A sus 101 años de edad, Toñita presume que no le duele nada. Sólo lamenta el no haber sido más cuidadosa con sus dientes cuando era joven, pero aunque ya no tenga ninguno, le gusta sonreír y reír a carcajadas.
El pasado 24 de septiembre, Antonia Carrillo, viuda de Ramírez, cumplió 101 años de edad. Sus hijos le organizaron una fiesta en una quinta donde convivió hasta con sus tataranietos.
Nació en 1911 en el estado de Chihuahua, y tenía un mes de edad cuando sus padres se mudaron a Gómez Palacio. "Hasta ahora, gracias a Dios me siento muy bien, sin dientes por descuidada, pero por lo demás no me duele nada".
En muy pocas ocasiones visita a su doctor en el Seguro Social. Camina con dificultad, pero sin la ayuda de nadie. Con la edad no escucha bien de un oído, pero sólo es necesario hablarle un poco más fuerte.
A la edad de 27 años se casó con José María Ramírez, y tuvieron seis hijos, de los cuales sólo Rafael, Ana María y Tito, siguen con vida, pues Juanita, Andrés y José Antonio, murieron hace años.
Toñita se siente tranquila con su edad, porque no le duele nada, "es muy raro que me sienta mal. Hace poco comencé a marearme cuando me levanto y vamos a ir al médico para que me haga un chequeo".
Comenta que cuando tenía 14 años de edad, su padre murió, "pero ni en ese entonces ni ahora ha pasado privaciones. A mi esposo lo ayudaba en los negocios que emprendió, fuimos muy felices y mis hijos me tratan bien, lo malo es que todos mis nietos quieren estar conmigo y a veces me canso".
Toñita tiene muy buena memoria, incluso, recuerda a su primera maestra de primaria de nombre Georgina Ochoa, "mis padres siempre me tuvieron en colegios, nunca fui a escuelas públicas. Estudié taquimecanografía, pero nunca trabajé, siempre le ayudé a mi esposo nada más".
Toñita recibe visitas muy seguido en su casa, así que llega a tomar hasta seis cervezas muy seguido, "me vacilan porque me gusta mucho la cheve, y es que a veces sí me las tomo a diario, siempre he sido muy alegre y tengo muchas amistades, pero mis hijos jamás me han visto trastornada".
También le gustaba bailar, pero con la muerte de su hija Juanita, la música se volvió triste para ella porque se la recuerda.
"Bailé el corrido de Chihuahua con el gobernador de Durango, Isamel Hernández".
Además de bailar, le gusta viajar a donde la lleven sus hijos. Para vivir tantos años, dice, no hay ningún secreto: "sólo hay que tener ánimo de hacer las cosas y de trabajar. Si estamos que nos duele esto o aquello, pues no, lo mejor es poner de nuestra parte para ser felices".
Alegría. El pasado 24 de septiembre, Toñita cumplió 101 años de edad, y cada día trata de vivirlo con alegría y entusiasmo.
