Sor Juana Inés de la Cruz, la 'Décima Musa'. ARCHIVO
Dramaturga, poeta y religiosa mexicana nacida en San Miguel Nepantla el 12 de noviembre de 1651, Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana es, sin duda alguna, una de las mujeres que más marcaron la historia del arte literario en nuestro país, a quien esta casa editorial recuerda hoy a 316 años de su fallecimiento, ocurrido el 17 de abril de 1695.
De acuerdo con datos de la Universidad del Claustro de Sor Juana, la joven pudo haberse trasladado a la Ciudad de México a los 15 años.
Llegó a casa de su tía María y aprendió labores domésticas, así como sus primeras lecciones de latín, a cargo de Martín Olivas.
Tiempo después ingresó a la Corte Virreinal en 1665 y un año después, el 14 de agosto, ingresó al convento de San José de Carmelitas Descalzas, abandonándolo en noviembre de ese mismo año.
En 1668 ingresó al convento de San Jerónimo como novicia y un año después profesó como religiosa en este convento.
Para 1680 la vida de la moja jerónima adquirió fama, ya que compuso el Arco Triunfal de Neptuno, alegórico de los virreyes recién llegados a México, los Marqueses de la Laguna.
A partir de ese momento la fama y madurez la van alcanzando, además de que recibió apoyo económico para sus proyectos personales y conventuales.
La buena relación que tuvo con la corte le permitió escribir y publicar parte de su obra, siendo la mayoría publicada en Madrid, en un volumen conocido como "La inundación Castálida", en 1669.
Este volumen incluye poemas que dieron a conocer a Sor Juana más que como una monja, como la poeta de la vida, del amor y los requiebros de los desamores, ganándose epítetos como "Fénix de México".
Además de su poesía, Juana escribió las obras de teatro "Los empeños de una casa" y "Amor es más laberinto", y los textos sacramentales "El cetro de José", "El mártir del Sacramento, San Hermenegildo" y "El divino Narciso".
De acuerdo con sus biógrafos, Sor Juana prefirió el convento al matrimonio, no obstante su escasa vocación religiosa, debido a que así pudo seguir gozando de sus aficiones intelectuales, que de otra manera vería irremediablemente interrumpidas.
"Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase, la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros", escribió Juana, quien es conocida como la Décima Musa.