Ignacio Manuel Altamirano contó con una obra educativa amplia como resultado de sus experiencias como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela de Comercio, la de Jurisprudencia, la Nacional de Profesores, entre muchas otras escuelas. INTERNET
Ignacio Manuel Altamirano nació el 13 de noviembre de 1834 en la ciudad guerrerense de Tixtla. Su padre fue Francisco Altamirano, heredero de una familia acomodada y su madre, Juana Gertrudi Basilio, mestiza igualmente de buena familia lo introdujeron en el ámbito campirano.
El joven Altamirano tomó clases con el profesor Cayetano de la Vega, quien dividió su clase en dos: los “indios” y los “niños de razón”, entre los cuales incluyó a Ignacio debido a los grandes esfuerzos de su padre, destaca la biografía del sitio oficial “guerrero.gob.mx”.
Altamirano obtuvo una beca por lo que al lado de su padre viajaron a Toluca para así ingresar al Instituto, de este modo, se introdujo en el estudio del catecismo guiado por el jesuita Jerónimo Martínez de Ripalda.
Su vida estuvo llena de gimnasia, educación musical, talleres, matemáticas, inglés, francés y logró distinguirse como un alumno ejemplar en sus materias, aunque también se sabía que fumaba y tenía problemas con algunos de sus compañeros.
Sin embargo, eso no lo detuvo en su ímpetu curioso y se acercó a escuchar la cátedra de Ignacio Ramírez, del que tiempo después le escribiría su biografía titulada “El nigromante”.
Además, se dedicó de lleno a leer y escribir hasta que se convirtió en bibliotecario.
Posteriormente, impartió clases de francés y recorrió el estado de Morelos, lo cual le permitió conocer al hombre que inspiró al personaje del Zarco y llevó a cabo su representación “Morelos en Cuautla”.
Ignacio ingresó a la carrera de Derecho en el colegio de San Juan de Letrán y pronto se relaciona con los revolucionario de Ayutla, así combate en la Guerra de Reforma y, más tarde, cuando es elegido diputado pronuncia su famoso discurso contra la amnistía a los enemigos de Reforma.
Cuando sucede la intervención francesa, Ignacio participa como coronel y es reconocido como un héroe por sus hazañas. Pero hasta 1867, logró dedicarse al magisterio, a la literatura y al servicio público en el que fungió como magistrado y presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Asimismo, señala el portal “los-poetas.com”, Altamirano fundó junto con sus maestro Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto, el “Correo de México”. Así logró exponer y defender su ideario romántico y liberal. En 1869, apareció su revista “Renacimiento” núcleo de literatos e intelectuales.
En 1868, publicó “Clemencia”, considerada la primera novela mexicana moderna. Después con “Rimas” (1871), describió paisajes que le sirvieron para buscar su propia lírica, a estas le siguen obras como “La Navidad en las montañas” (1870) y “Cuentos de invierno” (1880).
Su narrativa se caracterizó por resaltar un concepto del hombre y de la patria. Por otro lado, su carrera se destacó por su incansable actividad cultural, por defender los valores indigenistas, por sus ideas de progreso, por lo que se le comparó con la figura mítica de Juárez.
Ignacio Manuel Altamirano contó con una obra educativa amplia como resultado de sus experiencias como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria, la Escuela de Comercio, la de Jurisprudencia, la Nacional de Profesores, entre muchas otras escuelas.
El 13 de junio de 1889 fue nombrado Cónsul General de España, con residencia en Barcelona, y posteriormente en Francia. Altamirano sufría de disentería, de ictericia y diabetes, razón por la cual se muda a San Remo, Italia. Sin embargo, tuvo un acceso de tos y lo puso muy grave de salud.
Finalmente, falleció el 13 de febrero de 1893 a la edad de 59 años, cumpliendo con la frase que le gustaba decir: “en 13 nací, en 13 me casé, en 13 he de morir”.
De acuerdo a su deseo fue cremado y regresado a la Ciudad de México, pasando por París (Francia), Nueva York (EUA), Veracruz (México), para finalmente arribar a la capital mexicana.
En 1934, con la celebración del centenario de su nacimiento, el Congreso de la Unión acordó que sus cenizas se trasladaran al Panteón Francés de la Rotonda de los Hombres Ilustres en el Panteón de Dolores.
Su novela de el Zarco "Episodios de la vida mexicana en los años 1861-1863" fue editada de manera póstuma en 1901.