Triple chamba va a tener este domingo el General Marco Antonio González Barreda, jefazo de la XI Región Militar. En su faceta de “mando único”, el comandante trae encima el operativo contra el crimen organizado más el despliegue de seguridad para dar tranquilidad a la jornada electoral, pero nuestros subagentes comentan que debe añadir otro pendiente: amarrarle las manos a policías que, por oficiosos, busquen alborotar la elección. No es una preocupación infundada, pues en elecciones anteriores se han registrado incidentes, principalmente con policías estatales que merodean armados por las casillas, no con el objetivo de dar seguridad, sino con el afán de intimidar votantes, según testimonios recogidos en las elecciones de 2008 y 2009. También está el caso de Durango, donde la violencia alrededor de casillas dio mucho de qué hablar. Como se recordará, el año pasado en Durango las elecciones incluyeron balaceras en varias casillas en Gómez Palacio, y luego paquetes electorales con boletas fueron encontrados en el auto de un agente de la Dirección Estatal de Investigaciones. Y a lo mejor los vecinos aprendieron bien, pues ya se comenta que el día de la elección se echará a volar la maquinaria del rumor sobre hechos violentos para atemorizar a votantes y no se descarta que a alguien en la Fiscalía General del Estado se le ocurra pasarse de listo por hacerle un favor al PRI, partido que actualmente controla las corporaciones policiacas en La Laguna. Claro que tampoco se descarta que la Policía Federal pueda ser usada con fines partidistas para echarle una manita a los candidatos del PAN. Por eso el General González Barreda va a tener que estar muy pendiente para amarrarle las manos a cualquiera que busque meterle ruido a la elección para llevar agua a su molino.
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Mientras que la atención del electorado en esta campaña se centró en la contienda para gobernador, que a su vez se enfocó principalmente en la “guerra sucia”, la carrera por las diputaciones locales pasó más desapercibida, pero la forma en que se llevó a cabo prácticamente garantiza que el PRI, como si fueran los viejos tiempos, va a controlar 23 de las 25 curules de la próxima Legislatura Estatal. Se anticipa que el tricolor se lleve “carro completo” en los 16 distritos. En Torreón, se vaticina que Rodrígo Fuentes saque el mayor margen, pero sería Antonio Juan Marcos el que más votos aportaría en virtud del tamaño de su distrito. El único escenario de derrota que tiene el tricolor es en Sabinas, en donde la candidata del PRI ha sufrido por las divisiones entre los principales operadores del partido. Pero el tricolor no va a ganar todos los distritos, pues resulta que dos de sus candidatos, Francisco Dávila en Torreón y Víctor Zamora en Saltillo, en realidad contienden bajo las siglas del Partido Palero (perdón, Primero) Coahuila, membrete que lleva al PRI aliado en esos dos distritos. La movida fue diseñada de tal manera que el partido pueda meter dos “pluris” y así darle chamba al ex gober Eliseo Mendoza Berrueto, que se perfila como pastor del rebaño. Así, el PRI ganaría 14 distritos, más dos en la alianza con el PPC y otras dos plurinominales, a las que buscan añadir cinco que se asignarían a las rémoras que traen en alianza, para darle chamba a personajes como Norberto Ríos, del PPC, José Refugio Sandoval, del Verde o Simón Vargas, de Nueva Alianza, entre otros, pero que serían controlados desde el Palacio Rosa. De esta forma, la oposición la formarán sólo el panista Fernando Gutiérrez y la udecista Norma Delgado, que resultaría una diputada “juanita” pues pediría licencia para entregarle la curul a Evaristo Lenin Pérez, dueño de lo que queda de la UDC. Ya nomás faltaría que el PRI “volteara” a estos dos futuros curulecos para controlar todo el Congreso.
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Uno de los personajes más comentados durante la campaña fue el español Antonio Solá, estratega electoral del PAN, autor de la idea de que el “Peje” López Obrador era (es) un “peligro para México” y, según cuentan, también de la campaña “No al Hermano”. Con estos antecedentes, el sentido común indicaría que los panistas debían tomar distancia pública de don Antonio para que no fueran a salir los nexos que confirmaran una “guerra sucia”. Sin embargo, sucedió todo lo contrario y en la red social de Facebook ya circula una foto en la que el estratega electoral aparece abrazado con el muy sonriente aspirino a diputado, Alfonso Zermeño. La imagen fue tomada en el cierre de campaña del candidato Guillermo Anaya, por lo que algunos panistas se están rascando la cabeza explicándose por qué el español fue invitado al mitin, cuando debieron refundirlo en un baúl.
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La visión metropolitana entre los funcionarios de La Laguna normalmente es nula cuando se trata de armonizar el desarrollo, las normas o la infraestructura de los municipios conurbados, pero sale para lo realmente importante: las elecciones. Durante la campaña en Coahuila, la hermana ciudad de Gómez Palacio tuvo a bien mandar a varios operadores priistas para jalar en la campaña de Rubén Moreira y los candidatos a diputados, gracias a los buenos oficios del secretario general adjunto del PRI, Ricardo Rebollo, que debía pagarle el favor por la chamba al jefazo Humberto Moreira. De esta forma los funcionarios gomezpalatinos no tuvieron empacho en descuidar su trabajo a favor de los ciudadanos que les pagan el sueldo y cruzaron el Nazas para hacer talacha y grilla. Parece que aprendieron bien de los funcionarios federales panistas de Coahuila que el año pasado se fueron a operar elecciones a Durango (los del PRI andaban en Zacatecas). Se agradece que tengan esta idea de que vivimos en una zona metropolitana con retos y problemas comunes. Sólo sería bueno que pusieran sus esfuerzos en donde realmente vale la pena.
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La Suprema Corte ya decidió que los estados deben, inmediatamente, asumir tareas de combate a narcomenudeo, y no hasta 2012 como estaba contemplado en una nueva ley, pero resulta claro que los gobiernos de Coahuila y Durango no tienen la menor idea, ni mucho menos estrategia, recursos o intenciones de entrarle a frenar este delito que ha desgarrado la fibra de nuestras comunidades y provocado una violencia inimaginable. Durante un año las fiscalías y los congresos de ambos estados se han hecho “patos” con leyes que no hacen cumplir. Ahora, ni siquiera las plataformas de los partidos en la elección de Coahuila presentan una línea clara de cómo prevenir y castigar este delito, más allá de lugares comunes sobre prevención de adicciones. ¿Fue una omisión o de plano no les interesa?
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Ahora que el grito de ¡FUA! se ha vuelto “viral” en el ciberespacio, como una consigna para “sacar el extra” ante las adversidades, en palabras de un sabio borracho nayarita, nuestros subagentes ya comentan que esta Fuerza Universal Aplicada puede convertirse en un factor decisivo de las elecciones, en las que triunfaría el candidato que pueda sacar los mayores niveles de ¡FUA! No será el priista Rubén Moreira, ni el panista Guillermo Anaya, mucho menos el petista-convergente Jesús González Schmall. ¿Quién será? Pues el perredista Genaro ¡FUA!-ntos. A ver si le ayuda en algo.