La violencia en el deporte no es algo que es ajeno al deporte más popular de México, el futbol. Y este mal que afecta a todos los estadios en particular. Donde muchas veces la afición se vuelve más que un espectador del deporte, y se convierte en un completo y ferviente seguidor de su equipo. Este problema no es sólo de este país incluso no es exclusivo de este deporte. La mayor parte de los deportes alrededor del mundo que son de alta exigencia y de mucha demanda en cuanto a su afición, requiere que sus seguidores sean muy apasionados por los colores, por los símbolos, o por cualquier signo de su equipo.
En el futbol, en particular, los aficionados no sólo demuestran en la cancha su pasión y su amor hacia su equipo, sino que muchas veces el amor se desborda a temas extracancha. En futbol existen muchos seguidores que tienen sus cávalas para cuando gana su equipo, o cuando está por disputar un partido importante. Y es esta afición o amor extra que hace que de un aficionado se vuelva un fanatismo. Y ese mismo fanatismo es el que ciega al aficionado para que no distinga o no tolere, en la mayoría de las veces, que exista otro rival u otro ganador.
En Europa se llaman hooligans; en Sudamérica, barras; en México, porras o equipo de animación; pero todos se pueden definir como un grupo de seguidores a un equipo que se trasladan de una ciudad o en Europa de un país a otro, con el fin de apoyar y demostrar su afición. Quizá el ejemplo más claro de violencia que se pueda presentar aquí en México podemos ver que temporada tras temporada el clásico capitalino, de América vs Pumas, o el clásico regiomontano entre Tigres y Rayados. En la Comarca no vemos violencia tan extrema como con estos dos ejemplos, pero sí se han vivido casos en los que la pasión fuera de los 90 minutos han hecho de las suyas.
Quizá una de las más recordadas ha sido la de del invierno del 2004 cuando en un trepidante partido, entre los Rayados de Monterrey y los Guerreros del Santos, la pasión saltó incluso fuera del estadio cuando en el camino rumbo al antiguo Estadio Corona aficionados del Monterrey mostraron su enojo propiciado por su equipo y lo desquitaron con golpes, con pedradas y demás desmanes contra personas como también contra carros estacionados ahí.
Muchas veces la temperatura de la cancha entre el "odio" de los rivales se traslada a la tribuna y este resultado en contra o a favor es el detonante para que por un insulto, o un golpe, o cualquier ofensa se alebresten los aficionados y se inicie la trifulca.
El problema no se ha podido erradicar en Europa, que es una sociedad primermundista, ahí siguen los hooligans sólo que su comportamiento ha sido mejorado dentro del estadio por el tipo de sanción o penalidad que llevan, desde una fuerte suma económica hasta la prohibición a la entrada a todos los estadios europeos. Si en verdad se quieren evitar enfrentamientos entre jóvenes aficionados a los clubes mexicanos, las autoridades mexicanas deben de crear medidas lo suficientemente fuertes para que los aficionados y los fanáticos a todo equipo la piense antes de hacer cualquier acto, porque siempre hay que recordar que el futbol es un deporte de entretenimiento para toda la familia.
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