El 8 de febrero del año en curso se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto de reforma del artículo cuarto de la Carta Magna de la República con el que se eleva a rango constitucional el derecho de todo mexicano a contar con agua para su consumo.
En el citado artículo puede leerse ahora que "toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible. El Estado garantizará este derecho y la ley definirá las bases, apoyos y modalidades para el acceso y uso equitativo y sustentable de los recursos hídricos, estableciendo la participación de la Federación, las entidades federativas y los municipios, así como la participación de la ciudadanía para la consecución de dichos fines".
Lo anterior pareciera una obviedad, puesto que el agua es un recurso indispensable para la subsistencia del ser humano. Pero al ver la mala administración que hasta ahora se ha hecho del mismo, la escasez que afecta cada vez más a colonias y pueblos y la preeminencia que se le ha dado al capital privado en su explotación, hay que reconocer que el decreto resulta necesario y pertinente, aunque, eso sí, bastante demorado.
La Comarca Lagunera, cuyos acuíferos pertenecen a la región hidrológico-administrativa de las Cuencas Centrales del Norte, es un claro ejemplo de cómo el enfoque económico se ha sobrepuesto al enfoque social y humano del manejo del agua. El sostenimiento del complejo agroindustrial más grande del país para producir, principalmente, leche y sus derivados, ha ocasionado que los mantos freáticos más importantes de la comarca se encuentren en un preocupante nivel de sobreexplotación.
De acuerdo con la información disponible en el portal virtual de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), en la cuenca hidrológica Nazas-Aguanaval existen cinco acuíferos con déficit en su relación recarga-extracción: el Principal-Región Lagunera, La Paila, Ceballos, Vicente Suárez y Oriente Aguanaval.
El caso que mejor se conoce es el del acuífero Principal, del cual se abastece la mayor parte de las ciudades de la comarca y los productores agropecuarios aquí asentados. Los datos por sí solos revelan la negligencia de las autoridades. La recarga del manto es de 518.9 millones de metros cúbicos al año. No obstante, el volumen concesionado, es decir, legalmente autorizado para extracción es de 649.56 millones de m3. O sea, la Conagua permite que se succione del subsuelo más líquido del que entra de forma natural.
Pero la situación es más grave. Muchos de los propietarios de derechos de agua no respetan los límites máximos de extracción, además de que existen algunos productores que perforan pozos sin permiso. De esta forma, el volumen de succión real es de 930.92 millones de m3, por lo que el nivel de sobreexplotación del acuífero Principal es de 412.02 millones de m3 al año, según datos de 2009, que son los más actualizados disponibles.
Aunque las autoridades han tratado de responsabilizar a todos los ciudadanos del abatimiento de los mantos freáticos, basta con revisar el uso que se le da al agua en la región para saber en dónde recae la mayor parte de responsabilidad. Casi el 80 por ciento del líquido que se extrae del subsuelo es utilizado en las actividades agropecuarias, y apenas un 18 por ciento se destina para el abastecimiento público. El resto es usado en la industria.
Aunque es muy claro que el problema se encuentra en la falta de control del recurso en el inicio de la cadena productiva de la agroindustria, es ahí precisamente donde menos se ha avanzado en las soluciones.
La disminución de la disponibilidad de agua para consumo humano y la presencia de altas concentraciones de arsénico en la misma han motivado el surgimiento de propuestas de remediación que van desde la instalación de aparatos de filtración en norias y tomas domiciliarias hasta la construcción de enormes obras de infraestructura hidráulica; propuestas no exentas de controversia.
En el caso de las plantas filtradoras de arsénico hemos visto que mientras en la Laguna de Coahuila se optó por la instalación en los pozos de la red pública, por el lado de Durango, de forma por demás desaseada y sospechosa, las autoridades estatales decidieron colocar los aparatos en las casas, pese a que el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua no lo considera recomendable cuando se trata de grandes cantidades como las que pretenden manejar.
La Comisión de Aguas del Estado de Durango (CAED) es la dependencia que está al frente del proyecto de los filtros domiciliarios, el cual, contrario a lo que ha dicho el gobierno de Durango, no ha iniciado e incluso se desconoce la tecnología a utilizar y los criterios usados para seleccionar a la empresa The Water Iniciative.
Pero mientras se concreta esta solución temporal, las compañías comercializadoras de agua envasada han incrementado sustancialmente sus ganancias y otras empresas se frotan ya las manos por los proyectos multimillonarios que algunos funcionarios impulsan.
Tal es el caso de "Agua Futura", cuyo principal promotor es Miguel Calderón Arámbula, director de la misma CAED y presidente del Consejo de Cuenca Nazas-Aguanaval. Su idea, a grandes rasgos, es bombear el agua de las presas Lázaro Cárdenas y Francisco Zarco a la mancha urbana de la Comarca Lagunera y potabilizarla para distribuirla a los hogares. El costo aproximado de este proyecto es de "nada más" 4 mil millones de pesos. Jugoso negocio sin duda.
Y mientras se da impulso a este tipo de planes, poco se avanza en lo medular que es la regulación de la extracción del agua con fines productivos. La tecnificación del riego agrícola y la clausura de norias fuera de la ley en la región son estrategias apenas en ciernes que se topan con los enormes intereses económicos de la agroindustria.
Pero ya es hora que el gobierno y la iniciativa privada entiendan que para garantizar el derecho, ahora constitucional, de acceso público al agua, es necesario cambiar el enfoque que hasta ahora se ha tenido en la administración del recurso. Hoy, el beneficio social debe estar por encima de los intereses particulares. Simplemente no hay de otra.
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