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Votar por el menos peor

PATRICIO DE LA FUENTE

"Cuando la lucha entre facción es intensa, el político se interesa, no por todo el pueblo, sino por el sector al que él pertenece. Los demás son, a su juicio, extranjeros, enemigos, incluso piratas".

Thomas Macaulay

En pasados días iniciaron formalmente las precampañas a la Presidencia de la República. A partir de esta semana y hasta el mes de junio del año entrante, los mexicanos seremos atestados por horas de spots en televisión, radio y prensa escrita. En aras de conseguir nuestra simpatía y quedar grabados en el consciente colectivo de la nación, los suspirantes recurrirán a todo tipo de estrategias mercadológicas con el fin de llevar su mensaje, propuestas y darse a conocer. Aunque tal sobresaturación y bombardeo mediático nos puede parecer excesivo, confuso y hasta cierto punto, monótono, en cualquier sistema democrático, el contraste de posiciones y el debate de las ideas es necesario si partimos del hecho de que no es poco lo que está en juego.

El voto debe ser, en su más pura esencia, una de las decisiones más razonadas de nuestra vida. Ante la difícil coyuntura por la que atraviesa nuestro país, decidirnos por alguien en particular es una tarea que no se antoja nada sencilla: México vive tiempos difíciles y el nivel de polarización frente a las distintas propuestas es hasta cierto punto, preocupante. Caer en descalificaciones y conductas agresivas cuando mi posición o idea de lo que espero de mi próximo gobierno no coincide con la del vecino, sencillamente no es plausible ni mucho menos válido. Somos una sociedad plural, pensamos de diferente forma y dicha diversidad debiese ser una de nuestras mayores fortalezas. Nada tan dañino para el futuro de una nación como la intolerancia e incomprensión.

¿Te has tomado un minuto de tu tiempo, querido lector, para meditar que en el fondo casi todos queremos más o menos lo mismo para México? Independientemente de nuestras simpatías por un partido o persona, el deseo colectivo es apostarle a un mejor país, a una nación de libertades, a realizar todo aquello tenido por imposible en el pensamiento y hacerlo posible en la realidad. A pesar de los capítulos trágicos a lo largo de la historia, cada seis años nace en cada uno de nosotros la esperanza, el deseo de cambio, el ímpetu por renovarnos, ser mejores y dejar atrás todas aquellas malas conductas que a nada llevan. Independientemente de la manifiesta y natural desconfianza hacia nuestros políticos -que razones de peso para ser escépticos, sobran- en el fondo seguimos en la búsqueda por encontrar a aquel hombre o mujer capaz de inspirarnos, a algo u alguien que por fin se convierta en el motor y eje de todas aquellas decisiones que lleven al país, de una vez por todas, a ser grande.

Cuando hay elecciones presidenciales en México, en cualquier nivel, circunstancia y sitio, por natural lógica, el tema que domina las conversaciones es la política. ¿Por quién vas a votar? es la pregunta que le hacemos -y que nos hacen- a nuestros familiares, vecinos, amigos y compañeros de trabajo. Así como cuando durante la Copa Mundial de Futbol todos nos volvemos expertos, doctos en la materia, a la hora de renovar al Gobierno de la República, en cada uno de nosotros aflora el politólogo, el experto, el analista de la vida pública.

En incontables ocasiones a lo largo de estos meses, la respuesta de la mayoría de las personas con lasque he platicado es : "votaré por el menos peor". También se escucha un "todos los políticos son iguales". Sobre el probable regreso del PRI a la titularidad del Ejecutivo Federal, muchos aseveran que "robaron, pero hacían bien su labor", agregando que la alternancia sirvió de poco, "el PAN no hizo gran cosa y desperdició la oportunidad histórica de transformar el rumbo del país". En tanto, son miles los que se paralizan al pensar en un gobernante de extracción priista dada la experiencia anterior. Algunos muestran una abierta desconfianza hacia la izquierda "dado que son violentos, radicales y extremistas" y ante el nuevo discurso amoroso, su posición oscila entre la incredulidad y las ganas de creerles. Para otros tantos, la única posibilidad de un cambio real y de fondo se encuentra sustentada en ellos.

En fin, como reza la máxima, "De todo hay en la viña del Señor". De aquí a junio se puede esperar cualquier sorpresa, y el momento actual es difícil y complicado; es incierto. Queremos lo mejor para México, elegir el camino correcto no será fácil. Hay diversas opciones, la realidad es que estamos confundidos. Votar por el menos peor, por el menor de los males es el sentimiento que compartenen los mexicanos. Dicho sentimiento, es, desesperanzador, y ello no es un fenómeno exclusivo de nuestro país; en todo el mundo permea la noción de que los liderazgos y figuras de antaño no existen, que pocos nos inspiran, que en el fondo son iguales. Entendamos que en un individuo no se encuentra sustentada la solución a nuestros problemas. Ejercer la democracia demanda libertades, pero también obligaciones. Es tarea de todos involucrarnos, centrar nuestras expectativas y poner el futuro en manos de unos cuantos nos ha salido muy caro. Participemos siendo ciudadanos de bien, trabajemos desde nuestras trincheras por aquello que consideramos justo; seamos propositivos, cumplamos con la ley, respetemos a las instituciones y a nuestros semejantes, retomemos valores que como sociedad nos enaltecen, fomentemos la cultura y la educación, y sobre todo, hablemos bien de México. Ante todo, practiquemos el escrutinio y vigilemos que nuestros políticos cumplan con sus promesas. Hagamos del término "sociedad civil" una voz al unísono que se escuche a lo largo y ancho del territorio.

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