Cuando Vicente Fox puso una mano sobre el hombro de Andrés Manuel López Obrador y éste le extendió la diestra para saludarlo frente al altar donde oficiaba una misa el Papa Benedicto XVI, el candidato de las izquierdas ya había perdonado -según sus palabras- al presidente Felipe Calderón.
Es la otra cara del "Peje", desconocida por la república. Dejó de autollamarse "presidente legítimo" y calificar de "presidente espurio" a Calderón. Olvida el desafuero que le instruyó Vicente Fox y cuanto sucedió en las elecciones de 2006.
En entrevista concedida al periódico español "El País", López Obrador dijo de Felipe Calderón: "No sólo es corrupto, es deshonesto, que es peor porque la corrupción es quedarse con dinero, pero la deshonestidad es quedarse con dinero y además no ser consecuente".
En la misma entrevista, el candidato presidencial afirmó: "Estoy extendiendo mi mano franca a todos. No odio, no soy un hombre de resentimientos, perdono a todos, le perdono a él en particular (a Calderón), a todos".
De ese tamaño son los virajes del tabasqueño. Después de pronunciarse por la "república amorosa" y hacer a un lado su postura de socialista -por lo cual lo comparó la clase empresarial con el venezolano Hugo Chávez-, AMLO ha querido congratularse con la clase patronal y disculpa a quienes lo denostaron en los comicios de 2006, como tanto se quejó.
Por ese cambiazo imperdonable en política, la aceptación electoral de López Obrador no pasa de 17% y esto lo orilla a cometer pifias constantes. Hasta los priistas están preocupados por la caída del tabasqueño, porque su baja votación beneficiaría a la panista Josefina Vázquez Mota.
ELLA, LA ABANDERADA DEL PAN, se vio muy devota en el momento de recibir la hostia durante la misa papal y cuantos vieron la escena se preguntaban en qué medida beneficiará o perjudicará al partido blanquiazul la visita de Benedicto XVI, si fueron mencionados los graves problemas padecidos en México.
Dijo el Vicario de Cristo que nuestro país vive momentos de dolor y se pronunció por que sean superados violencia, pobreza y corrupción. A la vez, pidió a la Virgen de Guadalupe auxiliar a los mexicanos para resolver los problemas de narcotráfico, criminalidad, corrupción, crisis de valores, división en las familias, migración forzada, pobreza y violencia doméstica.
Quizá no esperaba el gobierno calderonista que la máxima autoridad de los católicos se refiriera con toda franqueza a los dramas brutales padecidos por la población mexicana.
En eso tampoco se quedó corto el arzobispo de León, Guanajuato, José Guadalupe Martín Rábago, quien hizo ver que la visita del Papa sucedió en medio de discordias, crímenes, injusticia y otras calamidades.
Al dar la bienvenida al jerarca del Vaticano en su diócesis de León, Martín Rábago destacó: "Hemos vivido en los últimos años acontecimientos de violencia y muerte", y ello ha generado una penosa situación de temor, impotencia y duelo.
Como reza la frase popular: las verdades duelen, y a Calderón debieron calar las dichas por Benedicto XVI, quien no vino de paseo y moralmente estaba obligado a señalar el dolor y muerte padecidos por tantos millones de mexicanos, si él como obispo conoció a México cuando no existían los ríos de sangre de hoy día.
Fueron de aliento las palabras de despedida del Papa a los mexicanos, de ser valientes, buenos ciudadanos y no amedrentarse ante las fuerzas del mal. Esto último está en chino.
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