a comer a una fonda de la Gran Vía.
Por el contrario, el gremio “ipeco” que estaba presente en la comida con don Felipe, se vio sacudido, junto con la comunidad lagunera, por el asesinato del empresario Carlos Valdés Berlanga el fin de semana pasado. Fieles a la costumbre de tapar el pozo después de ahogado el niño, autoridades federales y estatales tuvieron ayer una reunión para “reforzar” las estrategias de combate al crimen mientras la sociedad lagunera clama un “ya basta”. Fue necesario un crimen de alto impacto para que las autoridades se dieran cuenta de lo mal que están las cosas en la región, aunque las estadísticas (que el mismo presidente minimizó) muestran desde hace rato que este año pinta más violento que el año pasado y hasta ahora no ha sucedido nada. Por cierto, resulta curioso que el gober Jorge Torres, muy presto para condenar y lamentar hechos violentos en Saltillo, no ha dicho una palabra sobre lo ocurrido en Torreón. ¿Por qué será? ¿Le habrán comido la lengua los ratones?
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Nuestros subagentes en el mundo empresarial recogieron un rumor que, de ser cierto, daría más evidencia al desequilibrio que hay en la llegada de inversiones a Saltillo y Torreón, que en el último conteo fue de 11 a 1, pero que el jefazo de Fomento Económico, Marcos Durán, califica como una “leyenda”. Dicen los subagentes que la firma automotriz italiana Fiat anda considerando abrir una armadora en la peronera capital, con una considerable inversión y, por lo tanto, generación de empleos, de lo que sería la cuarta armadora de vehículos en la región Sureste. Al parecer, Fiat se apoya en su participación accionaria en Chrysler para consolidar algunas operaciones en México y Saltillo sería la opción lógica por la actividad que ya tiene la armadora estadounidense. La llegada de Fiat estaría aparejada con el rechazo de una armadora japonesa a instalarse en Torreón a pesar de un paquete de incentivos y sería una prueba más de la ventaja que el Sureste tiene frente a La Laguna en infraestructura industrial, un desbalance que no se ha corregido en los últimos años y que parece agravarse. Estaremos pendientes.
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En el PAN todavía no se explican el exabrupto de la diputada del PRD Mary Thelma Guajardo, que anunció la salida de su partido de la alianza opositora que postularía al primer comadre Guillermo Anaya a la gubernatura. La debilidad de la coalición ya se veía desde hace rato, pero las declaraciones de doña Thelma agarraron desprevenidos a los blanquiazules que todavía esperaban poder convencer a los perredistas de quedarse en la alianza. La manzana de la discordia sigue siendo el coordinador de la campaña de don Memo, Fernando Gutiérrez, que encabeza la lista de candidatos a diputados plurinominales, posición que el PRD quería para su dirigente Gustavo de la Rosa. Algunos panistas insisten en que doña Thelma en realidad actúa bajo las órdenes del aspirino tricolor Rubén Moreira y aseguran que el PRI intenta descarrilar la alianza. Pero en otros círculos azules las lágrimas por la coalición fallida son medio fingidas, pues en realidad hay beneplácito por sacudirse a los perredistas que, aseguran, se iban a colgar del PAN porque su aportación de votos el 3 de julio será mínima. Los que estarían más contentos son los de la Unión Democrática Coahuilense, el otro partido en la coalición, pues la salida del PRD les garantiza el segundo lugar en la lista de “pluris” y así el dueño (perdón, líder) del partido, Evaristo Lenin Pérez, llegaría a cobrar la muy jugosa dieta de diputado. Aunque la salida del PRD de la alianza se iba a decidir en una reunión del consejo estatal el 30 de abril, el madruguete de doña Thelma indica que irán mejor solos que mal acompañados, aunque eso signifique pasar a la irrelevancia como partido en Coahuila.