No me puse de mal humor cuando, en Caracas y tras catorce horas de espera, el jefe de prensa del presidente de Irán me dijo que Mahmud Ahmadineyad estaba muy cansado y que la entrevista se posponía tres días, para al jueves temprano, en Ecuador.
Sabedor de que el mango del sartén no descansaba en mi puño y consciente de que las dos citas de la mañana del lunes se habían pospuesto porque no nos dio tiempo de estar técnicamente listos para transmitir en vivo como condicionó unas horas antes antes el mandatario, me concentré en que sin duda alguna, la entrevista sucediera:
- ¿Seguro, seguro que el jueves en la mañana en Quito? -le pregunté serio.
- Sí. Seguro -me contestó, a través de un traductor.
La verdad ya me esperaba la cancelación: Ahmadineyad llevaba mucho retraso en su agenda pues acababa de compartir un acto con Hugo Chávez que se extendió varias horas más de lo previsto.
Yo también estaba hastiado -eran las once de la noche de un día que se había ligado con el anterior por un vuelo "tecolote" del DF a Caracas-, pero calculé que me la pospondría para la mañana siguiente, no para tres días después. Ni hablar: seguro el jueves en la mañana en Quito...
...salvo por dos problemas:
1.- El gobernante tenía en agenda llegar a Quito hasta el jueves por la tarde.
2.- Yo me enteré de eso, el miércoles 11, con un pie en el avión ¡a Quito!
Se lo comunicó la embajada persa a nuestro productor, José Luis Valdivieso, quien voló directamente de Venezuela a Ecuador para instalar la antena con tiempo y no repetir la frustración del lunes.
Incrédulo de las agendas de los enemigos de Estados Unidos, me subí al avión: a mí me dijeron jueves en la mañana, yo estaré listo jueves en la mañana. Y aquí estoy, al caer miércoles, otra vez, como la madrugada de lunes, la mañana de martes, y seguramente viernes, cubriendo un tramo aéreo entre Norte y Suramérica (DF-Caracas-DF-Bogotá-Quito...) ¿Me estaré volviendo masoquista?
El contexto de amenazas de guerra, el personaje y las pocas veces que concede una entrevista ameritan el esfuerzo y las ausencias en los noticiarios, pero cada minuto que pasa siento que el gobierno de Irán está fintándome como a la Unión Americana cuando anuncia que está enriqueciendo uranio, pero dice que es para generar energía eléctrica, cuando declara que le encantaría desaparecer Israel, pero asegura que no está construyendo una bomba atómica para ello.
Para paliar, ya escuché como diez veces "Los caminos de la vida". Descubrí que me revive una de las cinco mejores tardes de mi vida, un sábado de noviembre de 2011, en el restaurante que comanda Magdalena a quien sigue una tropa colombiano-mexicana con más historia que los murales del Polyfórum bajo los que se apertrecha.
Y con Talking Heads en los audífonos (¡qué cursi, qué bárbaro!), termino de leer los Diarios de Bicicleta de David Byrne. Su divertida mirada a la humanidad mientras recorre en dos ruedas capitales del mundo inspira a cualquiera a dejar en papel lo que piensa mientras viaja. A esta columna me remito.