Teatro. La actriz espera que tras su participación en La Inauguración continúe haciendo obras teatrales.
MÉXICO, DF.- En medio del ambiente paradisíaco del Centro Cultural Universitario de la UNAM, surge la figura de una jovencita rubia y delgada que se desplaza ágilmente a bordo de sus patines rumbo a la entrada de actores del Foro Sor Juana Inés de la Cruz.
Parece ser una estudiante de la máxima casa de estudios, pero en realidad es Nailea Norvind.
Sin duda, ganaría un casting para anunciar el elíxir de la eterna juventud, aunque atrás de esa figura no hay un producto-milagro sino bastante disciplina en el gimnasio, yoga y danza butho.
Actualmente esta actriz participa en la obra La Inauguración, de Václav Havel, en donde interpreta a una mujer frívola, esposa de un hombre no menos superficial (Hernán Mendoza), quienes intentan convencer a un amigo (Sergio Ramos) de que se suba al tren del consumismo.
El director, David Psalmon, tomó el texto del dramaturgo europeo y lo montó en un ambiente de programa de televisión en vivo, con todo y público presente (los espectadores) y, por supuesto, cortes comerciales.
¿Se ha "cachado" a sí misma en actitudes como las de su personaje?
Sí. Para no ir más lejos, durante el proceso de ensayos invité a cenar a mi casa a los compañeros de la obra, y de pronto me di cuenta de que actuaba como Vera, hablando de la tienda donde había comprado el vino, el queso y el pan; todos nos moríamos de la risa.
¿Cómo siente la cercanía del público en un espacio tan íntimo?
Nunca lo había experimentado y me encanta. Había imaginado que me tocaría no en una obra tan dinámica como ésta sino en otra donde sólo hubiera silencios y susurros.
¿Algo de Bergman?
Exacto. Mi sangre me pide una obra escandinava, ojalá que venga pronto algo así.
¿Este montaje le recuerda su participación en "Big Brother VIP" de 2002?
La verdad, no. Esto es más como los programas que conduce en la pantalla chica el conductor Marco Antonio Regil.
¿Entrar a "Big Brother" fue una orden o elección personal?
No era obligatorio. Me lo ofrecieron y quise entrar por dos razones básicas: no me intimidaba que la gente viera mis hábitos, y además quería ser partícipe de lo nuevo, que en ese momento era la llegada a México de los reality.