Pretender reducir a huevo el precio del huevo, sin atender las circunstancias del mercado, es como tratar de detener un tsunami con una manifestación y tres machetes. Esto quizá funciona con un gobierno débil como el mexicano, pero no con un mercado en el que participan millones de consumidores, productores y distribuidores.
En las últimas semanas han sido sacrificadas por gripe aviar 11.8 millones de aves de un total de 90 millones de Los Altos de Jalisco. Una vez que concluya la segunda etapa de vacunación, el total podría ascender a 20 millones. Es una estupidez pensar que el alza de precios del huevo es consecuencia de la "especulación". De hecho, en la península de Yucatán no ha habido un gran aumento porque la producción local no ha sido afectada.
La experiencia nos dice que cuando hay una caída rápida de la oferta, como la que ha ocurrido en México, se registra un alza inmediata de los precios. Los aumentos hacen que baje el consumo y generan incentivos para la producción, lo que hace que con el tiempo se equilibre nuevamente el mercado.
Una contracción de la demanda como la que hemos visto en el huevo no debería generar desabasto. Esto sucede cuando el gobierno interviene con controles o manipulaciones de precios. Por eso es inquietante que el huevo ya está desapareciendo de los anaqueles.
El gobierno ha sufrido fuertes presiones políticas por el alza de este producto. "Faltan huevos, pero en Profeco", acusaba ayer una revista veracruzana. Muchos grupos populistas están exigiendo que el gobierno controle precios y castigue a los "especuladores".
Los propios funcionarios del gobierno están reaccionando a este coro. Bruno Ferrari, secretario de Economía, ha amenazado con meter en la cárcel a los especuladores. Bernardo Altamirano de la Profeco ha dicho que se han abierto 1,400 expedientes de investigación. La verdad es que nuestra legislación ya no permite -afortunadamente-los controles de precios. Pero las autoridades están utilizando la ley de competencia para amenazar a los comerciantes.
Esta legislación castiga "prácticas abusivas" o "desleales" de comerciantes. La sanción mínima sería de 7,000 pesos, pero la máxima podría alcanzar los 3.5 millones de pesos. La amenaza es inquietante porque ni siquiera los comerciantes pueden saber si están incurriendo en alguna falta. Las autoridades pueden tomar en cuenta la ubicación geográfica de un comercio para determinar si está incurriendo en una práctica abusiva, pero el comerciante no tiene forma de saber si su ubicación le permite cobrar un precio o no.
Por lo pronto el presidente de la Cámara Nacional de Comercio en Pequeño (Canacope), Juan José Rosas Uribe, ha recomendado a los pequeños comerciantes que no se arriesguen: es mejor no vender huevo, que debe comprarse caro para venderlo con un margen menor al de otros productos, que arriesgarse a una sanción que puede llevar al comerciante a la cárcel o hacerle perder su negocio. Muchos comerciantes, de hecho, están reaccionando de forma natural y están dejando de vender huevo. Las grandes cadenas de supermercados lo venden más barato, porque se pueden dar el lujo de perder en un producto y ganar en otros. También se está registrando desabasto, sin embargo, porque los distribuidores pueden obtener mejores precios fuera de los supermercados.
El gobierno no podrá nivelar a huevo un desequilibrio de mercado. Mejores son las soluciones que buscan incrementar la oferta, como el apoyo a los avicultores para reemplazar las aves que han perdido.
ARANCELES
Una medida que está ayudando a aumentar la oferta del huevo es la eliminación de aranceles al producto de países con los que México no tiene tratados de libre comercio. Pero, si ésta en una buena medida para los consumidores, ¿por qué no mantenerla de manera permanente?
Twitter: @sergiosarmient4