Famoso por sus pinturas resplandecientes e íntimas, Augusto Renoir es considerado como uno de los más grandes artistas independientes del siglo XIX, que destacó por la representación de la figura humana individual.
Pierre Auguste Renoir se negó a abandonar la pintura, a pesar de que los últimos 20 años de su vida padeció artritis en las manos, lo que le impedía mover los dedos libremente, cosa que solucionó al atarse un pincel al brazo con el que continuó su carrera hasta el 3 de diciembre de 1919, cuando murió en Francia.
Renoir nació en Limonges, Francia, el 25 de febrero de 1841, pero junto con sus padres viajó a París, ciudad en la que pasó toda su infancia, trabajó en una fábrica como decorador de porcelanas y abanicos, actividad que ya denotaba su habilidad con el pincel.
En 1859 con apenas 17 años de edad, ya contaba con la habilidad suficiente para realizar réplicas de pinturas de la época, sobre pantallas de lámparas y persianas, de acuerdo con la biografía publicada por el sitio web “biografías.es”.
Poco tiempo después consiguió ser admitido en la Academia de Bellas Artes en París y en 1862 se matriculó en la Academia del pintor suizo Charles Gabriel Gleyre, en donde conoció a pintores como Friedéric Bazille, Claude Monet y Alfred Sisley.
Tras concluir sus estudios en artes, comenzó a exponer algunas de sus obras de manera informal, aunque desde ese momento ya presentaba influencia de técnicas características de Monet o Delacroix y el uso que ambos le daban a la luz y a los colores.
Según la crítica, sus primeros trazos estaban fundamentados en la escuela de Barbizon, aunque luego se estableció en la pintura al aire libre. Y para 1873 concluyó la obra titulada “Los jinetes del Bosque de Bolonia”
Cuatro años más tarde tuvo la oportunidad de poder montar una exposición formal en París, que en un principio no causó mayor revuelo, pero en 1874 sus pinturas empezaron a tener reconocimiento que terminaría por consolidarse con la obra “Su baile del Moulin de la Galette” en 1876.
Retratos como “Madame Charpentier y sus niños” de 1878 y “Jeanne Samary” pintada un año después, comenzaron a caracterizarlo por una técnica estilizada, con pinceladas en todas direcciones y con contornos muy poco definidos.
Ese mismo año el pintor impresionista se alejó se Monet y Bazille, y para 1881 emprendió una serie de viajes por toda Europa. Pasó por ciudades como Normandía, Argel, Florencia, Venecia, Roma, Nápoles y Sicilia; que generaron curiosidad y admiración por la idea clásica de “lo bello”.
Al finalizar la travesía, comenzó a cuestionarse sobre el valor estético de su técnica, de la cual poco a poco se fue alejando, en busca de trazos con mayor definición y sus efectos visuales, en la que el tema de la mujer cobró gran relevancia.
Un ejemplo de lo anterior son los cuadros “Bañista sentada secándose la pierna”, “Bañista sentada” o “Bañistas”, que son considerados dentro de los máximos exponentes de la belleza femenina, plasmados por medio de una técnica cálida y envolvente.
Según la biografía publicada por el portal web www.biografiasyvidas.com, el amor que Renoir tenía por su trabajo le llevó a rechazar cualquier dimensión intelectual de la pintura o cualquier resonancia literaria en favor del trabajo humilde y bien hecho.
En rechazo al mundo mecánico e industrializado, escribió la propuesta “Sociedad de los irregulares”, que tenía como objetivo formar una sociedad que admirara la belleza de las formas orgánicas e irregulares presentes en la naturaleza.
El 3 de diciembre de 1919 en Cagnes, Francia, murió luego de pedir un lápiz para dibujar, diciendo, según se cuenta: "Flores" antes de fallecer, según el texto difundido por el sitio “artehistoria.jcyl.es”.