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VIDA Y SERVICIO

"JAPÓN"

Por: Dr. Guillermo Rodríguez Rizado

Amables lectores, es para mí un gusto el volverlos a saludar de nuevo a través de este medio de comunicación tan importante como es El Siglo de Torreón. Durante el tiempo que estuvimos ausentes de este espacio han sucedido muchas cosas, pero sin lugar a dudas una de las más terribles es el terremoto que sacudió a nuestros hermanos de Japón.

Escenas sobrecogedoras hemos podido presenciar a través de los diferentes canales de televisión, principalmente en los espacios noticiosos y en ellas podemos ver la desesperación que vivió ese heroico pueblo oriental al momento en que se suscitó el temblor el pasado 11 de marzo, en ellas se aprecia la brutal fuerza de un fenómeno de esta naturaleza, lámparas colgando de los techos que son movidas como por una mano invisible, muebles que son aventados con fuerza contra el suelo, el crujir y estallido de miles de cristales de las ventanas de los edificios, así como infinidad de chispas producidas por cortos circuitos de las líneas de conducción eléctrica principalmente cuando los transformadores y postes se azotan contra el suelo, originado incendios al hacer contacto las chispas con el gas que escapa de las tuberías rotas. Después de eso viene una aparente calma pero es sólo el inicio de otra tragedia, un tsunami viene como ariete para acabar de aplastar lo que quedó en ruinas, dentro de las cuales aún se podían escuchar los gritos de la gente que quedó atrapada pidiendo auxilio pues muchos de ellos aún se encontraban con vida, el horrendo rugir de las gigantescas olas de 23 metros de altura terminó la obra apocalíptica de ese trágico viernes, que quedará grabado en la memoria de toda la humanidad durante muchos años.

Por si fuera poco; los reactores nucleares que surten el 30% de electricidad a ese país sufrieron daños en sus estructuras produciéndose explosiones en los sistemas de enfriamiento de los mismos y que desgraciadamente, ya iniciaron a despedir cantidades importantes de radiación, esa radiación que según comentan los que se han expuesto a la misma, les deja un desagradable sabor metálico en la boca. Hemos visto los esfuerzos de heroicos seres humanos que luchan día y noche a costa de su propia vida para evitar un daño mayor a su pueblo cuya consecuencia más grave sería una explosión nuclear. Todo esto desde luego ya muchos lo sabemos.

Cualquier país puede o pudo verse involucrado en este tipo de situación y sobre todo aquéllos que se ubican en esa región de Asia donde se ubican las fosas marinas más profundas del mundo, por ejemplo la fosa de las marianas que alcanza una profundidad de más de 11000 metros y desde luego la fosa de Japón con una profundidad de 9000 metros, amén de que Japón se ubica en el llamado cinturón de fuego del pacífico donde hacen convergencia varias fallas geológicas que atraviesan ese país y dos grandes placas que se friccionan entre sí que son la euroasiática y la de Japón. O sea que tiene todos los elementos para ser considerada como una nación de alto riesgo.

FORJADOS EN EL FUEGO

Mas sin embargo, la gente que habita estas islas y desde luego los pertenecientes pueblo japonés, al igual que seres mitológicos parecen haber sido forjados en la profundidad de los mismos volcanes que se extienden en su territorio marítimo. Por ejemplo; son profundamente religiosos y su religión mayoritaria es el budismo. Aunque también se practican otras religiones entre ellas el cristianismo. Son la segunda potencia económica de la tierra, con un producto interno bruto de más de 5 billones de dólares, sus códigos de conducta están basados en la disciplina, el orden y en el respeto hacia sus semejantes, esto quedó demostrado en los hechos, pues a pesar de su situación desesperada no se vieron las habituales conductas de rapiña o pánico, ni tampoco abusos con los artículos de primera necesidad como ha ocurrido en otros países que han llegado a padecer situaciones similares. Esto se debe a que sus principios morales se encuentran por encima de todo egoísmo o interés personal así como su tendencia al fomento de la felicidad personal entre otros. Es un país donde las áreas de cultivo son pocas, mas sin embargo saben sacar el mayor provecho de la situación y tienen una eficiencia tan alta que producen el 50% de su consumo nacional. En fin, Japón es un ejemplo de país como deberíamos de ser la gran mayoría en el mundo.

Japón fue brutalmente destruido durante el conflicto de la Segunda Guerra Mundial y a pesar de estar totalmente abatido tuvo el espíritu inquebrantable de salir adelante y estoy plenamente convencido de que se volverá a levantar de esta gran tragedia por la que están pasando.

Por este medio, te pido amable lector, que si eres creyente en Dios, ores por nuestros hermanos de Japón y si no lo eres o te consideras ateo; envíes tus buenos deseos para que pronto se recuperen de esta difícil situación y desde estas líneas rogamos por un mundo mejor para todos nosotros, recordando lo que alguien dijo; "la pobreza, no es la falta de dinero, sino el no ser feliz contigo mismo" esfuérzate por ser feliz.

Comentarios y sugerencias al correo electrónico; la

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