En el PAN de Coahuila se perfila una batalla por el control del partido con miras a las elecciones de 2012. Por un lado, el senador y primer compadre, Guillermo Anaya, busca reclamar sus fueros desde la coordinación de Sinergia del Comité Nacional panista, aunque primero tiene que averiguar para qué sirve esa chamba. Del otro lado, el curuleco Jesús Ramírez Rangel busca capitalizar la derrota sufrida por don Memo y sus operadores en la pasada elección para enviar el mensaje de que el PAN coahuilense ya no debe ser comandado por laguneros. La pugna promete ponerse interesante, pues ambos legisladores son simpatizantes de la candidatura presidencial de Ernesto Cordero. Don Memo y don Chuy van a pelear las candidaturas el próximo año, con el senador y compadre buscando que uno de los suyos se quede con su escaño, que el nigropetense quiere para sí mismo.
Si don Ernesto es agraciado con la candidatura, va a tener que decidir a quién dejar como mandamás del partido. Si, en cambio, la postulación recae en Josefina Vázquez Mota, las fortunas de ambos quedarían devaluadas, pero don Chuy podría rescatar algo en virtud de que fue miembro de la “burbuja” de la precandidata en San Lázaro. Si el elegido es Santiago Creel, entonces los dos se fregaron porque el cuate del senador “Totalmente Palacio” es su colega Ernesto Saro, que tiene su propia agenda.
La cancelación de programas sociales le está quitando la “Gente” al “Gobierno de la Gente”, pues se ha engrosado la lista de apoyos que han sido suspendidos tres meses antes de que termine la administración estatal. Si bien las huestes del gober Jorge Torres López insisten en que se trata de un proceso natural en el cambio de gobierno, nuestros subagentes señalan dudas sobre este pretexto, pues nada impedía que continuaran los programas hasta que el próximo gober, Rubén Moreira, decidiera qué hacer con ellos. Lo único que podría ser obstáculo para continuar con los beneficios es la falta de liquidez del gobierno estatal y, viendo la bronca en la que se metieron con el asunto de la deuda, parece que la respuesta ahí está. Como el Estado apenas negocia con los bancos un refinanciamiento de la deuda, a la Tesorería que comanda Jesús Ochoa le está faltando circulante. A la Tarjeta del Hogar se sumaron los programas de apoyos escolares, incluyendo el seguro médico que fue lanzado por el gober con licencia, Humberto Moreira, hace tres años con una frase que no resistió la promoción personal: “El Profe nos cuida” (se les olvidó agregarle “y nos endeuda”.) Acá en La Laguna el más golpeado resultó ser el vicegober Miguel Ángel Riquelme, que ha tenido que ponerse creativo para justificar la suspensión de los programas apenitas pasaron las elecciones, y tuvo que enfrentar la creciente molestia de sus clientelas políticas. Claro que don Miguel no sufre ni se acongoja, pues sabe que al ser consentido del futuro gober, le pagarán bien sus servicios de “punching bag”. Pero las víctimas de los recortes estatales no son sólo las familias de bajos recursos, sino también otros receptores de la generosidad del exgober Moreira, como los “cultureros” locales que hace casi un año recibieron de don Humberto un papel con su firma y sello prometiendo recursos de apoyo para teatros, museos y centros culturales. Ahora, esos documentos no valen ni el precio del papel, pues en lo que va del año no se ha visto un centavo. De ahí que el gremio de la cultura ande preocupado con el prospecto de que este gobierno los vaya a dejar “colgados de la brocha” y el que sigue también porque no va a tener dinero. Por cierto, en todo este asunto, llama la atención el silencio de don Rubén, que no ha salido a informar qué opina de la “Deuda de la Gente”, que le van a dejar y qué medidas va a tomar. ¿Será que continuará la misma opacidad o le comieron la lengua los ratones?
La polémica por la supuesta falsificación de documentos atribuida al extitular del Satec, Javier Villarreal, para contraer deuda pública de Coahuila tiene nuevos e interesantes ángulos que han surgido de la investigación que realiza la Secretaría de Hacienda. En la capirucha del esmog se comenta que los sabuesos de Ernesto Cordero no sólo examinan el caso de los decretos del Congreso estatal que según esto fueron inventados para que Hacienda autorizara a Coahuila respaldar créditos con participaciones federales. Ahora también se habla de que don Javier habría falsificado documentos de la mismísima Secretaría de Hacienda. La investigación estudia si el antiguo zar financiero del gobierno estatal actuó en concierto con un funcionario de la dependencia federal para inventar las autorizaciones de Hacienda y llevarlas a dos bancos para que soltaran 4 mil millones de pesillos. Al parecer esto surgió cuando la Tesorería de Coahuila pidió a la Tesorería de la Federación que enviara participaciones federales para pagar los créditos y resultó que los documentos no estaban en regla. Lo interesante es que al menos uno de estos préstamos se contrató cuando Humberto Moreira todavía era gobernador, por lo que ahora será difícil alegar que no sabía. De comprobarse esta irregularidad, la situación legal de don Javier se complicaría cada vez más, pues las hebras se revientan por lo más delgado. Por cierto, el que debe estar de plácemes con el hecho de que los reflectores están puestos sobre su antiguo camarada del “Gobierno de la Gente”, es Vicente Chaires, quien de lo más quitado de la pena se reservó su derecho a declarar y anda muy campante.
Se pueden decir muchas cosas del tesorero Pablo Chávez Rossique, pero no se le puede acusar de desperdiciar oportunidades de recaudación que van a tono con las actuales tendencias. Quizá por esto don Pablo resucitó (valga la ironía) la “cuota de traslado de cadáveres”, una ignorada cláusula de la Ley de Ingresos del Municipio. Eso le valió una embestida de los regidores del PRI que le exigieron ponerse a trabajar para cobrar a los grandes morosos del Predial en lugar de “perseguir muertitos”. Pero nuestros subagentes destacan que don Pablo vio aquí una inmejorable oportunidad de recaudación, viendo que el negocio de la muerte se ha tornado en uno de los más prósperos de la ciudad y deja muchos “contribuyentes cautivos”.
Y hablando del tesorero, nuestros subagentes dicen que Pablo Chávez Rossique trae en la mira al director de Catastro, Roberto Flores. El problema, apuntan, es que don Pablo quiere emprender la modernización de los sistemas de Catastro metiendo tecnología de punta, pero el proyecto involucra una buena “lana” y no confía en que sea don Roberto el que lo aplique. Se dice que la modernización debe hacerse sobre la base de desaparecer a los “coyotes” que hacen negocio con los avalúos, pero el director de Catastro hasta ahora se ha negado a limpiar la casa. Don Pablo y la contraloría ya emprendieron una investigación a partir de denuncias por cambios de avalúos que resultan sospechosos, pero tal parece que la condición que pone la Tesorería para arrancar el proyecto es la destitución de don Roberto, algo que el alcalde Eduardo Olmos ha rechazado hasta ahora. El funcionario por su parte pudo desafinarse de la bronca con un reciente viajecito a Europa, con crucero por el Mediterráneo incluido, pero ya regresó a la dura realidad.