El martes próximo se festeja "El día del amor y la amistad", fecha que ha sido excelentemente aprovechada por los vendedores, que contraatacan al consumidor pasado el período conocido como Lupe Reyes.
Algunas personas afirman que tal tradición es una respuesta del cristianismo a la costumbre de festejar al dios del amor en la Roma Antigua.
Antecedentes recientes, hablan de una mujer llamada Esther Howland, que en el siglo XIX pintaba y vendía estampitas para conmemorar a San Valentín, sacerdote cristiano, del siglo III, que a pesar de la prohibición de casar a soldados enamorados, efectuaba la ceremonia, consagrándose así como el protector del amor de pareja.
Desde luego que en poco tiempo se transformó en una fecha "comercial", que hasta el presente hemos adoptado y promovido con el empuje poderoso de los medios de comunicación masiva.
Por lo menos, serán comprados flores, chocolates o tarjetas varias; a lo más, joyas, viajes o automóviles, según las condiciones económicas de los enamorados.
Sin embargo, algo bueno podemos sacar de la costumbre y es festejar al amor, motor que mueve al mundo, aunque cada día esté más amenazado por el temor y hasta el miedo.
Sin duda que de las pocas cosas que no se aprenden en la familia o escuela es a prepararse para ser casado o compañero, aunque el matrimonio siga siendo la base de la sociedad, -"célula social fundamental", dirán algunos sociólogos- que da el soporte a la vida de pareja que, al tener hijos, se transformará en familia.
Dejemos para otro "Diálogo" las discusiones sobre el concepto de pareja y matrimonio, que con la posmodernidad ha generado focos de discusión y lucha entre el "costumbrismo tradicional" y el "modernismo liberador", ambos extremos y por lo tanto amenazantes del equilibrio de la sociedad actual.
Quedémonos con el principio del amor, que es motor poderoso en la convivencia humana y ha sido la base para la perpetuación de la especie, al menos sujetado con los usos y costumbres sociales.
También habrá que escribir que con el paso de los años, el desamor ha generado el desmembramiento de familias, a partir del incremento de los divorcios y las separaciones temporales o definitivas.
Encontrar una definición del amor es difícil, pero sí podemos apoyarnos en pensadores como Descartes, que lo define: "emoción del alma causado por el movimiento de los espíritus animales, que invita a juntarse de voluntad a los sujetos que le parecen convenientes". Dicho en forma coloquial: "cuando nos traen de un ala".
Luego lo divide en: afección -aprecio por la persona-; amistad -amor y estima- y devoción -sobreestimación, estar enamorado-; también describe dos polaridades: el altruismo, que se refiere al amor por los demás, al prójimo y egoísmo, el deseo de pertenencia de personas o cosas, que algunos erróneamente llaman amor, que en todo caso es el enfermizo sentimiento dirigido hacia uno mismo.
En el tema de amar, Eric Fromm, cuestiona con un juego de palabras: "¿Te necesito porque te amo o te amo porque te necesito?"
En la primera frase se incluye al amor verdadero, la entrega sin condiciones, el deseo limpio de la felicidad del otro, haya presencia corporal o no, el entregarse y dar; en la segunda, hablamos de: querer, desear, poseer, recibir.
Por otra parte, el amor puede tener grados de entrega y hasta profundidad:
De la simple amistad, Lain Entralgo, médico y licenciado en Ciencias Químicas, quien a principios del siglo anterior impartiera la cátedra de Historia de la Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, la definió como "peculiar relación amorosa que implica la donación de sí mismo y la confidencia".
Puede haber una relación interpersonal variada, que Enrique Rojas, maestro de la Universidad Complutense, en "Remedios para el desamor", clasificó:
Platónico: idealizado por la ética y la ensoñación; mundano, dirigido a cosas inanimadas, materiales; idealizado, dedicado a valores como la verdad y la justicia; social, que defiende las actividades o formas de vida comunitaria; ético, cuando nos referimos al verdadero amor al prójimo; romántico, entre parejas comprometidas en un mismo proyecto de vida y el deífico, dedicado a Dios, para muchos el más perfecto entre los posibles.
No deje de considerar que el verdadero amor será aquel que parte de la aceptación del uno y el otro, con sus particularidades positivas y negativas.
Por último, debemos diferenciar entre el amor de benevolencia -de amar bien- y concupiscencia -querer, para poseer-
Para amar, escribe el psiquiatra español Enrique Rojas: "hace falta un cierto grado de serenidad y sosiego que prepare la entrada del amor y asegure las raíces que debe echar cada día". También afirma: "amar es darle a la vida sentido, en contenido, dirección y unidad".
En esos términos, aprovechando la fecha marcada, le deseo feliz día del amor y la amistad.
Ydarwich@ual.mx