Las alteraciones de la piel, luego del asueto vacacional, deben ser evaluadas por los especialistas. La dermatóloga Marysol Badell ofrece estas recomendaciones
Finalizadas las vacaciones, lo normal es el retorno a la rutina del trabajo y del colegio. Pero no siempre, como consecuencia de la exposición al sol experimentada durante el asueto, se tiene la mejor cara para pisar la oficina y la escuela.
Aunque vale decir que el sol es una fuente que ayuda a metabolizar la vitamina D en el cuerpo, la sobreexposición nunca es recomendada por los especialistas en dermatología. La razón es que acelera el envejecimiento y, en el peor de los casos, es motivo desencadenante del cáncer de piel.
Manchas, arrugas y alteraciones del tono y textura son parte de las lesiones que se producen luego de la época de un verano sin cuidados.
La doctora Marysol Badell, especialista en Dermatología, cree que lo más importante para evitar riesgos a la salud de la piel es tomar previamente en cuenta las recomendaciones de cuidado. Esto evitaría mayores lamentaciones posteriores.
Ahora bien, también es cierto que independientemente de los rigores que se tengan, salir al sol y bañarse en el mar provoca maltratos que deben atenderse luego de concluida la jornada de diversión.
En ese sentido, la doctora Badell sostiene que la hidratación es imprescindible para sanar esos efectos negativos. La hidratación no sólo implica el consumo de ocho vasos de agua al día sino también la aplicación de cremas, las cuales deben ser indicadas por el dermatólogo de confianza.
Para Marysol Baldell las personas deben ser respetuosas de la cita con su médico, pues este profesional es quien conoce las especificaciones de cada paciente, lo cual le permite ser más certero en el tratamiento a indicar.
Otra de las lesiones a la piel, enumera Badell, es la aparición de la llamada pitiriasis alba, que comúnmente, por su aspecto, se confunde con hongos. Se trata de manchas blancas, exacerbadas por el sol y que amerita la orientación médica.
Por otra parte, cuando las personas se exponen al sol, los lunares comienzan a alterarse en color y pigmento; en otros casos, crecen de tamaño, producen sangrado y picazón. Badell dice que son detalles a ser tomados en cuenta porque pueden revelar una patología maligna.
Advierte que cualquier alteración no debe ser vista como una circunstancia pasajera que desaparecerá con el tiempo sino que se requiere de la evaluación especializada.