Los eventos del sábado afuera del “Territorio Santos Modelo” mostraron la excelentísima, inmejorable y puntual coordinación entre los cuerpos de seguridad en Torreón. Mientras reinaba la incertidumbre, la primera versión del enfrentamiento armado vino del fiscal Jesús Torres Charles, quien dijo que el tiroteo se desató cuando soldados marcaron el alto a tres camionetas sospechosas. En realidad, como se supo después, los militares no estaban ni cerquita del lugar. El primero en desmentir esa versión fue el jefazo de la Policía Municipal, Adelaido Flores, que dijo que el ataque se dio contra sus muchachos. Posteriormente, la misma Secretaría de la Defensa se encargó de enmendarle la plana al fiscal y en un comunicado negó que sus hombres hayan estado en el tiroteo.
La declaración del don Jesús pudo deberse a la confusión, pero detalla que los elementos de la Fiscalía no tenían idea de lo que estaba pasando, sobre todo porque no había militares alrededor del estadio. Luego el subsecretario de Gobernación metió su cuchara para decir que la balacera se desató porque el grupo armado atacó a don Adelaido, cuando en ese momento el jefe policiaco se encontraba dentro del estadio apostándole al Santos y lejos de los tiros, lo que demostró que el funcionario federal no tenía la menor idea de lo que había sucedido. Obviamente todo el borlote puso al descubierto la verdadera gravedad de la situación de inseguridad en la Comarca Lagunera, por más que se diga que hay coordinación y combate a los malandros. El hecho de que los policías municipales sean los únicos blancos de ataques de grupos criminales contra autoridades sugiere que son los únicos que andan en las calles y que la presencia de otras corporaciones es reducida. Los hechos del sábado, con su transmisión global y su impacto a nivel internacional, son una muy mala noticia para La Laguna, pero el comportamiento de mesura ejemplar de los aficionados en el estadio debe por lo menos ser correspondido con una reacción de la autoridad a la altura de las circunstancias para que esto no vuelva a ocurrir. Por supuesto que eso es mucho esperar y que hasta ahora no ha sucedido, pues nadie ha pagado por la balacera. Por cierto, la persecución que se dio tras el tiroteo estaba que ni mandada hacer para que hubiera soporte aéreo para ubicar a los responsables. ¿Y el helicóptero, “apá”?
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En más ecos de la balacera fueron muchos los que se sintieron decepcionados porque el preciso Felipe Calderón sólo condenó el hecho, como si sirviera de algo, y no prometió mandar refuerzos de policías federales ni soldados. Incluso Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, dijo que era urgente que estados y ayuntamientos aceleraran su fortalecimiento institucional para que sean capaces de perseguir y prevenir los delitos, lo que en el discurso está muy bien, pero a las autoridades federales se les olvida que ningún municipio ni estado tiene la capacidad de enfrentar al crimen organizado y menos si debe 34 mil millones de pesos. Son muchos los ciudadanos que se preguntan por qué el Gobierno Federal no apoya igual a La Laguna como lo hecho con otras ciudades como Ciudad Juárez o Tamaulipas. En su blog del periódico El País de España, el periodista Salvador Camarena dice que Torreón es una ciudad huérfana porque ninguna autoridad le brinda atención y eso es cierto, porque aunque el crimen organizado es responsabilidad de la Federación lo cierto es que los policías estatales tampoco han apoyado mucho, por lo que los ciudadanos estamos en la orfandad.
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El gober con licencia y jefazo nacional del PRI, Humberto Moreira, tuvo una semana desastrosa. La revelación de la deuda por 34 mil millones de pesos que dejó endosada a Coahuila lo invalidó como interlocutor en la discusión del presupuesto federal de 2012, pues nadie del otro lado de la mesa va a sentarse a discutir asuntos de billetes con don Humberto cuando en sus tiempos de gobernador mostró tal indisciplina fiscal. Nuestros subagentes dicen que los mandones en el PRI, del “gavioto” Enrique Peña Nieto hasta algunos gobernadores ya cuestionan la conveniencia de tener al coahuilense como cara del tricolor rumbo a las elecciones presidenciales, por aquello de que sus enemigos le recuerden a cada rato aquello de: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Hasta ahora don Humberto ha sido discreto en torno al escándalo, lo que sugiere que fue hecho a un lado. Se comenta que la expresidenta del PRI, Beatriz Paredes, fue designada como la representante del partido en las discusiones del presupuesto federal, lo cual no debió caerle muy bien a don Humberto, pues se sabe que ambos personajes no se tienen mucho cariño. Para hacerle el trago más amargo, doña Beatriz llevará como escudero a las negociaciones al exsecretario de Finanzas de Coahuila, Javier Guerrero, quien disputó con el hoy dirigente del PRI la candidatura a gobernador en 2005, cuando dejó al Estado con una deuda cien veces menor a la actual. Mientras todo esto sucedía, creció la polémica en torno al extitular del SATEC, Javier Villarreal, y los decretos que habría amañado para contratar créditos. El hecho de que don Javier está presuntamente desaparecido y no ha dado la cara es evidencia de que goza de protección al más alto nivel, lo cual tampoco da buena imagen. Y para cerrar la semana, que se viene la balacera en el TSM y, de nuevo, todas las críticas sobre el estado en que el gober con licencia dejó al Estado.
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Poco le duró al subsecretario de Fomento Económico, Alfredo Mafud la ilusión de que la empresa automotriz Honda fuera a instalar una planta armadora en La Laguna. Apenas unos días después de que don Alfredo la considerara como una posibilidad, Honda anunció que se instalará en Celaya, Guanajuato. Con este anuncio, el Bajío se anotó dos fuertes inversiones en menos de dos meses, luego de que Mazda anunciara que se va a Irapuato a pesar de que el gobierno de Coahuila les había ofrecido las perlas de la Virgen. El gobierno de Guanajuato incluso se dio el lujo de darle a Honda los terrenos que había ofrecido a Toyota para una planta de motores que planean en México y aún así los de Toyota todavía consideran a la región del Bajío como una opción viable. No así a La Laguna, pues a lo mejor los inversionistas ya se dieron cuenta que aquí sólo prometen, pero no se ofrece nada tangible (y menos ahora con el problemón financiero). Mientras tanto, como diría el secretario de Fomento Económico, Marcos Durán, seguimos con la “leyenda” de que a Saltillo han llegado once veces más inversiones que a Torreón y que allá se han generado más del doble de empleos que en La Laguna. Legendario, sin duda. Y ahora con los balazos del TSM retumbando a nivel mundial, peor.
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Acorde a las políticas ecologistas el alcalde de Torreón, Eduardo Olmos, se ha hecho un especialista en el reciclaje y es que a los funcionarios que dan malos resultados no los corre sino que simplemente los reubica de lugar para que no dejen de cobrar en la sagrada nómina. El último ejemplo de esta política de reciclaje es Carlos Caballero, quien por sus malos resultados fue removido de la Dirección de la DIF, pero no se dejó en la orfandad ya que le inventaron funciones en el despacho del alcalde. Hay que recordar que lo mismo sucedió con Armando Cobián, cuando después de dar malos resultados en Atención Ciudadana fue removido a la Dirección de Radio Torreón y lo mismo pasó con Arturo Lozano, quien de la Dirección de Obras Públicas pasó a la de Urbanismo.