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A dieta el niño ¿a dieta todos?

SALUD

A dieta el niño ¿a dieta todos?

A dieta el niño ¿a dieta todos?

Roberto Iturriaga

Cuando el médico o nutriólogo indica que un niño debe ponerse a dieta, sus papás no deben esperar que eso baste para que adelgace: es indispensable que toda la familia haga conciencia de que el sobrepeso del pequeño se relaciona con el contexto en el que vive, y a todos corresponde tomar medidas al respecto.

México ocupa el nada honroso primer lugar mundial en los índices de obesidad infantil. Esto no sorprende, si pensamos que tenemos asimismo el segundo lugar en obesidad en adultos y que por naturaleza los niños suelen adoptar los hábitos de quienes les rodean.

Así, es común que si los padres tienen sobrepeso los niños también lo desarrollen, pues carecen de un ejemplo que les enseñe a comer en forma balanceada y a realizar ejercicio. Desde luego hay excepciones, niños gorditos cuyos padres y hermanos son delgados. Pero en la mayor parte de los casos de obesidad y sobrepeso se cuenta con un antecedente familiar directo, es decir, por lo menos un miembro tuvo o tiene el mismo problema.

Hoy por hoy, muchos padres de niños ‘llenitos’ se deciden a ponerlos a dieta. No obstante, deben considerar que para resolver el padecimiento hace falta algo más que prohibirles las golosinas. No es posible atender un problema de obesidad viendo al individuo como una entidad aislada, es preciso reconocerlo como parte de un entorno con situaciones cotidianas que condicionan su comportamiento. En definitiva, las costumbres alimentarias en casa deben cambiar.

¿QUÉ HACER?

Muchos psicólogos y especialistas en nutrición toman al menor con sobrepeso como el producto de una problemática en el hogar. Por ejemplo, si el niño tiene poca supervisión de sus progenitores es más probable que su alimentación sea irregular en cuanto a contenido y horarios (que no se realice en los horarios correspondientes), volviéndolo un candidato más propenso a la gordura.

Es importante resaltar que en ocasiones nuestra percepción del sobrepeso y la obesidad pueden no ser muy acertadas; en una misma familia la complexión de un niño puede ser más grande que la de otro sin que ello signifique que sea obeso. Si usted cree que su niño tiene kilos de más, el primer paso es consultar con el pediatra para que verifique si en efecto hay un exceso, tomando en cuenta su estatura, peso y edad. De ninguna manera es recomendable poner a un infante a dieta sin la supervisión profesional de un médico o nutriólogo; los pequeños tienen requerimientos distintos a los de los adultos, por lo tanto querer someterlos a un régimen que no haya sido diseñado para ellos pondrá en riesgo su bienestar.

Una vez obtenido el diagnóstico de sobrepeso u obesidad, la situación no debe percibirse como una tragedia. En un sentido psicológico significa la oportunidad de mejorar la forma de vida del niño y en consecuencia el de sus familiares. Bajo ninguna circunstancia se debe de reprimir al menor por ser gordo o ‘diferente’ de sus parientes o amigos, una reacción así le provocará sentimientos de inseguridad, conflictos de autoestima e incluso traumas.

Al contrario, el papel de la familia entera deberá enfocarse en el apoyo incondicional y la suma de esfuerzos para mejorar la calidad de vida del infante, por eso es obligatorio que quienes conviven a diario con él hagan a su vez una revisión y ajuste profundo de sus hábitos: analizar qué tanto deporte realizan a diario y cuánto tiempo pasan frente al televisor, ver si cuentan con horarios estables para las comidas, si evitan los alimentos chatarra, etcétera.

Durante la infancia las acciones que se observan suelen tener mayor penetración que las explicaciones verbales. De ahí la importancia de que la dieta y el tratamiento contra la obesidad o sobrepeso se extiendan a todos los miembros de la familia, pues al estimular la unión en torno a un objetivo (una vida más saludable) se generará un ambiente de confianza y cotidianidad. En cambio, si se deja solo al niño con su régimen mientras que los demás comen como siempre, sin restricción alguna, será contradictorio. El niño inicialmente tomará esta diferencia como una imposición, una señal de que su comportamiento es negativo y merece ser castigado. Para evitarlo, lo recomendable es generalizar las actividades en favor de la salud a todos los miembros del hogar.

Si el niño tiene hermanos su acompañamiento será fundamental. Si el pequeño observa que su plato tiene una porción menor a las de los demás, le resultará fácil creer que hay favoritismos; lo mismo ocurrirá si nota que a él le sirven verduras hervidas y para los otros hay hot dogs y papas fritas.

Aquí los padres deben intervenir hablando claramente con cada integrante del hogar, explicando que adoptarán hábitos nuevos, orientados hacia lo saludable; no se debe enfatizar que tal o cual hijo es quien necesita ayuda urgente, sino plantearlo como una transformación que traerá beneficios a la familia entera.

TODOS EN ACCIÓN

Si su hijo tiene sobrepeso u obesidad, estas son otras maneras en las que es posible apoyarlo:

-Motívelo a hacer ejercicio. Lo más efectivo es predicar con el ejemplo. Pruebe a practicar algún deporte en familia, como un tipo de juego de pelota, pasear en bicicleta o salir a caminar juntos. Si el pequeño no tiene condición física, no espere que dé el mismo rendimiento que sus hermanos ni se lo exija, enséñelo a fijarse metas dentro de sus posibilidades.

-Modifique su rutina al cocinar; descarte las recetas de comidas poco sanas. Incorpore más vegetales al menú familiar y aprenda a servirlos de manera atractiva a la vista. Deje al lado el aceite y la manteca, dando preferencia a los platillos cocidos o a la plancha.

-Tenga frutas y verduras frescas en casa y manténgalas a la mano; consulte con el especialista cuáles son las mejores opciones y raciones para tomarlas como tentempiés en lugar de dulces o galletas. A la hora de ver una película pruebe a ofrecer pepino o zanahoria en trozos, con limón, para sustituir las palomitas de maíz.

Una vez que la familia haya asimilado los cambios en sus hábitos, deben mantenerlos para que exista continuidad y los resultados sean efectivos y permanentes.

Asimismo resulta fundamental que la dieta vaya acompañada de otras mejoras: prestar mayor atención a los niños y procurar un ambiente de compresión previene casi siempre cualquier desorden en el comportamiento y el desarrollo infantil, incluido el alimenticio.

Desde luego, lo ideal sería no esperar a que algún miembro de la familia presente sobrepeso para adoptar una dieta balanceada, la cual además de evitar la acumulación de kilos extra, sin duda aportará numerosos beneficios a la salud.

Correo-e: riturriaga@elsiglodetorreon.com.mx

Fuentes: Licenciada en Psicología Gabriela Hernández; Licenciada en Nutrición Marcela Rojas.

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