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Al cabo de varios años investigan a los generales. ¿Se espera imputaciones de ellos?

En la línea

Félix Fuentes

Ahí está una consecuencia, grave, por enfrentar a los militares con la delincuencia organizada: Tres generales están arraigados por presuntos vínculos con el narcotráfico. Uno de ellos, Tomás Ángeles Dauahare, fue el segundo en importancia en la Secretaría de la Defensa Nacional, al inicio de este sexenio. También fue arrestado un teniente coronel retirado.

Otros militares de alto grado, coroneles, mayores y de menor rango son mencionados por sus nexos con el hampa. Tras el asesinato del general Mario Arturo Acosta Chaparro trascendió que ligaba a generales en activo con cárteles de Sinaloa, “Los Zetas” y los Beltrán Leyva.

Los otros arraigados son el brigadier Roberto Dawe González y el divisionario Ricardo Escorcia Vargas. Deben ser tan importantes los ilícitos del también divisionario Ángeles Dauahare que la PGR le impide designar a un defensor propio y le designó a uno de oficio.

Extraña que dichos militares sean investigados por autoridades civiles y no por las militares, lo cual ha defendido la Secretaría de la Defensa Nacional como facultad prioritaria de su ramo.

Si las autoridades castrenses investigaran a militares que se han desempeñado en estados dominados por los cárteles, sin duda descubrirían muchos más pactos con los traficantes. En esto ha funcionado la amenaza de “plata o plomo”.

El dinero, por muy impregnado que esté de estupefacientes, es aceptado por quienes perciben sueldos menores y no pocos incrementan sus fortunas, dándose vida de potentados.

Los capos procuran contactos en todos los niveles de las fuerzas armadas y policiacas, siempre con la entrega adelantada de maletas repletas de billetes verdes. Pocos resisten esa tentación.

En todo el mundo, los capos llegan a los más altos niveles de mando. Ni la Santa Sede católica se les escapó y de ello se han escrito negras historias. México no podía ser la excepción. Si el general Ángeles Dauahare se relacionó con los Beltrán Leyva, como filtró la PGR, éstos penetraron hasta la antesala de la Defensa Nacional, donde el detenido se desempeñó como subsecretario hasta 2008.

SORPRENDE E INQUIETA A POLÍTICOS

Que hasta estos días, cuando faltan cinco semanas para la elección presidencial, sean detenidos y exhibidos los mencionados generales, sin importar el desprestigio militar. ¿Acaso se les quiere relacionar con otros personajes?

En cinco años y cinco meses, el presidente Calderón se ubicó a la sombra de las fuerzas armadas, se vistió de soldado, ha dirigido encendidos elogios al Ejército y colocado condecoraciones a los generales, como ningún otro mandatario lo hizo.

¿Por qué hoy, al final de su gobierno y perdida su “guerra” contra la delincuencia, Calderón exhibe a quienes han sido miembros prominentes del Ejército?

Se supo de diferencias entre Dauahare y el titular de la Sedena, general Guillermo Galván, y por ello dejó de ser subsecretario en el 2008. ¿Por qué hoy se procede contra él y se le relaciona con el capo Édgar Valdés Villarreal “La Barbie”, si éste fue detenido en agosto de 2010.

¿Si la PGR inició esta investigación en 2010, como se dice, basada en dichos de testigos protegidos, entre otros el de la tal “Jennifer” —favorito para formular imputaciones desde Washington— es ilógico el arraigo de militares en busca de información.

El teniente coronel de caballería Silvio Isidoro de Jesús Hernández se dio de baja en 2002, luego de fungir como jefe policiaco ministerial en Sinaloa. Lo relacionan con el narcotráfico y colaboró con López Obrador. ¿Qué se pretende de los militares en estos días críticos?

www.felixfuentes.com.mx

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