LOS ÁNIMOS deberán ya serenarse. Las pugnas y confrontaciones que se originaron durante y con motivo de las campañas políticas para la Presidencia de la República, y que son naturales y normales en cualquier sistema democrático, deberán apaciguarse para que México tome nuevamente sus propios caminos de reconciliación, desarrollo y crecimiento.
ESTE PAÍS ya no puede darse el lujo de continuar indefinidamente alimentando sus enconos y diferencias políticas. Los mexicanos logramos el pasado 1 de julio las mejores elecciones. Unas elecciones de lujo.
Las más concurridas de la historia de este país; las mas vigiladas y operadas por 2 millones de ciudadanos y además, supervisadas por cientos de miles de observadores electorales nacionales y extranjeros.
LA DELICADA SITUACIÓN de nuestro país desde el punto de vista social, no puede permitirnos ninguna intentona o tipo de escaramuzas tendiente a su desestabilización. Los votos han sido contados dos veces y los resultados han sido los mismos. De los 2 millones de ciudadanos que operaron y cuidaron las 143 mil casillas, no más de un centenar han manifestado saber de algunas irregularidades y no significativas para los resultados globales de la elección. Por lo que respecta a los observadores electorales nacionales y extranjeros también publicaron su pleno reconocimiento al proceso electoral.
PERO CON EL FIN de seguir atizando lumbre al fogón, los antes irreconciliable enemigos el PAN y el PRD, continúan avivando la pequeña flamita de su derrota, con el fin de ver si pueden hacerla crecer e incendiar al país.
EN UN CATÁLOGO de incongruencias que solamente es posible ver en un país como México, el PRD, que en 2006 llamó y calificó de ilegítimo al presidente Felipe Calderón, candidato ganador por el PAN, y al que además trató de evitarle tomara posesión de su cargo, ahora se une con el mismo PAN, con ese mismo que calificó de ilegítimo.
EN OTRO ESCENARIO, el presidente panista Felipe Calderón recibe en Los Pinos al candidato ganador Enrique Peña Nieto, con quien tiene una entrevista de 70 minutos para afinar los puntos de la trasmisión de la administración panista a la nueva priista.
EN OTRO DE LOS FLANCOS, el señor Gustavo Madero, presidente del PAN, se reúne con el presidente del PRD, Jesús Zambrano, para pedir que conjuntamente se hagan todas las investigaciones que sean necesarias a fin de demostrar que el 1º de julio hubo compra de votos. Por su parte, Josefina Vázquez Mota toma debida distancia del pleito y considera más importante en estos momentos de derrotas, se tomen las medidas necesarias para la refundación de su partido.
TODO ELLO NOS HABLA de la terrible división y desconcierto que sufre el PAN a su interior, tan eso es así, que ya se alió con los mismísimos que lo tildaron de gobierno espurio e ilegítimo durante seis años.
OTRO DE LOS que ya también se deslindó fue nada más y nada menos que Marcelo Ebrard. Primero declaró a los medios que en el Distrito Federal no había habido compra de votos; después y dando una muestra de independencia, mandó detener a un grupo de más de 200 revoltosos seguidores de AMLO que trataron de tomar un centro comercial sobre el Paseo de la Reforma en la colonia Juárez. Esta es la primera vez en seis años, que la policía del Distrito Federal disuelve una manifestación y detiene a los revoltosos. El mensaje para AMLO ha sido muy claro: "En mi ciudad no quiero mitotes poselectorales, la tengo muy bonita y muy ordenadita".
Otro desmarcado distinguido fue Graco Ramírez, recién electo gobernador del estado de Morelos por el PRD y quien declaró: "Que a él no le consta la compra de votos". A los deslindes se sumó también Arturo Núñez, gobernador electo para Tabasco por el PRD, quien aclaró: "Que él no creía en la compra de votos".
COMO SE ESTÁN Viendo las cosas, Andrés Manuel López Obrador cada día que pasa se está quedando más solo, y los que aún lo siguen lo hacen más por un compromiso moral o deuda de tipo político, que por convicción.
LA AGONÍA SE ALARGA, se prolonga y parece no tener fin. Los estertores de su muerte política asoman a la vista de los médicos que lo asisten. Los galenos se ven unos a otros azorados e impotentes ante la agonía del paciente que parece no acaba, no hay medicina alguna que lo pueda salvar; pero lo más grave, el paciente no parece darse cuenta de su grave estado de salud. En el quirófano todo es pesadumbre, tristeza e impotencia. Aun así, y con la deteriorada salud de nuestro personaje, éste tiene aún fuerzas para gritar y sentenciar: "Como dijo Luis XV, Rey de Francia, Después de mí el Diluvio".
Comentarios
gaasoc@hotmail.com