“Vine, vi y me fui”, fue la consigna con la que llegó el contingente de policías federales a apoyar en la seguridad de la Comarca Lagunera el fin de semana. Por lo visto, el apoyo que el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, le prometió al gober Jorge Torres López traía fecha de caducidad, pues apenas terminó el partido Santos-Chivas, los federales se esfumaron. El despliegue en torno al estadio, con helicópteros y toda la cosa, pero el problema de seguridad en La Laguna es mucho más que eso y el apoyo que supuestamente había prometido la Federación para combatir a grupos criminales en la región no siguió la misma pauta.
Los federales nunca se aparecieron en el enfrentamiento que sujetos armados tuvieron con policías del grupo táctico de la Fiscalía Estatal el domingo en Matamoros y tampoco se les vio en el apoyo a la Policía municipal luego de que su sede fuera atacada el martes, por tercera ocasión en un mes. Algunos subagentes reportan que los federales continúan en la región pero en un rol menos visible. El problema con esta explicación es que no se observa que los muchachos de don Genaro anden muy movidos en el combate a los malandros y continúa la percepción de que en la capirucha del esmog no hay una estrategia de seguridad para La Laguna porque no tienen idea de lo que ocurre aquí. La sensación de abandono se acentúa por el hecho de que los apoyos que la región puede tener en las altas esferas del Gobierno Federal simplemente no se activan. Resulta curioso que algunas figuras locales que juegan en las “grandes ligas”, como el jefazo del PRI, Humberto Moreira, o el senador y primer compadre Guillermo Anaya, no puedan mover un dedo para cabildear más atención al problema de seguridad en La Laguna. A lo mejor no quieren meterse en problemas y allá que se las arreglen como puedan.
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Los cambios que el Presidente Felipe Calderón hizo en su gabinete la semana pasada tuvieron eco hasta Madrid, donde despacha el Embajador Jorge Zermeño. Y es que la salida de Guillermo Valdés del Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional provocó el rumor de que el encuestador y cuate presidencial se iría de Embajador en España, lo que significaría el regreso del exalcalde de Torreón a la grilla local. Nuestros subagentes dicen que don Guillermo ha dejado saber que no le interesa el cargo diplomático, pero el hecho de que esa embajada en particular entró en los comentarios sobre los movimientos en el gabinete puede indicar que don Felipe ya está pensando en un cambio en la Madre Patria. “En la ídem”, deben haber pensado los panistas locales que ya se anotan para la candidatura al Senado el año próximo, pues se comenta que don Jorge trae la intención de repetir la beca senatorial y su jugosa nómina de la que ya gozó de 2000 a 2006. Si esto es cierto, mucho van a batallar Jesús Ramírez Rangel y Luis Fernando Salazar para pelear ese huesote que trae aparejados seis años de tranquilidad. Hasta ahora no se sabe de qué lado cabeceó don Jorge en la carrera por la candidatura presidencial del PAN, pero los otros aspirantes al Senado, a pesar de que no se pueden ver ni en pintura, van con Ernesto Cordero. El problema mayor es para don Luis, pues no sólo perdió la coordinación de la campaña corderista en Coahuila contra don Chuy, sino que también salió balconeado en una grabación en la que discute programas sociales con su secretario particular, quien llama “muertos de hambre” a los beneficiados. Si con esa sensibilidad se condujo cuando fue delegado de Sedesol, no extraña que haya perdido tantas elecciones.
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Como se había anticipado aquí, dos laguneras ya amarraron lugar en la nómina estatal con el gober Rubén Moreira. Se trata de la directora del Museo Regional, Sofía García Camil, que estrenará la Secretaría de Cultura, y la directora de Cultura de Torreón, que cambia de aires y va a Turismo. La decisión de don Rubén fue “salomónica”, pues ambas andaban detrás de la cartera cultural. El gober electo va soltando a cuentagotas su gabinete, pero hay dos puestos clave para La Laguna sobre las que no ha dicho nada. Se trata de las secretarías de Fomento Económico y de Desarrollo Regional. En la primera continúa el rumor de que el titular será Salvador Jalife, “ipeco” veterano en la promoción de inversiones, pero que se anda resistiendo a pasarse al presupuesto (aunque deje de vivir en el error). La idea de don Rubén, se dice por ahí, es que esa cartera la ocupe un lagunero pero chambeando desde la peronera capital, pues se crearía una especie de delegación local. En el caso de la vicegubernatura de Desarrollo Regional sigue en el aire no sólo el próximo titular sino la misma existencia de la dependencia, pues ahora ha quedado reducida a una agencia electoral. Pero esto no quita el sueño al vicegober Miguel Ángel Riquelme, pues es consentido de don Rubén y como quiera va a caer parado.
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En la ciudad de Durango reportan la misteriosa desaparición de los ejemplares de la más reciente edición de la revista Proceso. Mal pensados como siempre, nuestros subagentes apuntaron a que los asesores del gober Jorge Herrera Caldera, ya habían vuelto a las andadas, pues se recordará que hace unos meses aplicaron una maniobra similar con otra revista que traía un reportaje devastador sobre la seguridad en la capital duranguense. Lo curioso es que la edición se marras no traía nada que pudiera herir las susceptibilidades del gober. Lo que sí trae es una fotografía del senador panista Rodolfo Dorador con el cardenal Norberto Rivera y el llamado “zar de los casinos”, Juan José Rojas, acusado de financiar a políticos panistas para que lo dejen operar sus negocios. Se dice que don Rodolfo habría sido conducto para que el empresario financiara la campaña de Gustavo Madero a la presidencia nacional del PAN. Por lo mismo, las sospechas recayeron en el senador y lo bien que habría aprendido las viejas técnicas priistas. Y para no dejar (o para curarse en salud), el super-asesor de medios de don Jorge, su primo Rafael Herrera, preguntó en Twitter quién andaba desapareciendo revistas en Durango, y él mismo respondió sugiriendo buscar la página donde aparece la fotografía. Esa es política de altura.
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En su afán recaudatorio, al tesorero Pablo Chávez Rossique ya se le está pasando la mano. Una cosa es que cobre cinco pesos por usar su baño, pero otra muy distinta es que le quiera endosar la factura a la comunidad deportiva lagunera con el cobro de un impuesto para sus eventos. Quizá don Pablo ignore que las competencias deportivas son una forma de vincular a la comunidad y que en algunos casos le dan a la ciudad renombre nacional e internacional. Quizá ignore que hay eventos que empezaron pequeños, como el Maratón Lala, y se convirtieron en referentes obligados del deporte. Quizá tampoco sepa que lo que el Municipio gasta para apoyar la logística de las competencias (gasto que supuestamente quiere resarcir) se regresa en proyección, buena imagen y fomento del espíritu comunitario. Pero a lo mejor también ignora que estos atributos son precisamente lo que busca la comunidad en estos tiempos violentos. Pero don Pablo podrá exprimir a todos los contribuyentes y no le va a alcanzar para completar lo que se escapa de los grandes deudores, que son intocables.
