Es verdaderamente una lástima que muchos mexicanos -empezando por supuesto con el señor Juan Villoro- desconozcan el gran entretenimiento y muchas emociones que les puede proporcionar, como espectáculo deportivo, el beisbol. Claro, no es un deporte elemental como son casi todos los demás (que básicamente consisten en que un balón sea introducido en una canasta, brinque una red o se meta en un agujero), sino que se trata de algo más elaborado y por ello complejo, si bien menos de lo que se cree.
Un deporte que por ello exige diseñar estrategias y pensar jugadas, lo cual de entrada cansa o fastidia a algunos. Pero cuando se llega a comprender y tomársele el gusto, sencillamente no hay nada que se pueda comparar con el Rey de los Deportes.
Y para no hablar de oídas, viene a cuento una interesante referencia. A finales del año 2005, la revista británica "New Scientist" publicó lo siguiente: "El beisbol -dice- sobrepasó al futbol como el deporte más emocionante de la última década porque los resultados inesperados son más probables". Para sostener lo anterior la revista da cuenta de que se llevó a cabo el análisis de 300 mil resultados de enfrentamientos en cinco deportes, a saber: beisbol, futbol soccer, jockey, basquetbol y futbol americano, a lo largo de un siglo.
El análisis se efectuó en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, Nuevo México, donde los investigadores estudiaron las principales ligas estadounidenses en cuatro deportes (beisbol, jockey, basquetbol y americano), y por lo que hace al soccer tomaron la división élite del futbol inglés. Para los investigadores la clave de la emoción deportiva -aunque yo agregaría que no sólo- está en el desenlace de los encuentros. Dejemos aquí este enfoque y pasemos a otro.
En una entrevista hecha para un diario capitalino al escritor mexicano Gerardo de la Torre, gran aficionado al beisbol, con motivo de la publicación del libro "Pisa y corre. Beisbol por escrito", del que es autor junto con otra decena de narradores y poetas, la periodista que lo entrevistó refiere una anécdota chispeante.
"Es conocido -escribe la reportera- un estudio científico que De la Torre cuenta cada vez que tiene oportunidad. En una universidad estadounidense -dice- hicieron un doble experimento. En la primera parte encerraron a un grupo de monos en una cancha y les dieron un balón; al poco rato descubrieron que los monos pateaban el balón y corrían tras de sí".
"En la segunda parte -continúa su relato De la Torre-, sustituyeron el balón por un bat y una bola de beisbol; pero después vieron que uno de los simios tenía el bat y perseguía a los demás, mientras la esférica yacía abandonada. Con esto se explicaba que el beisbol es de precisión, de astucia. De la Torre confiesa -aclara la entrevistadora- que inventó esta historia para hacer rabiar a un amigo, con quien sostenía acaloradas discusiones sobre si el futbol o el beisbol son mejores".
Viene luego la explicación del literato: "Sin afán de demeritar -dice-, el futbol es de reacciones rápidas. En cuanto viene el balón tienes que hacer algo con él y tratar de penetrar la defensa del enemigo para anotar un gol. En cambio, el beisbol es un juego de talento, cada uno de los jugadores está pensando qué va a hacer si la pelota va hacia él: si va elevada, si va rodando, si va por un lado, por el otro y si es fácil de atrapar. Se deben prever todos los movimientos antes de ejecutar, y éstos dependen de la calidad atlética, de las facultades deportivas. Es un deporte -remata Gerardo de la Torre- en el que se reflexiona constantemente".
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