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El medio ambiente, la tecnología, las normas sociales y la generalidad de nuestro entorno, se han transformado desde sus inicios y hasta el día de hoy. Se dice que “la única constante es el cambio” y que tal máxima es aplicable a cualquier área de la existencia, pero... ¿también al amor? El entorno pareciera indicar que sí, porque al menos las relaciones de pareja actuales y su manera de convivir ya no se parecen tanto a las de antes... ¿o sí?

¿Quién puede decir con certeza qué es el amor? A lo largo de los siglos han tratado de definirlo los grandes pensadores, filósofos y religiosos; también psicólogos, neurólogos y especialistas de otros campos científicos, además de músicos, escritores y artistas de todas las disciplinas. Y quienes se enamoran, desde luego. Aunque hasta ahora no se haya aceptado una definición unánime y universal, sin duda quien lo siente lo reconoce.

Por otro lado sabemos que el amor se presenta en diferentes maneras, y que no se ama igual a los padres que a los hijos o hermanos; que también se puede querer a los amigos, a una mascota, a una deidad, y desde luego a uno mismo. Pero lo usual es que cuando se habla de amor el pensamiento colectivo se centre en aquél que comparten dos individuos. El mismo diccionario recoge este término como un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. Y agrega una segunda acepción: Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.

Así, durante años en gran parte del mundo se ha mantenido la percepción de que el ideal para el ser humano es encontrar a alguien que encarne para él el amor, lo corresponda y se muestre dispuesto a compartir la existencia “en las buenas y en las malas”, uniéndose entonces como una pareja mediante la ceremonia legal o religiosa que les marque su cultura y comunidad.

Hemos notado cómo el mundo ha ido transformándose de muy diversas maneras, y las relaciones amorosas no podían ser la excepción. Hoy no se trata de decir, como en los cuentos, que la promesa surgida de un “¿te quieres conmigo?”, tenga como continuación un romántico “y vivieron felices para siempre”.

El matrimonio continúa siendo una institución vigente, aunque aquello de “hasta que la muerte nos separe” parece haber perdido solidez.

Asimismo, en los últimos años se ha percibido que al menos en la cultura occidental cada vez más personas se muestran inclinadas a elegir una alternativa de pareja distinta al casamiento, o bien que llegan a éste por un camino distinto a la tradicional ruta ‘noviazgo-compromiso-boda’.

¿A qué puede deberse lo anterior? ¿Será que el amor (al igual que tantos otros rubros de la existencia) es distinto en el siglo XXI? ¿Estamos frente a la desaparición de las relaciones amorosas tradicionales? ¿Cuál es el panorama que enfrentarán las parejas en un futuro cercano?

DE DOS EN DOS

De acuerdo a la Sociología, la pareja es una asociación de dos personas cimentada principalmente en vínculos afectivos, la cual puede ser la base para una familia o bien simplemente una forma en la que sus integrantes compartan una alianza de comprensión mutua y un espacio de intimidad. Por otro lado se contempla como la base que tarde o temprano se convertirá en una familia, la cual se concibe como “la unidad económica de producción básica para una sociedad”.

Aunque pudiera pensarse que las parejas han existido desde el inicio de la humanidad, su conformación comenzó a darse mucho tiempo después, a la par que el hombre inició un proceso de sedentarización en la Edad del Hierro (alrededor del siglo XII a. C.). Se sabe que antes de dicho periodo la gente solía vivir en grupos como ‘familias clánicas’, donde las relaciones entre hombres y mujeres ya existían pero eran poligámicas. No obstante, “con la transformación de los metales surgieron también el Estado y la propiedad privada. En ese contexto el matrimonio entre dos individuos se volvió importante e indispensable para tener acceso a bienes ya no colectivos sino privados” explica la Antropóloga Leonor Domínguez.

Otros factores contribuyeron al establecimiento de las relaciones monógamas y de tipo permanente. Según explica el Doctor en Psicología Social Rolando Díaz-Loving también se cree que la conformación de la pareja es necesaria para asegurar la reproducción. Por ello, el enamoramiento activa en el cerebro la elaboración de ciertas sustancias bioquímicas que despiertan en la persona una sensación de euforia, de alegría.

En nuestros ancestros esta fase se mantenía durante tres o cuatro meses, para después dar lugar a una etapa de ‘protección a la pareja y a los hijos’. Tal situación se prolongaba durante tres o cuatro años. Después, como especie lo más conveniente resultaba cambiar de compañero para combinar cromosomas con otro ser humano y dar lugar a la biodiversidad. Este patrón fue constante hasta hace siete u ocho mil años, pues con el advenimiento de la agricultura, la consolidación de la sedentarización y la acumulación de bienes, surgió en los varones una preocupación particular de tener la certeza de ser ellos quienes procreaban. Esto dio pie al surgimiento de una serie de normas entre las cuales estaba que la pareja permaneciera junta para toda la vida.

Con esos antecedentes, la figura de la pareja persistió a través de los siglos, variando únicamente la manera en que se formaliza este lazo pues cada cultura ha concebido sus propias maneras de marcar la unión de dos sujetos, si bien el común denominador es que se trate de un enlace de tipo ritual con implicaciones religiosas.

Asimismo en gran parte del mundo existe el matrimonio civil, cuya figura puede resumirse como un contrato que signan dos personas, comprometiéndose legalmente al cumplimiento de una serie de cláusulas que les brindarán una garantía de mutua responsabilidad y búsqueda del bienestar común. Desde luego, la firma de tal documento tiene una notable repercusión social, pues al igual que la celebración religiosa es la forma en que una pareja adquiere un carácter de validez oficial ante la comunidad a la que pertenece...

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