Y Pues no, no se acabó el mundo y aquí seguimos. Si ni siquiera se acabó este país cuando se vio inmerso en la pesadilla de otra infame campaña en que sin pudor alguno los partidos políticos convirtieron en basura electoral más dinero del que necesitaríamos para sacar a varios millones de mexicanos de la pobreza. Si hemos sido capaces de constatar sin desaliento y ni siquiera manifestaciones de protesta, el altísimo costo de la transición, el chapulineo, y finalmente la piñata de bonos, aguinaldos y regalitos para los funcionarios públicos que se fueron y para lo que llegaron; eso significa que somos indestructibles. Si los diputados y los senadores con la obscenidad de sus abusos no han conseguido acabar con nosotros. Si no hemos sucumbido a la sobredosis familiar que nos impone la temporada navideña; entonces ha llegado el momento de tomar papel y pluma para hacer nuestra lista de agradecimientos. Los más significativos y esperanzadores sean para nuestro noble, entrañable y resistente país que es al fin y al cabo es nuestro más preciado patrimonio. También es de agradecer que Felipe Calderón no nos haya heredado ningún error de diciembre. Y no sé si sea prematuro agradecer las promesas sin esperar a ver su cumplimiento; pero en cualquier caso prefiero apostar positivamente a dos compromisos firmados de nuestro recién estrenado presidente. El primero es la reforma educativa que entre otros puntos muy significativos, incluye escuelas de tiempo completo así como la evaluación y calificación de los maestros para tener la seguridad de que nuestros niños ya no aparecerán en la fila de los menos preparados del mundo. El segundo es la palabra y la firma empeñadas de Peña Nieto para eliminar a 100 diputados federales y a 32 senadores del Congreso de la Unión. Me preocupa pensar que ya pasaron veinticinco días de su mandato y todavía no ha mencionado el asunto. Habrá que tener paciencia pero estar vigilantes y de ser necesario demandárselo en nombre del juramento que hizo en su toma de posesión: "…si no cumplo que me lo demanden", dijo. Yo pienso (bueno, es un decir) que para cerrar el año todo lo anterior no está nada mal. En cuanto a lo personal, están los libros que este año me permitieron huir para aprender, imaginar, viajar, reír, amar y llorar entre sus páginas. Entre lo mejor, la espléndida novela "Casi Nunca" (Edit. Anagrama) de mi llorado maestro Daniel Sada que por la tesitura del lenguaje, su sentido del humor y su tratamiento, estoy segura que les va a encantar. Y como siempre me quedo prendada de lo último que leo, agradezco a Vicente Quirarte "La Invencible" (Edit: Joaquín Mortiz) Risueña y dolorosa como la vida misma, poética como toda la obra de Vicente y entrañable por lo que tiene de autobiográfica, especialmente porque algunos de los eventos que relata han sido compartidos en nuestra añeja amistad. En este momento me encuentro encantada -habitada por el canto- entre las páginas de "Conocer a una Mujer", de Amos OZ" (Edit. Siruela) que muy bien podría contribuir a la educación sentimental de todo hombre que la lea. Quede testimonio de mi agradecimiento grande a los pacientes lectores que le dan sentido y razón a estas líneas. A mis nuevos amigos como la querida MO que es una Pequeña Serenata de Mozart, y a ese compendio de lucidez y ternura que es el doctor Benjamín Buciaga. A la Sonora Santanera, que le ha dado ritmo a mis horas, y hasta a las flores ñangas que cultivé este año. No sé por qué mis macetas siempre parecen como sembradas por Morticia Monster. Agradezco también el privilegio de las manos invisibles que dejan cada mañana en mi cuarto una charola con café, y la ternura con que me recibe en la cama… mi cobertor eléctrico. Hurgando entre los discos para ponerme a tono con la temporada navideña, me tropecé con "El Sombrero de Tres Picos", un viejo C.D. en el que Eduardo Mata dirige magistralmente a la Sinfónica de Dallas y que allá por el 85 me dedicó por mi cumpleaños. Tanto tiempo después vuelvo a escucharlo y a agradecerlo. Y como no hacerlo también a mi fraternidad literaria. A todos los juevecinos con quienes comparto en amistad, letras, libros y vino. Pronto iniciaremos el año. 365 días como hojas en blanco, nuevecitos e impecables para escribir en ellos la vida que queremos. Y para compartir con ustedes la buena vibra que quiero para mí; les deseo que los primeros días del año que ya nos está pisando los talones; al levantarnos nuestra vida sea limpia, calmada y clara como el agua tempranera de los ríos. Que reciban noticias semilla, noticias promesa, noticias sonrisa, noticias suspiro, noticias fantasía, noticias proyecto, noticias amor, noticias aplauso, noticias justicia, noticias perfume, rebeldía, búsqueda, paz. Noticias fiesta; y que los aguarde un 2013 dulce y abundante.
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