El equipo de utileros del Santos Laguna hace un trabajo notable para que los futbolistas puedan lucir impecables el día del partido, pero también en el día a día durante los entrenamientos.
Para una pretemporada perfecta en un equipo de futbol profesional, la logística debe ser impecable, sin margen de error, para que todo pueda marchar sobre ruedas.
El entorno del entrenamiento, es más complejo en sí que la misma práctica, ya sea de trabajo físico en la playa o el futbolístico en la cancha.
Uniformes limpios, basta hidratación de agua y bebidas con electrolitos, calzado adecuado, balones, trazado con conos, cintas, estacas, aros, colchonetas en el área de trabajo, no pueden faltar en los entrenamientos, pero todo siempre a tiempo, en orden y sincronía.
Los responsables para que un entrenamiento pueda celebrarse, con los más elevados estándares de calidad y servicio, son Juan de Dios Lara Reyes, Jesús Raymundo Ramírez Pérez y Jaret Acosta de la Cruz. Ellos tres son la sombra del cuerpo técnico y jugadores, ya que siempre están al servicio ante cualquier eventualidad y necesidad, ya sea antes, durante o después de los entrenamientos.
Con un largo recorrido en el departamento de utilería, Juan desde el primer campeonato de Santos Laguna en el 96, Ray dos años después y Jaret cumpliendo apenas su tercera pretemporada, se encargan de tener todo en orden en cuanto a su función les corresponde.
Juan se encarga de todo el vestuario del equipo, lo que implica toda la vestimenta del jugador. Cada futbolista en la pretemporada, cuenta con 10 uniformes, tanto de playeras como shorts, medias y licras. Ray se hace cargo de todo lo que está en la cancha como porterías, conos, estacas, balones, trazados y toda la utilería que requiera cuerpo técnico para los jugadores, además de toda la hidratación. Jaret los asiste a ambos.
Entre toda la utilería, llegan a transportar alrededor de tres cuartos de tonelada, distribuidos tanto en avión, camión, así como una camioneta propiedad del club, que va y viene a cualquier rincón del país.
Si el entrenamiento matutino empieza a las 7:00 horas, deben estar 60 minutos antes, reunidos con el preparador físico Luiz Otavio Duarte, para comenzar el armado de los circuitos, aunque una noche, ya cuentan con la lista de materiales que se utilizarán. En ese lapso, los uniformes de cada jugador, fueron dejados en la puerta de sus respectivas habitaciones.
Cuando termina el entrenamiento, se debe recoger todo, desde las bolsas de agua, hasta la vestimenta llena de sudor, arena, tierra, pasto, incluso hasta de sangre.
"Recogemos la vestimenta sucia, la llevamos a la lavandería, para luego entregar una limpia por la tarde. No hay tiempo de descanso" sentencia Juan, a quien últimamente le apodan Joan.
Ray por su parte dice: "Debemos cuidar todos los detalles, preparar la hidratación del día siguiente. Se gastan alrededor de 4 litros por jugador, por la humedad elevada en la playa, entre agua y bebida rehidratante".
Jaret por su parte, deja en claro que deben limpiar el calzado luego de cada entrenamiento, para tenerlo en perfectas condiciones cuando se requiera.
Los tres conforman una familia auténtica dentro del vestidor, incluyendo a los jugadores, con quienes se llevan de maravilla. Suavizan el ambiente de manera diaria, para evitar cualquier tipo de problema, entonces siempre están con la buena vibra, para también poder transmitírselo a los jugadores.
Deben de apoyar en todo y estar bien, además de tener mucha responsabilidad y estar al pendiente de todo y de todos, donde la comunicación es básica, sobre todo para apoyarse entre ellos y reducir tiempos.
Es complicado cuando van fuera de la Comarca, por lo que echan mano de la experiencia. A veces el idioma es un ejemplo o la falta de conocimiento, donde por tratar de lavar ropa, se meten a barrios peligrosos, como les pasó en Panamá, Houston y Los Ángeles.
"Siempre estamos antes que el equipo, andamos como hormiguitas, checando todo" dice Ray, quien le heredó a su hijo el gusto por atender y servir en un equipo de futbol, estando su primogénito en la Sub-20 de Santos Laguna.
Incluso apoyan a otras personas dentro del mismo plantel, no siendo necesariamente jugadores, los sacan de problemas. Se apoyan como hermanos, porque si no, el trabajo no saldría.
La recompensa es que el equipo siempre esté en los primeros puestos, además de que su labor es reconocida también por los aficionados, aunque lo valioso para ellos, son sus familias, las esposas, los hijos, los nietos.
"Las familias de nosotros han sido parte fundamental en esto, nos apoyan en todo, sobre todo en pretemporada, cuando nos ausentamos por 15 días, tenemos señoras muy aguantadoras" dice Ray, mencionando que a veces la nostalgia apremia, por lo que en vacaciones, tratan de aprovechar al máximo la estancia con ellos.
Es un sacrificio estar lejos de casa, extrañan como cualquier ser humano, pero tienen la enorme satisfacción cuando el equipo gana, ya que eso vale la pena.
