A un año y medio de la administración del alcalde Eduardo Olmos, todavía nadie sabe cuáles son los criterios que utiliza para contratar funcionarios, porque varios casos recientes han puesto en evidencia conflictos derivados de la falta de supervisión y don Lalo apenas empieza a poner algo de orden. Por ejemplo, la remodelación del bulevar Constitución descubrió pugnas entre los directores de Obras Públicas, Miguel Algara, y de Medio Ambiente, Eduardo Blanco, por aquello de que don Miguel se puso a meterle mano a los árboles sin avisar y arrancó la obra sin tomar en cuenta el impacto ambiental. Tampoco el impacto vial, porque el director de Desarrollo Urbano, Arturo Lozano, ni ha aparecido. La polémica creció, hasta que el alcalde tuvo que intervenir cuando declaró que se enteró de la bronca por el periódico.
A lo mejor el alcalde andaba muy ocupado con las elecciones y no tuvo tiempo para fijarse en lo que sucedía con una de las principales arterias de la ciudad. La polémica también se hizo presente en la contratación de José Máynez como nuevo director de Atención Ciudadana, cuando su único mérito fue haberse salido del PAN para pasarse al PRI durante las elecciones. Jugosa recompensa se llevó el excuruleco blanquiazul que fue abandonado por el grupo de Guillermo Anaya y fue rescatado para hacerse cargo de una dependencia clave en la administración municipal. Lo curioso es que, para hacerle espacio a don Pepe, el alcalde quitó a Guillermo Covarrubias, que apenas había empezado a arreglar el desastre que dejó Armando Cobián en Atención Ciudadana. Sin embargo, nuestros subagentes comentan que la salida de don_Memo y su arribo a Recursos Humanos fue parte de una carambola provocada por una serie de travesuras en Seguridad Pública, sobre las cuales los subagentes recaban más información para presentarla en los próximos días. También se dice que hay otros cambios en puerta de funcionarios que llevan año y medio generando dolores de cabeza, pero los subagentes se muestran renuentes a decir los nombres, no vaya a ser que por la balconeada vayan a llorarle a don_Lalo y éste, con el corazoncito ablandado, los ratifique. Claro que todas estas cosas tienen un costo económico, pero no tiene importancia porque lo paga el pueblo.
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La membresía del nuevo Congreso estatal ya está definida y, como se sabe, el PRI tendrá el control de 22 de las 25 diputaciones, gracias a los plurinominales que le aportarán las rémoras de los partidos Verde, Nueva Alianza, Primero Coahuila y Social Demócrata, pero nuestros subagentes comentan que es posible que el gober electo, Rubén Moreira, quiera hacer la travesura y agenciarse una diputación más. Se dice que el PRI trae en la mira a Norma Alicia Delgado, de la UDC, que entró en segundo lugar de la lista de “pluris” de la alianza con el PAN. Con el dueño de la UDC, Evaristo Lenin Pérez, como suplente, era claro que doña Norma sería una “diputada juanita” que pediría licencia apenas entrando para cederle el sueldo a su jefe político. Esto le presenta a don Rubén una magnífica oportunidad para tener un diputado más y, de paso, jugarle una travesura a don Lenin. La idea sería cooptar a doña Norma para que no pida licencia, ofreciéndole un buen espacio en la bancada priista así como posiciones para su grupo. De esta manera, la oposición quedaría reducida a los panistas Fernando Gutiérrez y Edmundo Gómez, aunque tampoco se descarta que en una de ésas sean seducidos por las mieles del poder. Veremos qué dice el tiempo.
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Uno de los saldos menos observados de la pasada elección en Coahuila es el de la formación de una nueva estructura dentro del PRI que operó al margen de los líderes y operadores tradicionales. La nueva maquinaria fue armada por Rubén Moreira en sus tiempos de jefazo del PRI estatal para la elección de 2009 y fue en la contienda para la gubernatura cuando rindió frutos. Nuestros subagentes comentan que los operadores alternos, comandados por Azucena Ramos, se encargaron de conseguir nuevos votantes, algo que los líderes tradicionales ya no pueden hacer porque están demasiado atados a sus propios grupos y para beneficiarlos se dedicaron a traficar las tarjetas “Más Mejor” y otros apoyos clientelares durante las elecciones. Este cambio en la forma de operación del PRI le produjo los mejores réditos en Torreón, donde rompieron con la tendencia de que una afluencia mayor a la mitad del padrón significaba una derrota para el tricolor. Se dice que don Rubén pretende afinar esta nueva maquinaria para comenzar a desplazar los liderazgos tradicionales. Por lo pronto, doña Azucena tendrá su recompensa con la jugosa dieta de una diputación.
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Apenas regresó a España luego de hacer campaña en Torreón para su hijo Alfonso, el embajador Jorge Zermeño apareció como personaje central en la polémica sobre el nombramiento del escritor Jorge Volpi como agregado cultural en Italia, como responsable de haberle quitado la chamba. Como se sabe, don Jorge fue designado para el cargo en abril, pero hace unas semanas recibió una llamada de la Cancillería cancelando el nombramiento sin mayor explicación. El novelista armó un escándalo en el que acusó a la canciller Patricia Espinosa de haberlo congelado por expresar críticas a políticas del gobierno mexicano. Pues ahora resulta que, al explicar cuáles habían sido esas opiniones criticas, don Jorge apuntó a una ponencia presentada en Madrid hace unos meses en la que cuestionaba la política social del gobierno y hablaba de la desigualdad social como caldo de cultivo para la delincuencia. O sea, nada nuevo, pero el problema fue que el embajador Zermeño estaba en la audiencia y, según su tocayo, “enfurece frente a esta conferencia”. Ya no hizo falta decir que acto seguido fue con el chisme a la Canciller y detonó la controversia. Dice el escritor que él no imaginaba de dónde pudo haber salido la furia de doña Patricia hasta que varias fuentes apuntaron al diplomático lagunero, quien fue debidamente balconeado como el azote de uno de los escritores mexicanos más reconocidos de los últimos años. En resumen: a don Jorge, el embajador, le cae gordo su tocayo.
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Por cierto, esto de la intolerancia se da en muchas partes y en Durango acaba de aparecer otro caso de los viejos tiempos, aunque ahora involucra al “nuevo PRI”. Dicen nuestros subagentes, que de manera misteriosa en la ciudad de Durango desaparecieron las copias de la última edición de la revista “Gatopardo”. No es que a los duranguenses les haya entrado un repentino interés por las crónicas latinoamericanas, sino que en el último número aparece una estrujante crónica sobre la violencia en el Estado, particularmente en la capital. El texto nació a raíz del azoro por el descubrimiento de más de 200 cadáveres en fosas clandestinas, y describe la vida en medio de grupos criminales que matan, torturan y secuestran a voluntad. Es una lectura muy recomendable, pero como los ejemplares no están disponibles en Durango, nuestros subagentes ofrecen una probadita de lo que buscaba el reportero: “Necesito saber que alguien me explique qué diablos está pasando con los muertos y con los vivos en Durango. De dónde salen tantos cadáveres abandonados con las manos atadas. O cómo es posible que la gente pueda convivir con los asesinatos y siga creyendo que es muy normal que las personas desaparezcan en pleno día”. ¿Tendrán las autoridades de Durango la respuesta? Sería un milagro si así fuera.
