Hace unos días una amiga me llamó para que fuera a atender a su hija pues ésta se hallaba enferma, al realizar mi visita pude constatar que se encontraba afectada de un padecimiento viral que es común en esta época del año, por lo que después de indicarle las medidas de higiene necesarias, le dejé una receta donde le prescribí un antiviral que dicho sea de paso es uno de los más comunes en el mercado y que tiene ya muchos años de ser producido por diferentes laboratorios. Un rato después de retirarme de su domicilio me llamó por teléfono y me comentó que dicho medicamento estaba sumamente caro en las farmacias de patente y que su valor era aproximadamente de mil pesos, por lo que le sugerí que lo buscara en la misma farmacia como genérico intercambiable; y efectivamente sí lo tenían, con un valor de $190.00 es decir casi con un 80% menos del valor original.
DIFERENCIA ABISMAL
¿Cómo es posible que exista una diferencia tan enorme de precio?, en primer lugar tenemos que aclarar cuál es la diferencia entre un medicamento original o de patente, uno genérico y uno similar. El medicamento original o de patente, es producido normalmente por laboratorios de investigación que invierten mucho dinero en las pruebas necesarias para que se pueda utilizar en seres humanos y dicho laboratorio es el dueño de la patente lo que le da el derecho de explotarlo durante un determinado número de años, y transcurrido este término la patente se libera y entonces puede ser usada por laboratorios distintos al original para producir la misma fórmula. El medicamento genérico es una copia del original, pero con la característica de que al denominarse "G.I." debe reunir los requisitos de ley donde se establece que mediante pruebas estrictas de laboratorio es "bioequivalente" es decir que posee las mismas propiedades de absorción y distribución en el cuerpo humano. Por otra parte; un medicamento similar es llamémoslo, "igual" a el original pero con la diferencia de que no reúne los requisitos de bioequivalencia que sí tiene un "G.I." aunque tenga el registro ante la SSA, ahora bien; en otros países es muy común que las recetas médicas se expidan con el nombre original del medicamento, y no por la marca del mismo, pero en la misma receta se puede mencionar de qué laboratorio se prefiere sea surtido dicho fármaco.
Ya hace tiempo en nuestro país se trató de implementar dicha medida la cual no tuvo éxito, debido a la intervención de los grandes laboratorios farmacéuticos transnacionales, ya que veían afectados sus intereses. Algunos de esos laboratorios se han valido de triquiñuelas legales para evitar que se venzan sus patentes, y al no poder ser elaborados por ningún otro laboratorio le ponen al medicamento el precio que les viene en gana, aunque ya hayan recuperado los costos de su inversión del medicamento quizás hasta mil veces o más, lo que provoca que si a ustedes amables lectores lo necesitan para un padecimiento en especifico y éste les es proporcionado por algún sistema de salud llámese IMSS o ISSSTE, y le dicen en su clínica que no lo hay, pues es muchas veces imposible para algunos enfermos comprarlo en las farmacias de patente. Por ejemplo; existe un medicamento muy útil para el asma y a pesar de que tiene ya buen número de años comercializándose en nuestro país, es imposible para una persona que vive de una mísera pensión el poderlo adquirir por sus propios medios y si éste no es proporcionado como ya lo dijimos por una institución pública, el paciente empeora de su padecimiento con el consiguiente peligro de fallecer ante una crisis asmática. Sin que a la empresa productora del mismo le interese en lo más mínimo la salud de los seres humanos, (pues como dicen bisnes son bisnes) y lo siguen vendiendo a un precio por demás elevado olvidándose de que en nuestro país los ingresos no se comparan a los de otros países más desarrollados. Pero lo más inverosímil del caso es que aunque estas patentes se hallen vencidas y ya se estén elaborando como genéricos o similares el precio en que lo venden estos laboratorios siga siendo tan alto como en el caso de mi amiga. Con esto queda constatado que; ¡no tienen llene! esos laboratorios mal llamados éticos, pues de ética no conocen nada, sólo de voracidad.
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